"El lugar donde trabajas influye en tus valores, y eso puede ser bueno. Pero también puede ser negativo, cuando hay demasiada mierda en el ecosistema que en realidad no se preocupa por el resultado. Sólo le preocupa la apariencia de quienes son actores en el proceso".
Introducción
La diferencia entre mentir y decir gilipolleces es que los mentirosos quieren que su público crea su mensaje y a los que dicen gilipolleces les da igual. La mentira consiste en decir lo que sea necesario para convencer a la otra parte de algo sobre el orador, normalmente que es competente y útil. Este concepto se ha trasladado al lugar de trabajo de forma insidiosa. Las gilipolleces hacen que una organización parezca más sólida, productiva y legítima, pero en realidad proporcionan muy poco retorno de la inversión o impacto.
Aunque los empleos basura mantienen a la gente empleada, también pueden tener consecuencias negativas para nuestra economía y nuestra sociedad. Los titulares de puestos de mierda forman el "ejército de mierda" que respalda el proceso de toma de decisiones de un director general o ejecutivo. De este modo, los líderes pueden salirse con la suya con decisiones o ideas controvertidas, a través de una oleada tras otra de empleados que asienten con la cabeza, seguros de que es más fácil salir adelante enviando señales a la cadena que la gente quiere oír, sea o no lo que necesitan oír.
Cuando el trabajo tiene sentido -y no es una "gilipollez"- puede moldear y apelar a nuestros sistemas de valores, permitiéndonos sentirnos realizados por la creencia de que contribuimos a algo más grande que nosotros mismos. Incluso a través de un trabajo no significativo, las personas suelen ser capaces de descubrir y encarnar sus propios sistemas de valores. De este modo, el trabajo -que puede ocupar la mitad o más de nuestras horas de vigilia- se convierte en una parte importante de lo que somos, de cómo vemos el mundo y de lo que conforma los valores de nuestra sociedad. Cuando nuestros trabajos nos parecen una mierda, nuestro orden social se resiente.
Entonces, ¿cómo podemos salvar la brecha entre los "trabajos de mierda" y nuestra aspiración a un trabajo significativo y basado en valores? Una sugerencia de nuestros panelistas -el consultor senior Jayden Rae, la directora de investigación Dra. Brooke Struck y el asociado Nathan Collett- es definir nuestro propio éxito. Con frecuencia, en los lugares de trabajo norteamericanos, el éxito se reduce a cumplir objetivos financieros o completar una serie de tareas delegadas por los ejecutivos. A menudo no está alineado con los valores de los empleados y no da en el blanco de la motivación intrínseca. Incluso cuando el trabajo contribuye a un bien significativo, a menudo el impacto no se comunica a los propios empleados, robándoles la oportunidad de sentirse realizados por su trabajo. Por esta razón, hacer que el impacto sea más evidente para los empleados y determinar nuestros propios barómetros de éxito es crucial para vivir una vida significativa y llena de valores a través del trabajo.
Esta conversación ha sido editada para mayor claridad y concisión.