rehashing the past

"Si sólo": Lo bueno y lo malo de los contrafácticos

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Feb 05, 2021

Una de mis películas favoritas de todos los tiempos es Regreso al futuro. No sólo ofrece emocionantes vislumbres de la moda de los 80, la nostalgia de los 50 y el Salvaje Oeste americano, sino que pone de relieve cómo alterar un solo momento de la historia puede cambiarlo todo. Si algo me enseñó de niño fue que yo, a diferencia de Marty McFly, no estaba preparado para la responsabilidad de viajar en el tiempo.

Aunque he aprendido que probablemente es mejor no cambiar la historia, a menudo pienso en cómo los escenarios pasados podrían haber sido diferentes, ya sea en mi propio pasado o en la historia en general. Estos pensamientos se denominan "contrafactuales" y son un tema de interés en la literatura científica por su impacto en nuestro estado de ánimo y en nuestra comprensión del mundo.

Los contrafácticos son "lo que podría haber sido". Son los caminos no tomados, o las realidades alternativas. El razonamiento contrafáctico es un proceso mental omnipresente que desarrollamos entre los 6 y los 12 años. Este concepto aparece con frecuencia en la investigación psicológica, económica y política1,2.

Yo, personalmente, soy un ferviente contrafactualizador. Pienso constantemente en acontecimientos pasados imaginando cómo podrían haber sido mejores, peores o simplemente diferentes. Sin embargo, me pregunto si hay algún beneficio en ello. ¿O sólo estoy malgastando mi valiosa energía mental en escenarios que nunca ocurrirán?

La investigación nos ayuda a comprender cómo nuestro cerebro da sentido al pasado, por qué recordamos lo que ya hemos hecho y cómo puede ayudarnos hacerlo.

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Teoría de las normas, heurística de la simulación y mutabilidad

Una de las primeras explicaciones teóricas del pensamiento contrafáctico como proceso mental es la heurística de la simulación y la teoría de la norma.3,4,5 La heurística de la simulación explica cómo nuestros cerebros tienden a creer cosas que son fáciles de imaginar mentalmente. Del mismo modo, la teoría de la norma describe cómo tendemos a tener respuestas emocionales más fuertes ante sucesos con causas anormales o sucesos que podrían haberse cambiado fácilmente.

Así que, primero, un ejemplo de nuestros procesos mentales a la hora de generar contrafactuales.

En un experimento, se informó a los participantes de que un adolescente drogadicto se saltó un semáforo en rojo y atropelló al Sr. Jones en su coche, lo que provocó un accidente mortal.

Los participantes leyeron uno de dos escenarios:

El día del accidente, el Sr. Jones salió de su oficina a la hora habitual. A veces salía antes para ocuparse de las tareas domésticas a petición de su esposa, pero ese día no fue necesario. El Sr. Jones no volvió a casa por su ruta habitual. El día era excepcionalmente claro y el Sr. Jones dijo a sus amigos de la oficina que conduciría a lo largo de la costa para disfrutar de la vista.

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El día del accidente, el Sr. Jones salió de la oficina antes de lo habitual para ocuparse de algunas tareas domésticas a petición de su esposa. Volvió a casa por su ruta habitual. De vez en cuando, el Sr. Jones conducía a lo largo de la costa para disfrutar de la vista en días excepcionalmente claros, pero aquel día era normal.

Una afirmación hace hincapié en un cambio anormal en la ruta, la otra en un cambio en el tiempo. Aunque técnicamente el lector podría haber atribuido el tiempo y la ruta como causales en ambos escenarios, los participantes se centraron en la acción excepcional, no en el hábito rutinario, como causa.

La idea de que ambos sucesos fueron causados por circunstancias anormales (y que, por tanto, podrían haberse evitado) nos permite considerar aún más alternativas posibles. ¿Y si no hubiera salido antes? ¿Y si hubiera tomado otro camino? ¿Habría sido distinto el resultado? (Al mismo tiempo, no tenemos en cuenta otros factores externos, como el adolescente que provocó el accidente).3,4

La teoría de las normas explica este fenómeno en que es más probable que determinados factores nos lleven a imaginar escenarios diferentes que otros.3 Es decir, creemos que algunos acontecimientos son más fáciles de cambiar que otros. Algunos ejemplos son centrarse más en el efecto que en la causa, o centrarse más en el comportamiento de las acciones de una víctima individual que en las circunstancias en las que actuaba.

También podemos responder más emocionalmente a algunas alternativas que a otras. Por ejemplo, supongamos que dos personas comparten un taxi para ir al aeropuerto, que se queda atascado en el tráfico y se retrasa varias horas. En ese caso, es probable que la persona que acaba de perder su vuelo por diez minutos esté más disgustada que la persona cuyo vuelo salió hace dos horas.

En momentos profundamente frustrantes o traumáticos, podría pensarse que somos más propensos a culparnos a nosotros mismos en los casos en los que el suceso fue causa de nuestra propia actuación. Pero las investigaciones demuestran que no es así. En experimentos en los que los participantes experimentaron pérdidas o ganancias similares, pero diferían en el grado en que sus decisiones influyeron en el resultado, los participantes tuvieron sentimientos similares de arrepentimiento, independientemente de si eran o no responsables.6 Parece que nuestros sentimientos pueden basarse más en el resultado y no en nuestra implicación.

Aunque es interesante entender cómo funcionan nuestros procesos mentales, es importante recordar que el razonamiento contrafáctico es "rápido, automático y esencialmente inmune al control voluntario tras su inicio "5. Es inevitable y sirve para muchos propósitos funcionales.

Diferentes tipos de contrafactuales y cómo nos ayudan

Los ejemplos anteriores muestran cómo nuestro cerebro se involucra en los contrafácticos y qué aspectos pueden influir en una respuesta emocional o irracional. Pero los contrafácticos no son necesariamente malos o irracionales. Tienen una finalidad importante.

En primer lugar, es importante distinguir entre contrafactuales "al alza" y "a la baja". En la literatura científica, los contrafácticos ascendentes implican pensar en cómo la situación podría haber sido mejor. En el ejemplo del accidente de coche, un contrafáctico ascendente podría consistir en pensar qué habría pasado si el conductor hubiera salido a la hora habitual o hubiera tomado una ruta diferente y esquivado el accidente por completo.

Por el contrario, los contrafácticos a la baja se refieren a cómo la situación podría haber sido peor.5,7 En este mismo ejemplo, eso podría implicar pensar qué podría haber pasado si hubiera habido más personas en el coche con el Sr. Jones, o si el accidente se hubiera convertido en un choque múltiple que hubiera causado aún más lesiones y sufrimiento.

Los contrafácticos descendentes pueden ser increíblemente útiles, sobre todo para tranquilizarnos emocionalmente. Al darnos cuenta de que la situación podría haber sido peor, encontramos alivio al saber que hemos esquivado un resultado más negativo.5 Los contrafácticos descendentes pueden reparar las funciones del estado de ánimo y son una herramienta útil para ayudarnos a lidiar con información potencialmente negativa.5

Lo contrario, los contrafácticos ascendentes, también tienen beneficios funcionales. Aunque pensar en cómo podría haber sido mejor una situación puede no ser especialmente agradable, es probable que quienes generan contrafactuales ascendentes cambien su comportamiento en el futuro.5,7

Sin embargo, lo que puede tener un efecto único puede que no sean nuestros procesos ascendentes o descendentes, sino cómo añadimos o quitamos valor a la situación.

Sumar y restar

En algunos casos, utilizamos contrafactuales aditivos o sustractivos. Un contrafáctico aditivo consiste en añadir nueva información al escenario: por ejemplo, pensar "debería haber estudiado más". Un contrafáctico sustractivo, por el contrario, implica eliminar escenarios: "Nunca debería haber ido a esa clase".

Los contrafácticos sustractivos están relacionados con un pensamiento más analítico, que nos ayuda a considerar cómo funcionan las cosas juntas. Consideremos el juego Jenga, en el que el jugador debe retirar un solo bloque en cada ronda, arriesgándose a que se derrumbe. Con cada sustracción, los jugadores deben considerar la relación entre un solo bloque y la estabilidad de toda la estructura8.

Pero el pensamiento aditivo también tiene su función. Cuando aplicamos el pensamiento contrafáctico aditivo, somos más creativos, consideramos más opciones novedosas y mejoramos más nuestro comportamiento.5 Tomemos, por ejemplo, a los emprendedores sociales, como los del Proyecto Aspire, una iniciativa innovadora para acabar con los sin techo. Gracias a los contrafácticos aditivos, pudieron pensar más allá de los sistemas existentes y visualizar soluciones novedosas a los problemas sociales.9

El papel de la oportunidad en el pensamiento contrafáctico

Parece que las oportunidades que se nos presentan influyen en el hecho de que realicemos contrafactuales alcistas o bajistas. Cuando creemos que no estamos aprovechando todas las oportunidades que se nos presentan, lo más probable es que recurramos a contrafactuales alcistas, que nos inspiren sentimientos de arrepentimiento y nos impulsen a actuar. Por el contrario, cuando nos quitan una oportunidad -por ejemplo, si no conseguimos el trabajo al que optamos-, lo que más nos preocupa es sentirnos mejor, lo que nos lleva a hacer más contrafactualidades a la baja ("Probablemente no me habría gustado ese trabajo de todos modos. He esquivado una bala").

Paradójicamente, esto significa que es más probable que nos sintamos satisfechos cuando se nos cierran ciertas puertas que cuando esas oportunidades permanecen abiertas.5 Este matiz ilustra las distintas funciones de los contrafácticos. Por un lado, los contrafácticos descendentes nos protegen del dolor emocional del rechazo y el fracaso. Por otro, cuando experimentamos situaciones en las que aún podemos cambiar el resultado, podemos canalizar nuestra energía y sentimientos de pesar en acciones concretas.

La clave está en la moderación: el lado oscuro del razonamiento contrafáctico

Aunque el razonamiento contrafáctico es un proceso mental útil y una herramienta de diagnóstico a nuestra disposición, es esencial recordar que la clave está en la moderación. Su ausencia es una señal de advertencia de la aparición de la esquizofrenia, pero su exceso es un síntoma fundamental de la depresión y la ansiedad.5,10,11,12 Además, en el pensamiento contrafáctico, podemos ser víctimas de sesgos como el sesgo retrospectivo, el sesgo interesado y la disonancia cognitiva.5,13

Los contrafácticos también pueden influir en cómo percibimos la información falsa. En un experimento de 2018, Daniel Effron dio a los participantes información que se les dijo que era falsa, y pidió a la mitad de los participantes que pensaran en formas en que la información podría haber sido verdadera. En algunos casos, la información falsa se alineaba con las creencias de los partidarios de Trump; y en otros, con las de los partidarios de Clinton. Como resultado, los participantes a los que se pidió que realizaran un razonamiento contrafáctico eran menos propensos a considerar que la mentira en sí era inmoral.14,15 Aunque los participantes sabían que las afirmaciones eran falsas, eran más indulgentes con las personas que seguían difundiendo la falsedad, especialmente si el mentiroso coincidía con sus creencias políticas. El peligro del pensamiento contrafáctico reside en su potencial para hacernos más proclives a aceptar comportamientos inaceptables.

En general, el razonamiento contrafáctico es un proceso mental común, inevitable y natural. Puede hacernos mejorar nuestras decisiones y nuestro estado de ánimo, pero también aumentar nuestra susceptibilidad al sesgo. Algunas claves del razonamiento contrafáctico:

  • Somos sistemáticamente incoherentes en nuestra forma de razonar: al crear escenarios alternativos para acontecimientos pasados, tendemos a hacer hincapié en sucesos que parecen fáciles de cambiar, al estar influidos por factores como acontecimientos aparentemente "anormales" o actores focales.
  • Diferentes direcciones tienen diferentes resultados: El razonamiento contrafáctico descendente (qué podría haber sido peor) nos ayuda a pensar positivamente. En cambio, el razonamiento contrafáctico ascendente (lo que podría haber sido mejor) puede ser más influyente a la hora de cambiar el comportamiento futuro.
  • Cómo nos sentimos depende de si la puerta está "abierta" o "cerrada": Una de las mejores explicaciones de si utilizamos el razonamiento contrafáctico para sentirnos mejor o para cambiar nuestro comportamiento depende de la disponibilidad de oportunidades.
  • Un gran poder conlleva una gran responsabilidad: Aunque es un proceso útil, un razonamiento contrafáctico excesivo o insuficiente puede provocar depresión o ansiedad e influir en nuestra percepción de quienes difunden mentiras.

De cara al futuro, sé que probablemente seguiré intentando convencerme de que una situación podría haber sido peor, o encontrar nuevas formas de mejorar nuevas situaciones. Pero en lugar de sentirme culpable por hacerlo, de sentir que estoy envuelto en un espejismo, puedo recordarme a mí mismo que ciertos acontecimientos están fuera de nuestro control, y descansar sabiendo que mi procesamiento mental puede convertir esas situaciones en momentos de enseñanza. Además, seguiré creyendo que es mejor que no tenga acceso a una máquina del tiempo.

References

  1. Rafetseder, E., y Perner, J. (2012). Cuando la alternativa habría sido mejor: El razonamiento contrafactual y la aparición del arrepentimiento. Cognición y emoción, 26(5), 800-819.
  2. Rafetseder, E., Schwitalla, M., & Perner, J. (2013). Razonamiento contrafáctico: De la infancia a la edad adulta. Revista de psicología infantil experimental, 114(3), 389-404.
  3. Kahneman, D., y Miller, D. T. (1986). Norm theory: Comparación de la realidad con sus alternativas. Psychological review, 93(2), 136.
  4. Kahneman, D., y Tversky, A. (1982). The simulation heuristic. En D. Kahneman, P. Slovic, & A. Tversky (Eds.), Judgment under uncertainty: Heuristics and biases (pp. 201-208). Nueva York: Cambridge University Press.
  5. Epstude, K., & Roese, N. J. (2008). La teoría funcional del pensamiento contrafactual. Personality and social psychology review, 12(2), 168-192.
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  7. Eisma, M. C., Epstude, K., Schut, H. A., Stroebe, M. S., Simion, A., & Boelen, P. A. (2020). Upward and Downward Counterfactual Thought After Loss: A Multiwave Controlled Longitudinal Study. Behavior Therapy.
  8. Markman, K. D., Lindberg, M. J., Kray, L. J., & Galinsky, A. D. (2007). Implications of counterfactual structure for creative generation and analytical problem solving. Personality and Social Psychology Bulletin, 33(3), 312-324.
  9. Tracey, P., Phillips, N., & Jarvis, O. (2011). Bridging institutional entrepreneurship and the creation of new organizational forms: Un modelo multinivel. Organization science, 22(1), 60-80.
  10. Roese, N. J., y Olson, J. M. (1996). Counterfactuals, causal attributions, and the hindsight bias: A conceptual integration. Journal of Experimental Social Psychology, 32(3), 197-227.
  11. Broomhall, A. G., Phillips, W. J., Hine, D. W., & Loi, N. M. (2017). Pensamiento contrafactual ascendente y depresión: Un meta-análisis. Clinical Psychology Review, 55, 56-73.
  12. Van Hoeck, N., Watson, P. D., & Barbey, A. K. (2015). Neurociencia cognitiva del razonamiento contrafáctico humano. Fronteras de la neurociencia humana, 9, 420.
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  14. Effron, D. A. (2018). Podría haber sido verdad: Cómo los pensamientos contrafactuales reducen la condena de falsedades y aumentan la polarización política. Boletín de Personalidad y Psicología Social, 44(5), 729-745.
  15. Effron, D. (2018, 16 de mayo). Cuando mentir no nos parece inmoral. Behavioral Scientist. https://behavioralscientist.org/when-we-dont-find-lying-immoral/

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