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Demasiado de algo bueno: reciprocidad y corrupción

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Jan 13, 2021

En la primavera de 2019, más de 50 padres adinerados de Estados Unidos fueron acusados en un escandaloso escándalo de admisiones universitarias, y muchos de ellos se enfrentan actualmente a penas de cárcel y cuantiosas multas1. Los padres, entre los que se encontraban actrices famosas como Lori Loughlin y Felicity Huffman, fueron acusados de sobornar a funcionarios universitarios para que admitieran a sus hijos en universidades de élite; Felicity Huffman, por ejemplo, dio a los vigilantes del SAT 15.000 USD para que dieran a su hija tiempo extra en el examen, mientras que otro padre ofreció al entrenador de fútbol femenino de Yale recibió 400.000 USD para reclutar a su hija no cualificada para el equipo.2 Este escándalo no sólo pintó una sombría imagen de la corrupción en el sistema educativo estadounidense, sino que también nos plantea una interesante cuestión de comportamiento: ¿Por qué estos funcionarios universitarios estaban dispuestos a arriesgarlo todo cuando se les presentaba un soborno ilegal?

Por supuesto, este escándalo fue sólo un ejemplo concreto y bien conocido de corrupción. Hoy en día no es raro oír noticias de corrupción en sectores como el gobierno, las empresas y el deporte. La disposición a aceptar sobornos y a participar en comportamientos corruptos es algo que ha ocurrido a lo largo de la historia en todo el mundo, con claros efectos perjudiciales para el crecimiento económico, la desigualdad, el medio ambiente, etc.3 De hecho, se calcula que en todo el mundo se intercambian cada año 1,75 billones de dólares estadounidenses en forma de sobornos.4 Es una cantidad extraordinaria. Para poner esta cifra en perspectiva, esta suma equivale a todo el PIB nominal de Canadá, la décima economía más grande del mundo.5 Está claro que la corrupción es un tema de importancia mundial y debemos intentar comprender mejor por qué la gente está dispuesta a participar en ella para poder reducirla.

Sin embargo, estudiar la corrupción es increíblemente difícil por una razón clara y obvia: la corrupción es ilegal. Los funcionarios que se dedican a la corrupción lo hacen en secreto, por lo que es difícil obtener datos precisos sobre este fenómeno.

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Corrupción en el laboratorio

El enfoque típico que han utilizado los investigadores para estudiar la corrupción es el de los estudios observacionales, que utilizan datos de varios países e índices subjetivos de corrupción.6 Aunque estos estudios son importantes para comprender los factores económicos, sociales y culturales que determinan la corrupción, no nos proporcionan mucha información sobre las razones de comportamiento que explican por qué los funcionarios incurren en corrupción.

Un enfoque relativamente nuevo que los científicos del comportamiento han adoptado para estudiar la corrupción es el de los experimentos de laboratorio controlados. Los experimentos permiten a los investigadores simular el entorno en el que se toman las decisiones corruptas, con el fin de observar directamente las respuestas de los participantes a diversas intervenciones anticorrupción. Esto es eficaz si queremos, por ejemplo, probar los efectos de una posible política anticorrupción en respuestas de comportamiento específicas, ya que los experimentos generan datos concretos que pueden responder a preguntas muy específicas. Además, todo esto puede hacerse de forma relativamente rentable, ya que compensar a los participantes suele ser la única inversión financiera significativa necesaria para llevar a cabo un experimento. Todo esto convierte a los experimentos en una herramienta de diagnóstico preliminar y barata para las políticas anticorrupción antes de que se apliquen en el mundo real.

Las causas conductuales de la corrupción

El poder de la reciprocidad

Tal vez no resulte sorprendente que una razón obvia por la que los funcionarios actuarían de forma poco ética sea el dinero. Si se les ofrece un soborno sustancial, los funcionarios estarían dispuestos a afrontar todos los riesgos y los costes que conlleva la actividad ilícita para recibir una recompensa considerable.

Pero la corrupción no sólo gira en torno al dinero. También hay factores psicológicos en juego en la típica transacción corrupta. Piénselo: Un sobornador asume un riesgo considerable cuando se dirige a un funcionario para pedirle un favor ilegal. El funcionario podría negarse a aceptar el soborno, podría informar a las autoridades o incluso podría aceptar el soborno y no llevar a cabo el favor. Pero, ¿por qué en la vida real muchos funcionarios están dispuestos no sólo a aceptar sobornos, sino también a cumplir el favor?

La respuesta está en nuestro deseo innato de corresponder a la amabilidad de los demás. La reciprocidad es una norma social que explica por qué nos sentimos inclinados a ser amables con los que son amables con nosotros (y crueles con los que son crueles con nosotros).7 Puede explicar muchos fenómenos que son difíciles de explicar utilizando la teoría económica estándar, que asume que las personas son egoístas y racionales -por ejemplo, por qué las camareras que sonríen más ganan propinas más altas, o por qestamos dispuestos a comprar algo del vendedor que nos dio una muestra gratis.8,9

Cuando la reciprocidad alimenta la corrupción

La reciprocidad es algo que suele considerarse prosocial: cuando correspondemos a la amabilidad de los demás, estamos cumpliendo la norma social. Pero nuestro deseo de corresponder es en realidad una de las principales razones de la corrupción, algo que obviamente no es prosocial. Esto se debe a que un funcionario puede percibir un soborno como un gesto amable, y al corresponder, simplemente se estaría comportando de una manera que se considera socialmente aceptable. Al fin y al cabo, el sobornador ha sido lo bastante generoso como para tomarse la molestia no sólo de acercarse al funcionario, sino también de ofrecerle dinero.

Por supuesto, al seguir adelante con el favor, el funcionario está descuidando el interés social, ya que este favor generalmente tiene grandes beneficios para el sobornador pero consecuencias perjudiciales para el público. Por lo tanto, esto describe un fascinante componente conductual de la corrupción: nuestro deseo de reciprocar parece anular nuestro mayor sentido de la moralidad y hace que los funcionarios se involucren en la corrupción.

Un estudio realizado en 2002 por Abbink, Irlenbusch y Renner puso a prueba esta idea mediante un juego experimental pionero de soborno que simulaba un escenario típico de corrupción, en el que los participantes actuaban como posibles sobornadores o como funcionarios del sector público10 . Los funcionarios podrían haber salido mejor parados materialmente si se hubieran limitado a aceptar el soborno y no hubieran llevado a cabo la acción corrupta, pero fue precisamente por motivos de reciprocidad por lo que eligieron la opción corrupta.

Además, cuando los autores introdujeron externalidades negativas en el experimento, a pesar de que sobornadores y funcionarios comprendían perfectamente que su participación en una transacción tenía efectos adversos sobre otros participantes en el experimento, la corrupción persistió.11 Aparentemente, el conocimiento de que tus acciones perjudicarían a otros no era suficiente para frenar el impulso de corresponder.

Valoramos la reciprocidad por encima del bien colectivo

Estos resultados reflejan una imagen desalentadora de la naturaleza humana, pero tampoco resultan sorprendentes, dado que las personas actúan de forma corrupta en la vida real a pesar de conocer a menudo las consecuencias. Pero, ¿por qué la gente sigue implicándose en la corrupción aunque sepa perfectamente que su comportamiento perjudica a muchos inocentes? ¿Son realmente tan egoístas?

Quizá la respuesta esté en el hecho de que los efectos de la corrupción suelen afectar a un grupo de personas inobservable. Los sesgos conductuales, como el efecto de víctima identificable, demuestran que las personas sienten menos empatía por grupos de personas grandes y vagamente definidos que por un individuo específico e identificable.12,13 Por ejemplo, es probable que se sienta un mayor sentimiento de empatía cuando se escucha la historia de Jimmy, un niño africano de 12 años que se muere de hambre, que cuando se escucha la estadística de que más de 26 millones de niños mueren de hambre en África.

Esta podría ser una posible explicación de por qué los funcionarios no se inmutan ante las externalidades negativas de la corrupción. Aunque los funcionarios saben que sus acciones tienen consecuencias perjudiciales, los efectos los sufre un grupo amplio e inobservable de personas, mientras que es poco probable que los propios funcionarios sientan la carga. Este comportamiento puede compararse con otras acciones perjudiciales como tirar la basura: todos sabemos que tirar la basura tiene efectos negativos en el medio ambiente, pero como no sentimos la carga nosotros mismos ni vemos los impactos directamente, no sentimos la necesidad de dejar de hacerlo.

Soluciones conductuales a la corrupción

Hasta ahora, hemos hablado de cómo los experimentos de laboratorio pueden simular el entorno de decisión de la corrupción para descubrir ciertos aspectos del comportamiento corrupto, pero los experimentos también pueden probar eficazmente las intervenciones anticorrupción.

Podemos clasificar las posibles soluciones para la corrupción en dos grandes categorías: motivaciones extrínsecas y motivaciones intrínsecas. El comportamiento extrínsecamente motivado está impulsado por incentivos externos, como el dinero o el poder; mientras que el comportamiento intrínsecamente motivado se realiza por sí mismo.14

Motivación extrínseca: Otro tipo de soborno

La mayoría de los experimentos realizados hasta la fecha han investigado las motivaciones extrínsecas de la corrupción y se han centrado en modificar los incentivos externos para reducirla. Estos estudios han propuesto soluciones como la introducción de penas más severas para quienes sean sorprendidos en actos de corrupción,15 el aumento de la supervisión (por ejemplo, mediante un incremento de las auditorías),16 el aumento de los salarios que ganan los funcionarios,17,18 la rotación más frecuente del personal y la exigencia de que participen varios funcionarios a la hora de tomar decisiones importantes.20

Reformular la corrupción

Un inconveniente fundamental de estas soluciones de motivación extrínseca es que su aplicación suele ser costosa. Esto puede hacerlas poco atractivas para los responsables políticos. Por otra parte, centrarse en la motivación intrínseca como estrategia anticorrupción podría ser una solución más rentable. Dado que la corrupción suele considerarse moralmente inaceptable, los investigadores también han estudiado formas de inducir sentimientos de culpa o vergüenza para reducir los comportamientos corruptos.

Estos estudios consisten principalmente en enmarcar la corrupción bajo una luz inmoral (por ejemplo, utilizando en los experimentos la frase cargada "pago privado" en lugar de la neutra "transferencia") y/o haciendo que las externalidades negativas de la corrupción sean más destacadas (o perceptibles) para intentar generar una respuesta emocional que aleje a la gente de la corrupción.21,22,23

Al cambiar el lenguaje en torno a la corrupción, los participantes pueden ser más conscientes de su propia falta de honradez y, en consecuencia, abstenerse de comportarse de forma fraudulenta. Aunque este enfoque aún está en pañales, estos estudios pueden aportar ideas sobre cómo los responsables políticos deben enmarcar sus mensajes y qué información deben enfatizar a la hora de diseñar campañas de concienciación contra la corrupción.

Utilizar la reciprocidad: Generar confianza

Otros enfoques que se han sugerido en este ámbito incluyen el fomento de la confianza entre empresarios y funcionarios públicos. Las empresas y los gobiernos suelen obligar a los trabajadores a firmar formularios de conformidad y a asistir a talleres anticorrupción, lo que puede crear un espíritu de desconfianza. Como sabemos, la gente tiene un deseo innato de corresponder, así que quizá la solución sea que los líderes tengan más fe en sus trabajadores y los traten mejor.24 De esta forma, los trabajadores pueden sentirse intrínsecamente obligados a corresponder a la amabilidad del empleador y actuar siempre con honestidad.

¿Hasta qué punto son útiles los experimentos de corrupción?

Se puede argumentar que los experimentos de laboratorio no pueden reflejar con precisión la corrupción en el mundo real, ya que el hecho de que los participantes sepan que están siendo observados puede sesgar su toma de decisiones (véase el efecto de expectativa del observador).25 La validez externa de los experimentos económicos de laboratorio es una crítica común a la economía experimental en general, donde los críticos suelen argumentar que los experimentos de laboratorio pueden no reflejar las decisiones del mundo real, que normalmente dependen de muchos factores inobservables.26 Sin embargo, en el caso de la corrupción, existen pruebas que sugieren que los resultados de los experimentos de laboratorio tienen validez en el mundo real. Por ejemplo, un grupo de investigadores consiguió replicar los resultados de sus experimentos de laboratorio en un experimento de campo en el que los participantes no sabían que estaban participando en un experimento27 .

Conclusiones: Aprovechar la reciprocidad

En los últimos años, las ciencias del comportamiento han adquirido una gran influencia en la elaboración de políticas, y estos estudios experimentales sobre la corrupción son otro ejemplo de su utilidad. Gracias a los innovadores métodos que han desarrollado los investigadores, ahora podemos estudiar un fenómeno complejo e inobservable de una forma potente y rentable. Y a pesar de tratarse de un campo de estudio relativamente nuevo, ya han aparecido en la literatura varias soluciones eficaces (muchas de las cuales no se mencionan en este artículo). Por supuesto, los enfoques conductuales no son, ni deben ser, el único enfoque que debemos utilizar para analizar la corrupción, pero son otra herramienta que podemos utilizar para comprender mejor este fenómeno.

References

1. McLaughlin, K. (2020). Estos son todos los condenados por el escándalo de las admisiones universitarias hasta ahora. Insider. Recuperado el 11 de diciembre de 2020, de https://www.insider.com/college-admissions-scandal-full-list-people-sentenced-2019-9.

2. Durkin, E. (2019). Escándalo de admisiones universitarias en EEUU: ¿cómo funcionó el esquema y a quién se acusó?". the Guardian. Recuperado el 11 de diciembre de 2020, de https://www.theguardian.com/us-news/2019/mar/12/college-admissions-fraud-scandal-felicity-huffman-lori-loughlin.

3. Serra, D., y Wantchekon, L. (2012). Nuevos avances en la investigación experimental sobre la corrupción (pp. 77-114). Emerald Group Publishing Limited.

4. Corruption Statistics. Transparency International UK. s.f. Obtenido el 11 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://www.transparency.org.uk/corruption-statistics.

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6. Abbink, K., Irlenbusch, B., & Renner, E. (2002). An Experimental Bribery Game. Journal Of Law, Economics, And Organization, 18(2), 428-454. https://doi.org/10.1093/jleo/18.2.428

7. Normas sociales. The Decision Lab. Obtenido el 19 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://thedecisionlab.com/biases/social-norms/.

8. Fehr, E., y Gächter, S. (2000). Fairness and Retaliation: The Economics of Reciprocity. Journal of Economic Perspectives, 14(3), 159-181.

9. Tidd, K. L., y Lockard, J. S. (1978). Monetary significance of the affiliative smile: A case for reciprocal altruism. Bulletin of the Psychonomic Society, 11(6), 344-346.

10. Abbink, K., Irlenbusch, B., & Renner, E. (2002). An Experimental Bribery Game. Journal Of Law, Economics, And Organization, 18(2), 428-454. https://doi.org/10.1093/jleo/18.2.428

11. Abbink, K., Irlenbusch, B., & Renner, E. (2002). An Experimental Bribery Game. Journal Of Law, Economics, And Organization, 18(2), 428-454. https://doi.org/10.1093/jleo/18.2.428

12. Efecto de víctima identificable. The Decision Lab. Obtenido el 21 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://thedecisionlab.com/biases/identifiable-victim-effect/.

13. Jenni, K., Loewenstein, G. (1997) Explaining the Identifiable Victim Effect. Journal of Risk and Uncertainty 14, 235-257. https://doi.org/10.1023/A:1007740225484

14. Cherry, K. (2020). Motivación extrínseca frente a motivación intrínseca: ¿Cuál es la diferencia? Verywell Mind. Obtenido el 11 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://www.verywellmind.com/differences-between-extrinsic-and-intrinsic-motivation-2795384.

15. Abbink, K., Irlenbusch, B., & Renner, E. (2002). An Experimental Bribery Game. Journal Of Law, Economics, And Organization, 18(2), 428-454. https://doi.org/10.1093/jleo/18.2.428

16. Serra, D. (2011). Combinación de la rendición de cuentas descendente y ascendente: Evidence from a bribery experiment. Journal of Law, Economics and Organization. doi: 10.1093/jleo/ewr010.

17. Abbink, K. (2005). Salarios justos y costes morales de la corrupción. Actas de la Conferencia sobre Economía Cognitiva, Sofía.

18. Van Veldhuizen, R. (2013). La influencia de los salarios en la corruptibilidad de los funcionarios públicos: Una investigación de laboratorio. Journal of economic psychology, 39, 341-356.

19. Abbink, K. (2004). La rotación del personal como política anticorrupción: An experimental study. European Journal of Political Economy, 20, 887-906.

20. Schickora, J. T. (2011a). Llevando el principio de los cuatro ojos al laboratorio. Documento de debate n.º 2011-3. Departamento de Economía, Universidad de Múnich.

21. Efecto de encuadre. The Decision Lab. Obtenido el 11 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://thedecisionlab.com/biases/framing-effect/.

22. Salience Bias. The Decision Lab. Obtenido el 21 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://thedecisionlab.com/biases/salience-bias/.

23. Barr, A., & Serra, D. (2009). The effects of externalities and framing on bribery in a petty corruption experiment. Experimental Economics, 12(4), 488-503.

24 Graf Lambsdorff, Johann (2015) : Preventing corruption by promoting trust: Insights from behavioural science, Passauer Diskussionspapiere - Volkswirtschaftliche Reihe, No. V-69-15, Universidad de Passau, Facultad de Economía, Passau.

25. Efecto de expectativa del observador. The Decision Lab. Obtenido el 21 de diciembre de 2020, del sitio Web: https://thedecisionlab.com/biases/observer-expectancy-effect/.

26. Levitt, S. D., y List, J. A. (2007). ¿Qué revelan sobre el mundo real los experimentos de laboratorio que miden las preferencias sociales? Journal of Economic perspectives, 21(2), 153-174.

27. Armantier, O., y Boly, A. (2011). A controlled field experiment on corruption. European Economic Review, 55(8), 1072-1082.

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