¿Por qué sobrestimamos nuestro autocontrol?

El sesgo de la restricción

explicó.
Bias

¿Qué es el sesgo de restricción?

El sesgo de restricción se refiere a nuestra tendencia a sobrestimar el nivel de control que tenemos sobre nuestros comportamientos impulsivos. Estos impulsos suelen provenir de "impulsos viscerales" como el hambre, las ansias de consumir drogas, la fatiga o la excitación sexual.

Dónde se produce este sesgo

Imagina que eres un estudiante universitario que se acerca al final del semestre de otoño. Has terminado todas tus clases, pero tienes muchos trabajos y exámenes en el horizonte. No queda mucho tiempo hasta que venzan los plazos, pero te creas un horario para asegurarte de que estudias con regularidad.

En tu horario de estudio, planificas noches consecutivas hasta tarde en la biblioteca para ponerte en buena posición para tus exámenes. Te imaginas que estarás un poco cansado, pero eres un estudiante experimentado y no te resulta extraño trabajar hasta la extenuación.

Sin embargo, una tarde, a los pocos días de empezar a estudiar, sientes que pierdes fuelle. Te sientes cansado y lo único que deseas es echarte una siesta en el sofá de tu casa. Finalmente, decides salir de la biblioteca y dejar el trabajo para otro día.

Este es un ejemplo del sesgo de restricción. Has sobrestimado tu control sobre tus impulsos mentales y físicos de relajarte, y has subestimado la influencia del cansancio. Este proceso de pensamiento te permitió crear un plan de estudio deficiente, que te dejó poco preparado para los exámenes.

Efectos individuales

La mayoría de nosotros nos hemos encontrado alguna vez en la situación descrita. Tal vez nos comprometemos a hacernos vegetarianos después de ver un documental impactante, pero más tarde nos vemos incapaces de resistirnos a la hamburguesa con queso y bacon del menú de un restaurante. O puede que fumemos cigarrillos con frecuencia pero creamos que podemos dejarlo fácilmente en cualquier momento. La tentación es poderosa, y a menudo medimos de forma inexacta el poder que tiene sobre nosotros. Esta visión exagerada de nuestra propia moderación puede llevarnos a tomar malas decisiones y a ponernos en situaciones en las que nuestra moderación se pone a prueba. Entonces tenemos más posibilidades de resbalar e ir en contra de nuestros compromisos previos.

Aunque darse un capricho de vez en cuando es normal, el sesgo de restricción puede provocar importantes resultados negativos no deseados. En el caso de la adicción a las drogas, las personas suelen mostrar un fuerte sesgo de restricción.1 La sensación exagerada de control de los impulsos hace que las personas entren en situaciones en las que están expuestas a sustancias adictivas porque creen que su autocontrol es mayor de lo que es. Estos comportamientos aumentan las posibilidades de recaída.

Efectos sistémicos

Está claro que el sesgo de restricción afecta a nuestras estrategias individuales de autocontrol, pero aún no está claro cómo se amplifica su efecto a escala social.

Veamos el tabaquismo, por ejemplo. Como ya se ha dicho, cuando los fumadores en recuperación sobrestiman significativamente el control de sus impulsos, esto repercute en su capacidad para evitar la tentación y, en consecuencia, aumenta la probabilidad de que vuelvan a fumar.1 En un estudio se interrogó a ex fumadores sobre sus creencias y hábitos para evaluar los niveles de sesgo de restricción y, meses después, se volvió a consultar a los participantes. Los datos experimentales muestran que los fumadores en recuperación con altos niveles de sesgo de restricción tenían tasas significativamente más altas de recaída al cabo de 4 meses.1

Aunque el tabaquismo, la adicción y sus consiguientes problemas de salud son increíblemente complejos, el sesgo de restricción desempeña un papel en el fomento de comportamientos impulsivos que tienen consecuencias considerables para nuestra población. Si comprendemos los mecanismos cognitivos que dirigen nuestros comportamientos individuales, podremos comprender mejor los factores de las grandes tendencias de la salud pública.

Por qué ocurre

Nuestros estados afectivos, es decir, nuestros estados de ánimo y sentimientos, influyen enormemente en nuestro juicio y toma de decisiones. La investigación sobre la capacidad transformadora de las emociones también ha permitido comprender mejor los mecanismos psicológicos del sesgo de restricción. El científico del comportamiento George Loewenstein descubrió que, en general, somos incapaces de predecir nuestros propios deseos y comportamientos en estados futuros, especialmente en estados afectivos diferentes4 .

La brecha de empatía "frío-caliente

Loewenstein utiliza los términos "caliente" y "frío" para diferenciar los estados del ser en los que estamos muy afectados por nuestras emociones o impulsos viscerales de los estados del ser más neutros y racionales. Esta terminología coincide con la forma en que nos referimos a nuestras emociones en la vida cotidiana. Podemos pensar en declaraciones hechas en el "calor del momento" que no necesariamente queremos decir. O en personas que permanecen "frías como una lechuga" en situaciones de estrés.

Cuando estamos en un estado "frío", subestimamos cómo influyen en nuestras decisiones nuestros impulsos viscerales cuando estamos en un "estado caliente". Por ejemplo, cuando no tenemos hambre podemos hacer suposiciones inexactas sobre cómo actuaremos en el futuro cuando nos asalten los dolores del hambre. Loewenstein afirma que esta tendencia puede deberse al modo en que nuestra memoria almacena nuestros impulsos viscerales. Es fácil recordar circunstancias en las que nos sentimos increíblemente emocionados o consumidos por nuestros impulsos corporales. Podemos evocar imágenes de largos viajes en coche en los que estábamos hambrientos o conversaciones en las que nuestras emociones sacaron lo mejor de nosotros. Sin embargo, es realmente difícil recordar cómo eran las sensaciones y los impulsos cuando estamos en un "estado frío".

Esta falta de comprensión de nuestros propios impulsos es la causa del sesgo de restricción. Cuando subestimamos el poder de nuestros impulsos, sobreestimamos nuestro control sobre ellos.

Por qué es importante

Todos los días nos enfrentamos a tentaciones e impulsos. A veces actuamos impulsivamente o dejamos que nuestras emociones e impulsos nos empujen a comportarnos de un modo que de otro modo no haríamos. Sin embargo, cuando sobrestimamos repetidamente nuestro control y no tomamos medidas para limitar la tentación, las consecuencias pueden ser nefastas para nuestra vida. Esta tendencia puede afectar gravemente a nuestra salud al fomentar una alimentación poco sana, el consumo de drogas, el tabaquismo y otras cosas. Puede afectar a nuestras relaciones, empujándonos a la infidelidad o a tomar decisiones precipitadas. Incluso puede afectar a nuestras finanzas, si caemos en la tentación de gastar o apostar. En su forma más fuerte, el sesgo de restricción puede empujarnos de nuevo a ciclos de adicción. En general, las cuestiones de moderación no son poca cosa.

Cómo evitarlo

Para la mayoría de nosotros, desarrollar la fuerza de voluntad y la moderación es una tarea que dura toda la vida. Navegar por el sesgo de restricción desempeña un papel fundamental en nuestra búsqueda general de hábitos fuertes y determinación. Minimizar la fuerza del sesgo de restricción es tener una percepción más precisa de nuestro control de los impulsos y tomar mejores decisiones en consecuencia. Básicamente, lo bien que nos conocemos a nosotros mismos puede mejorar nuestras elecciones y comportamientos.

Recopilar datos personales sobre nuestra relación con la tentación y el impulso

Según la psicóloga sanitaria de Stanford Kelly McGonigal, "la mejor forma de mejorar tu autocontrol es ver cómo y por qué pierdes el control".5 McGonigal anima a utilizar un enfoque basado en datos para mejorar la fuerza de voluntad y aumentar nuestro autoconocimiento. En primer lugar, podemos hacer un inventario de las áreas de nuestra vida en las que nos sentimos más influidos por la impulsividad o la falta de moderación. Puede que dejemos las cosas para más tarde o que gastemos demasiado dinero en comida para llevar. Sea lo que sea, podemos empezar a documentar las circunstancias en las que nos sentimos más inclinados a caer en la tentación. Por ejemplo, podemos darnos cuenta de que gastamos más dinero en comida cuando estamos disgustados u ocupados.

También podemos hacer un seguimiento de cómo pensamos sobre la moderación. ¿Actuamos sin pensar o nos racionalizamos ciertas acciones? ¿Cómo juzgamos nuestros propios actos de moderación? Por ejemplo, podemos decir "Oh, pedir comida para llevar es más barato que cocinar", pero utilizamos esta racionalización tan a menudo que ya no es cierta.

Planifique en función de sus datos

Cuantos más datos tengamos sobre nuestros comportamientos impulsivos, mejor equipados estaremos para encontrar soluciones. Si descubrimos que nuestro gasto en comida para llevar aumenta en las semanas de más trabajo, podemos buscar formas de preparar la comida preventivamente. O si vemos que nuestro gasto en comida es mayor cuando estudiamos en la biblioteca por su proximidad a servicios más caros, podríamos optar por estudiar en casa. McGonigal también sugiere que nos pongamos barreras y asumamos compromisos para ser más responsables de nuestros impulsos. Esto puede incluir retirar la comida basura y los cigarrillos de nuestras casas o cambiar los límites de nuestras tarjetas de crédito. Cambiar de hábitos es difícil y no ocurrirá de la noche a la mañana. Pero si nos dedicamos a crecer, podemos aprender más sobre nuestros hábitos y avanzar poco a poco hacia mejores elecciones.

Cómo empezó todo

En un estudio de 2009, los investigadores en psicología Loran Nordgren, Frenk van Harreveld y Joop van der Pligt exploraron nuestra autopercepción del control de los impulsos y las consecuencias de estas creencias. Basándose en la investigación de Loewenstein sobre la brecha de empatía, propusieron que las personas tienden a "sobrestimar su capacidad de control de los impulsos" y acuñaron este fenómeno como el sesgo de restricción.1 Pusieron a prueba esta hipótesis mediante cuatro experimentos sobre las creencias de control de los impulsos en torno a la fatiga, el hambre y el tabaquismo/adicción.

En el primer estudio sobre los impulsos de fumar, Nordgran, van Harreveld y van der Pligt manipularon las creencias de los participantes sobre sus niveles de control de impulsos administrándoles un "falso test de 'medidas implícitas'" con resultados falsos. A continuación, pidieron a los participantes que vieran la película Cigarettes and Coffee (Cigarrillos y café) y que eligieran el nivel de tentación de fumar al que se expondrían. Cuanto mayor fuera la tentación, mayor sería la compensación monetaria que recibiría el participante. Por ejemplo, recibirían 4 euros por mantener un cigarrillo en su escritorio y 6 euros por sostener un cigarrillo apagado en la mano mientras veían la película.

Los resultados respaldaron su hipótesis: los fumadores que recibieron resultados de alto control de sus impulsos eran más propensos a elegir un nivel de tentación más alto que el grupo de bajo control. En consecuencia, el grupo de alto control tenía una tasa significativamente mayor de sucumbir a sus impulsos y fumar un cigarrillo.

Ejemplo 1 - Decidir con hambre

Todos sabemos lo que es hacer la compra con hambre. A menudo nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos y compramos una cantidad excesiva de alimentos o artículos que normalmente no compraríamos. Está claro que los distintos niveles de hambre dan lugar a elecciones diferentes. Como parte de su estudio de 2009, Nordgran, van Harreveld y van der Pligt comprobaron cómo los estados de hambre afectan a la percepción que tenemos de nuestro propio control de los impulsos y de la autoexposición a la tentación. 1

Los investigadores realizaron este estudio interrogando a las personas en dos condiciones: "al entrar en una cafetería (condición de hambre) y al salir de ella (condición de saciedad)". A continuación, se pidió a los participantes que clasificaran una serie de tentempiés de mayor a menor preferencia y que seleccionaran un tentempié para guardarlo durante una semana sin comerlo. Si conseguían abstenerse de comer el aperitivo elegido, recibirían 5 euros.

Descubrieron que los que estaban en la condición de saciedad elegían un tentempié que era más tentador porque sobrestimaban su control de los impulsos (debido a que no tenían hambre en el momento de elegir). Esto les expuso a más tentaciones a lo largo de la semana y les hizo más propensos a ceder a sus impulsos viscerales.

Ejemplo 2 - Toma de decisiones médicas

En la investigación de Loewenstein sobre la brecha de empatía, analiza cómo esta discrepancia en nuestra autopercepción puede afectar a decisiones importantes que tomamos para nosotros mismos y para nuestra salud. Como ya se ha dicho, la base del sesgo de restricción reside en la brecha de empatía fría-caliente, en la que subestimamos el poder de nuestros estados afectivos sobre nuestros impulsos.

Además de corroborar los trabajos sobre tabaquismo y adicción, Loewenstein analiza cómo nuestra incapacidad para comprender nuestros futuros estados afectivos puede desempeñar un papel en el tratamiento del trastorno bipolar y la depresión. Cuando los individuos se encuentran en un estado mental saludable, pueden olvidar lo que es sentirse deprimido y la falta de control que tienen sobre ciertos sentimientos. Esto puede hacer que las personas no tomen las medidas de tratamiento necesarias para prevenir los estados depresivos. Este fenómeno también puede explicar las bajas tasas de adherencia a los regímenes de fármacos estabilizadores del estado de ánimo de los pacientes bipolares.

Resumen

Qué es

El sesgo de restricción se refiere a nuestra tendencia a sobrestimar el control que ejercemos sobre nuestros impulsos.

Por qué ocurre

Esto ocurre debido a un fenómeno llamado brecha de empatía, en el que somos incapaces de predecir cómo actuaremos en futuros estados afectivos. Con el sesgo de restricción, cuando estamos en estados neutros subestimamos la influencia de nuestros impulsos y reacciones ante las tentaciones.

Ejemplo 1 - Cómo afecta el sesgo de restricción a las acciones impulsadas por el hambre

En un estudio, los investigadores Nordgran, van Harreveld y van der Pligt descubrieron que las personas que se encontraban en un estado de saciedad sobrestimaban su control sobre la tentación de comer, en comparación con las personas que tenían hambre. Debido a este sesgo, se exponían a mayores niveles de tentación y eran más propensas a ceder.

Ejemplo 2 - Cómo afecta el sesgo de la restricción a la toma de decisiones médicas

El psicólogo George Loewenstein analiza cómo la brecha de empatía subyacente al sesgo de restricción puede contribuir a las decisiones que tomamos sobre nuestra salud. A menudo, cuando los pacientes con depresión o trastorno bipolar se encuentran en estados mentales más neutros, puede resultar difícil recordar plenamente la sensación de esos estados bajos previos. Por ello, es posible que los pacientes no tomen los medicamentos o las precauciones necesarias para el tratamiento.

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Referencias

  1. Nordgren, L. F., Harreveld, F. van, & Pligt, J. van der. (2009). The Restraint Bias: How the Illusion of Self-Restraint Promotes Impulsive Behavior. Psychological Science, 20(12), 1523–1528. https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2009.02468.x
  2. CDC Tobacco Free. (2020, May 21). Fast Facts. Centers for Disease Control and Prevention.https://www.cdc.gov/tobacco/data_statistics/fact_sheets/fast_facts/index.htm
  3. Ruff, L. K., Volmer, T., Nowak, D., & Meyer, A. (2000). The economic impact of smoking in Germany. European Respiratory Journal16(3), 385–390. https://doi.org/10.1034/j.1399-3003.2000.016003385.x
  4. Loewenstein, G. (2005). Hot-cold empathy gaps and medical decision making. Health Psychology: Official Journal of the Division of Health Psychology, American Psychological Association24(4S), S49-56. https://doi.org/10.1037/0278-6133.24.4.S49
  5. McGonigal, K. (2011). The Willpower Instinct: How Self-Control Works, Why It Matters, and What You Can Do to Get More of It. Penguin.
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