¿Por qué sobrestimamos la probabilidad de éxito?

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Sesgo de optimismo

explicó.
Bias

¿Qué es el sesgo optimista?

El sesgo de optimismo se refiere a nuestra tendencia a sobrestimar nuestra probabilidad de experimentar acontecimientos positivos y a subestimar nuestra probabilidad de experimentar acontecimientos negativos.

Optimism bias

Dónde se produce

Considere la siguiente situación: Tom es un empresario brillante y motivado que está a punto de abrir su propio restaurante. Anteriormente, seis negocios fracasaron en el mismo edificio que él compró. Cada uno de ellos no alcanzó la rentabilidad necesaria para mantenerse a flote y se vio obligado a cerrar. Sin embargo, Tom cree que tiene lo que hace falta para que su restaurante sea un éxito. Al fin y al cabo, es el primero de su promoción, tiene grandes ideas y está en contacto con el pulso de los jóvenes de la ciudad.

Tom invierte su tiempo y dinero en la empresa, negándose a ceder ante las deficiencias o a aceptar el fracaso como una opción. Su amigo le advierte de que el trazado de la calle y la competencia que la rodea dificultan la atracción de peatones a la zona. Tom sigue pensando que puede superar estos obstáculos con su experiencia. Sin embargo, el restaurante de Tom no consigue mantener un negocio suficiente y, desgraciadamente, se ve obligado a cerrar, como todos los anteriores.

En este escenario, Tom muestra el sesgo del optimismo porque se niega a tener en cuenta las seis empresas que fracasaron antes que él, así como los factores del entorno que juegan en su contra. Sin embargo, Tom cree con confianza que puede superar al resto gracias a sus habilidades como empresario. Pero a fin de cuentas, su probabilidad de fracasar es estadísticamente la misma que la de los demás, lo que se traduce en su inevitable fracaso.

Efectos individuales

Los estudios confirman que la inmensa mayoría de nosotros mostramos una tendencia al optimismo.1 Sin embargo, como en el caso de Tom, sobrestimar nuestro éxito en la vida personal y profesional puede tener un alto coste.

Por ejemplo, suponemos que podemos completar proyectos en menos tiempo del que realmente es posible. Suponemos que nuestras relaciones durarán más de lo que realmente podrían durar. Suponemos que ganaremos más dinero que los demás. Y la lista es interminable.

El sesgo optimista también puede fomentar comportamientos de riesgo, como fumar, al hacernos ignorar la posibilidad de resultados no deseados.2 Además, suponer que tendremos éxito nos impide tomar medidas preventivas, como contratar un seguro o utilizar anticonceptivos.

Por supuesto, es necesario tener cierto optimismo. Así podremos perseverar incluso ante las dificultades o el rechazo. A veces necesitamos creer en nuestras propias capacidades, aunque nadie más lo haga. Además, puede ser muy difícil dar un paso adelante si nos preocupamos demasiado por nuestra posible caída. Pero como regla general, es importante ser conscientes de cómo nuestro optimismo nos ciega ante los resultados negativos y nos lleva a tomar malas decisiones.

Efectos sistémicos

Nuestro exceso de optimismo se acumula en resultados exponencialmente devastadores. Este fracaso sistemático es el resultado de dos tendencias cognitivas. En primer lugar, tendemos a centrarnos en las cosas que esperamos con ilusión en lugar de en los acontecimientos negativos. En segundo lugar, tendemos a anticipar cosas malas que pueden ocurrirles a los demás, pero no a nosotros mismos. Juntas, estas tendencias nos inspiran a buscar recompensas personales sin reconocer el impacto negativo que pueden tener en todo el sistema, incluidos nosotros mismos.

Tomemos como ejemplo el mercado bursátil. El neurocientífico cognitivo Tali Sharot propone que "una de las causas principales del desplome financiero de 2008" fue el sesgo optimista.3 Tanto los analistas como los inversores tenían expectativas poco realistas de crecimiento y éxito financiero. Los bancos siguieron tomando decisiones de alto riesgo que contribuyeron a inflar la burbuja económica, junto con su desplome final. Si estos contribuyentes se hubieran parado a considerar las consecuencias sistemáticas de su fracaso, quizá se lo habrían pensado dos veces antes de hacer negocios arriesgados.

El sesgo del optimismo también frustra nuestra respuesta global al cambio climático.4 Utilizamos de forma persistente productos que contaminan los hábitats naturales o emiten dióxido de carbono, asumiendo que el desastre inminente no nos afectará personalmente. En concreto, la psicóloga medioambiental Sabin Pahl y sus colegas descubrieron que, para los escépticos del clima, el optimismo se traduce en "menos culpa, menos responsabilidad percibida y menos intenciones de comportamiento".5 Olvidamos que si cada uno de nosotros sigue actuando con tanta despreocupación, nunca podremos unirnos y tomar las medidas necesarias para salvar nuestro planeta. Y también tendremos que afrontar las consecuencias.

Cómo afecta al producto

Imagina que necesitas descargar una canción específica para un vídeo que estás editando en tu portátil. En lugar de pagar un par de dólares para obtener un acceso seguro, decides descargarla gratis de un sitio web poco fiable. Piensas que todo irá bien, ya que has pirateado muchas películas y música gratis antes y nunca has tenido problemas. Un par de horas más tarde, te sorprendes al ver que tu portátil no funciona por culpa de los nuevos virus.

Esta anécdota demuestra cómo el sesgo del optimismo amenaza nuestra ciberseguridad. Sólo prevemos los resultados positivos de nuestras actividades en línea, como descargar una canción gratis, y no los negativos, como contraer un virus. Nuestra percepción sesgada nos disuade de tomar medidas de seguridad importantes, como descargar software antivirus o hacer copias de seguridad de nuestros datos con regularidad.

Lo mismo ocurre con la compra de los propios productos digitales. A menudo compramos ordenadores portátiles o smartphones caros sin garantía ni seguro, dando por sentado que no se estropearán ni nos los robarán. Poco nos damos cuenta de que no controlamos estas circunstancias.

Para evitar que el optimismo se apodere de nosotros, siempre debemos asegurarnos de contar con medidas de seguridad adicionales para proteger nuestra actividad digital. Si esperamos lo inesperado, estaremos preparados para cualquier virus que pueda aparecer.

El sesgo del optimismo y la IA

Los hogares inteligentes mejoran nuestros entornos haciéndose cargo de lo que antes considerábamos tareas humanas, como ajustar la temperatura o encender y apagar las luces. Esta automatización nos ayuda a optimizar nuestras rutinas diarias y a crear mejores hábitos de consumo energético.

Sin embargo, el sesgo optimista puede fomentar expectativas poco realistas sobre la facilidad con la que podemos incorporar las casas inteligentes a nuestros hogares reales. Por ejemplo, podemos suponer que los altavoces del hogar entenderán perfectamente todas las órdenes, independientemente de la pronunciación o del ruido de fondo. También podemos suponer que los algoritmos de aprendizaje automático aprenderán continuamente nuestros hábitos a un ritmo que ni siquiera los ordenadores pueden alcanzar. Todas estas frustraciones podrían dificultar la realización de tareas que antes considerábamos sencillas, como pulsar un interruptor de la luz.

Los hogares inteligentes son inteligentes, pero todavía no son genios. Asegúrate de entender bien cómo funcionan estos dispositivos para facilitarte este periodo de adaptación, en lugar de gritar sin rumbo al altavoz.

Por qué ocurre

Para entender el sesgo optimista, es importante comprender de dónde viene y por qué. Al desglosar los sesgos en sus procesos cognitivos y explorar sus beneficios y perjuicios, tenemos más posibilidades de aprender a evitar tomar malas decisiones.

El sesgo optimista infunde sentimientos de control. Por lo general, queremos influir en nuestras vidas y nuestros destinos. Los acontecimientos negativos, como la enfermedad, el divorcio o las pérdidas económicas, suelen amenazar nuestros planes o desbaratar nuestras previsiones. El optimismo nos impide demorarnos demasiado en estos posibles resultados negativos.

El sesgo optimista tiene funciones evolutivas adaptativas

Muchos rasgos humanos tienen funciones adaptativas que se remontan a nuestro entorno evolutivo primitivo. Si un rasgo favorece la supervivencia y aumenta las posibilidades de reproducción, seguirá transmitiéndose a la descendencia.

Podría parecer que un realista tiene más éxito para sobrevivir que un optimista, pero el optimismo posee un claro beneficio funcional. Los economistas Aviad Heifetz y Yossi Spiegel simularon interacciones en un entorno evolutivo entre participantes con distintos grados de optimismo.6 Llegaron a la conclusión de que cuando un optimista y un pesimista entran en conflicto, el optimista domina su interacción. Su sesgo optimista les ayuda a ser agresivos y, en última instancia, a ganar el desacuerdo.

Otra área en la que el sesgo optimista es adaptativo es la salud física y mental. Los datos cuantitativos revelan que el sesgo optimista se asocia positivamente con bajos niveles de depresión.7 Dado que el estrés crónico puede pasar factura física a nuestro cuerpo al sobrecargar nuestro sistema nervioso, el sesgo optimista también se asocia con la salud física. Además, el optimismo fomenta la alimentación sana y el ejercicio.8 Si nos centramos más en los beneficios de los hábitos saludables (como músculos más fuertes, mejor sistema inmunitario y mejor estado de ánimo), es probable que cumplamos nuestros objetivos de forma física.

Ajustamos más nuestras creencias en respuesta a acontecimientos positivos

Entonces, ¿cómo mantenemos el optimismo ante una información que nos dice que nuestras creencias son falsas? Para investigar esta cuestión, Sharot y sus colegas realizaron un estudio en el que pedían a los participantes que "estimasen su probabilidad de encontrarse con distintos acontecimientos adversos en la vida (como la enfermedad de Alzheimer y un robo) "9. Después de estimar, los participantes recibían la probabilidad estadística de estos acontecimientos y se les pedía que recalibrasen su probabilidad personal en consecuencia.

Los investigadores descubrieron que si la estimación inicial de un participante era inferior a la probabilidad real, su estimación revisada apenas cambiaba. Sin embargo, si la estimación inicial de un participante era superior a la probabilidad real, la estimación revisada disminuía considerablemente. Por ejemplo, si el sujeto dijera que tiene un 10% de probabilidades de padecer cáncer y la estadística real fuera del 25%, su respuesta se mantendría prácticamente igual. Pero si el sujeto dijera que tiene un 20% de probabilidades de que le roben y la estadística real fuera del 10%, podría reducir su respuesta al 5%.

Con esta información, Sharot llegó a la conclusión de que tenemos la tendencia a actualizar nuestras creencias con respecto a la información positiva mucho más de lo que lo hacemos con la información negativa. Calibrando selectivamente nuestras expectativas con acontecimientos positivos, podemos mantener el optimismo incluso frente a la negatividad.

Por qué es importante

Todos somos susceptibles al sesgo del optimismo, por muy expertos que seamos. En situaciones en las que nos jugamos mucho en torno a nuestro éxito, el sesgo del optimismo puede hacernos ignorar información importante que puede decidir nuestro resultado.

Es necesario tener cierto optimismo para alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, el destino de nuestros proyectos, nuestras empresas, nuestra economía y nuestro planeta correrá peligro si seguimos avanzando sin hacer los cambios necesarios. Debemos reconocer cuándo nuestro optimismo nubla nuestro juicio y, por suerte, hay formas tangibles de hacerlo.

Cómo evitarlo

El Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman propone dos formas de mitigar su influencia en la toma de decisiones: adoptar una perspectiva externa y un enfoque post mortem.10

Ver los escenarios desde fuera

El sesgo optimista nos lleva a menudo a sobrestimar nuestras capacidades o nuestro control sobre el entorno. Todos podemos identificarnos con lo que Kahneman denomina falacia de planificación, en la que suponemos que terminaremos algo mucho antes de lo que realmente lo hacemos. Sugiere combatir esta tendencia imaginándonos fuera del escenario y buscando "tasas base".

Los índices de base son estadísticas existentes de situaciones relevantes que proporcionan datos cuantitativos para anclar nuestros juicios. Por ejemplo, la probabilidad de que se produzca un acontecimiento, el tiempo medio que se tarda en hacer algo o cualquier cifra que se ajuste a la situación actual, siempre que el índice base proceda de datos existentes. Kahneman propone adoptar una perspectiva externa mediante los tres pasos siguientes:

  1. "Identifique una clase de referencia apropiada" - Busque una categoría general en la que encuadrar su tarea. Podría tratarse de hacer la compra, remodelar la casa o un proyecto profesional.
  2. "Obtener estadísticas para esta clase de referencia" - Busque estadísticas sobre cuánto tiempo se tarda en completar el tipo de tarea por término medio. Estas son sus "tasas base"
  3. "Utilizar información específica sobre el caso para ajustar la predicción de referencia" - Si hay detalles específicos por los que cree que merece la pena cambiar sus predicciones, utilice su criterio para hacer los ajustes necesarios.

Aunque estos pasos se aplican más directamente a la planificación de la gestión del tiempo, los tipos básicos pueden ser una gran herramienta para fundamentar tus expectativas en la realidad y combatir el sesgo optimista de una vez por todas.

Empezar por el final

Kahneman sugiere el "enfoque premortem" como herramienta para que las organizaciones superen el sesgo optimista. El enfoque premortem es un ejercicio para que los equipos prevean posibles áreas de fracaso al iniciar un proyecto. Se pide a todos los miembros del equipo que imaginen que dentro de un año el proyecto ha fracasado. A continuación, se les pide que escriban qué ha fallado y por qué. Al obligar a los miembros de nuestro equipo a considerar resultados negativos, podemos resistirnos a ser miopes por nuestro exceso de confianza y aumentar nuestras posibilidades de éxito del proyecto.

Cómo empezó todo

El sesgo del optimismo fue detectado por primera vez en 1980 por el psicólogo Neil Weinstein, aunque entonces lo denominó "optimismo irrealista".11 Weinstein realizó un experimento con más de 200 estudiantes universitarios en el que comprobó la siguiente hipótesis:

"Las personas creen que es menos probable que les ocurran acontecimientos negativos que a los demás, y creen que es más probable que les ocurran acontecimientos positivos que a los demás".

Para comprobarlo, pidió a los estudiantes que valoraran sus probabilidades de experimentar un determinado acontecimiento de forma diferente a la de sus compañeros. Si más de la mitad se situaban por debajo de la media en el caso de un acontecimiento negativo o por encima de la media en el caso de un acontecimiento positivo, se demostraría la existencia de un sesgo optimista generalizado.

Los resultados de Weinstein corroboraron su hipótesis. Las magnitudes variaban según las preguntas, pero la conclusión general era contundente: sobrestimamos nuestras posibilidades de conseguir lo que queremos y subestimamos nuestras posibilidades de sufrir desgracias.

Weinstein postuló que había explicaciones tanto cognitivas como motivacionales para estos resultados. Su explicación cognitiva era que el optimismo es un protector mental frente a la ansiedad o la angustia constante por el futuro. Su explicación motivacional era que el optimismo servía como indicador del deseo de lograr o evitar determinados resultados, empujando a los individuos a actuar en consecuencia.

Ejemplo 1 - Investigación clínica

En la investigación clínica, el sesgo optimista puede llevar a creer injustificadamente en la eficacia de las nuevas terapias. Por ejemplo, los artículos clínicos tienden a citar las investigaciones que han tenido éxito y a infravalorar las que demuestran que un tratamiento es ineficaz. Los investigadores en ciencias de la salud Iaian Chalmers y Robert Matthews también sugieren que el sesgo del optimismo hace que los investigadores informen selectivamente de los resultados que arrojan una luz positiva sobre los tratamientos, así como de la "interrupción prematura de los estudios" que podrían tener resultados negativos.12 Se trata de una tendencia peligrosa porque los resultados sesgados dan a los pacientes y a los médicos expectativas de salud poco realistas al iniciar nuevos protocolos.

En su artículo, Chalmers y Matthews comentan un estudio realizado en 1990 en el que se probó un nuevo tratamiento radioterápico para el cáncer de cabeza y cuello. Encuestaron a los médicos sobre los resultados esperados. Los médicos creían unánimemente que la tasa de mortalidad se reduciría en un 30%. Sin embargo, los resultados del ensayo no mostraron ninguna evidencia de reducción de la tasa de mortalidad. Aquí podemos ver cómo el sesgo del optimismo puede afectar a la investigación clínica y dar lugar a malas predicciones, incluso en expertos.

Por el lado de la producción, se ha descubierto que la investigación financiada por empresas fomenta más el sesgo optimista que la investigación financiada con fondos públicos.13 Como individuos, es importante ser cautelosos con nuestro propio sesgo optimista, así como con el sesgo optimista de la industria de la investigación, cuando participamos en la investigación médica.

Ejemplo 2 - Acumulación de deuda estudiantil

Nos encanta soñar despiertos con un futuro sin deudas. En consecuencia, es posible que subestimemos el tiempo que tardaremos en pagar nuestros préstamos estudiantiles. Los investigadores en psicología Hamish Seaward y Simon Kemp realizaron un estudio para investigar el aumento de las deudas estudiantiles en Nueva Zelanda14.

Seaward y Kemp entrevistaron a más de 200 estudiantes de psicología sobre sus expectativas en cuanto a ingresos tras la licenciatura, deudas y periodo de amortización. Descubrieron que los estudiantes, por término medio, esperaban devolver sus préstamos en 10 años, a pesar de que las estadísticas gubernamentales revelaban que a menudo se tardaba bastante más tiempo. Además, los estudiantes valoraban sus posibilidades de conseguir trabajos bien pagados mucho más que sus compañeros, sin que hubiera una verdadera razón para ello.

Mediante el análisis de estos resultados, Seaward y Kemp sugirieron que el sesgo de optimismo hace que los estudiantes contraigan más préstamos estudiantiles, ya que los estudiantes esperan unos ingresos tras la graduación superiores a los que realmente reciben.

Resumen

Qué es

El sesgo del optimismo se refiere a nuestra tendencia a sobrestimar nuestras posibilidades de tener experiencias positivas y a subestimar nuestras posibilidades de tener experiencias negativas. Esto puede provocar un exceso de confianza en nuestra vida personal y profesional. El sesgo del optimismo también contribuye a problemas mundiales como el desplome de los mercados en 2008 y la inacción frente al cambio climático.

Por qué ocurre

El sesgo del optimismo es evolutivamente adaptativo porque nos proporciona motivación para superar a nuestros competidores. Sin embargo, el optimismo nos da una falsa sensación de control sobre nuestro entorno y nos empuja a fijarnos metas poco realistas. Mantenemos un optimismo poco realista incluso cuando el mundo nos dice lo contrario porque actualizamos nuestras creencias cuando nos exponemos a acontecimientos positivos más que con acontecimientos negativos.

Ejemplo 1 - Cómo puede afectar el sesgo optimista a la investigación clínica

La investigación clínica, especialmente cuando está patrocinada por el sector privado, sucumbe al sesgo del optimismo al no citar los resultados negativos de los ensayos. Esto hace que médicos y pacientes tengan expectativas poco realistas sobre la eficacia de los nuevos tratamientos.

Ejemplo 2 - Cómo contribuye el sesgo optimista a la acumulación de deuda estudiantil

Un estudio de Seaward y Kemp demostró que los estudiantes universitarios neozelandeses tenían unas expectativas considerablemente altas en cuanto a sus ingresos post-universitarios, y bajas en cuanto al tiempo que tardarían en saldar su deuda. Afirman que este sesgo optimista contribuye a que los estudiantes acumulen préstamos.

Cómo evitarlo

Kahneman sugiere dos enfoques para combatir el sesgo del optimismo. Un enfoque consiste en adoptar una visión externa, es decir, que debemos fijarnos en los tipos de base para hacer estimaciones como si estuviéramos viendo las posibilidades de otra persona. Otro enfoque para las organizaciones es el enfoque premortem, en el que los miembros del equipo predicen cómo podría fracasar un proyecto y luego trabajan hacia atrás para prevenir estos problemas.

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Referencias

  1. Sharot, T. (2011). The optimism bias. Current Biology21(23), R941–R945. https://doi.org/10.1016/j.cub.2011.10.030
  2. Ibid.
  3. Ibid.
  4. Pahl, S., Sheppard, S., Boomsma, C., & Groves, C. (2014). Perceptions of time in relation to climate change. WIREs Climate Change5(3), 375–388. https://doi.org/10.1002/wcc.272
  5. Ibid.
  6. Heifetz, A., & Spiegel, Y. (2000). On the Evolutionary Emergence of Optimism (SSRN Scholarly Paper ID 247355). Social Science Research Network. https://doi.org/10.2139/ssrn.247355
  7. Strunk, D. R., Lopez, H., & DeRubeis, R. J. (2006). Depressive symptoms are associated with unrealistic negative predictions of future life events. Behaviour Research and Therapy44(6), 861–882. https://doi.org/10.1016/j.brat.2005.07.001
  8. Sharot, 2011.
  9. Sharot, 2011.
  10. Kahneman, D. (2013). Thinking, Fast and Slow (1st Edition). Farrar, Straus and Giroux.
  11. Weinstein, N. D. (1980). Unrealistic optimism about future life events. Journal of Personality and Social Psychology39(5), 806–820. https://doi.org/10.1037/0022-3514.39.5.806
  12. Chalmers, I., & Matthews, R. (2006). What are the implications of optimism bias in clinical research? The Lancet367(9509), 449–450. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(06)68153-1
  13. Ibid.
  14.  Seaward, H. G. W., & Kemp, S. (2000). Optimism bias and student debt. New Zealand Journal of Psychology; Christchurch29(1), 17.
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