¿Por qué preferimos ignorar la información negativa?

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Efecto avestruz

explicó.
Bias

¿Qué es el efecto avestruz?

El efecto avestruz, también conocido como el problema del avestruz, es un sesgo cognitivo que describe cómo las personas suelen evitar la información negativa, incluida la retroalimentación que podría ayudarles a controlar el progreso de sus objetivos. En lugar de afrontar la situación, enterramos la cabeza en la arena, como el avestruz. Esta evasión a menudo puede empeorar las cosas, incurriendo en costes que no habríamos tenido que pagar si hubiéramos afrontado las cosas de frente.

Dónde se produce este sesgo

Digamos que últimamente has estado comiendo mucho fuera de casa, probablemente más de lo que deberías. Sabes que probablemente deberías comprobar el saldo de tu cuenta bancaria para ver cuál es el daño, pero cada vez que piensas en hacerlo, empiezas a sentirte ansioso: sabes que la situación es mala, pero no quieres ver lo mala que es. Al final, sigues con tus malos hábitos de gasto, pero casi nunca compruebas cuánto dinero estás gastando.

Efectos individuales

El efecto avestruz fue acuñado por los economistas conductistas para describir el comportamiento de los inversores, pero puede aparecer en prácticamente cualquier ámbito de la vida, desde las finanzas personales a la gestión de proyectos o la salud. Y está más extendido de lo que muchos creen. Según una encuesta, casi la mitad de los adultos estadounidenses desconocen los tipos de interés anuales de sus tarjetas de crédito1, mientras que otro estudio reveló que el 20% de las personas inscritas en un programa de adelgazamiento nunca se habían pesado antes2.

Efectos sistémicos

El efecto avestruz puede ser un grave inconveniente a la hora de abordar problemas sociales como el cambio climático. Como resulta tan abrumador contemplar la gravedad y complejidad de estas cuestiones, a menudo es más fácil para los cargos electos ignorarlas por completo y rechazar la información que contradice su postura oficial.

Por qué ocurre

El efecto avestruz tiene un par de significados diferentes, según el contexto. En finanzas, este sesgo se acuñó para describir un patrón específico de comportamiento de los inversores. Al parecer, algunos inversores se mostraban a veces más dispuestos a realizar inversiones si no se informaba del nivel de riesgo asociado a ellas, en comparación con inversiones similares con un riesgo establecido.3 En psicología, sin embargo, el efecto avestruz suele referirse específicamente a la reticencia de las personas a recibir comentarios sobre su rendimiento, a pesar de que esa información les ayudaría a controlar sus progresos y a trabajar con éxito para alcanzar sus objetivos.2

Puede resultar tentador tachar el efecto avestruz de simple pereza. Pero la gente a menudo se esfuerza por evitar este tipo de información, incluso cuando es accesible y fácil de usar, como los inversores que buscan inversiones con riesgos no declarados. Un ejemplo más cercano podría ser el de un estudiante universitario que no lee los comentarios del profesor sobre su trabajo, aunque quiera mejorar en el curso. De hecho, en términos generales, las personas están motivadas para evaluar su rendimiento y esforzarse por mejorar.2 A pesar de nuestras buenas intenciones, existen otras fuerzas en nuestra psique que pueden contradecir y dominar el deseo de mejorar.

Somos sensibles a las pérdidas... así que a veces las ignoramos.

Los seres humanos somos notoriamente reacios a las pérdidas: odiamos perder cosas. El dolor que sentimos cuando sufrimos algún tipo de pérdida es mayor que el placer que obtenemos de una ganancia equivalente. Para ilustrarlo, imagine que alguien le ofrece apostar al lanzar una moneda. Si sale cara, ganas 150 dólares, pero si sale cruz, pierdes 100 dólares. ¿Aceptaría la apuesta?

Obviamente, 150 $ son más que 100 $: se gana más de lo que se pierde. Pero para la mayoría de la gente, el dolor potencial de perder 100 dólares es mayor que la alegría de ganar 150 dólares. La investigación ha demostrado que, para estar dispuesta a hacer esta apuesta, la mayoría de la gente necesita que le ofrezcan al menos 200 dólares. En otras palabras, la ganancia potencial debe ser el doble de la pérdida potencial4.

Nuestro miedo a perder puede hacernos a veces un poco miopes. La aversión miope a las pérdidas se produce cuando las personas pierden de vista las ganancias a largo plazo porque se centran en las pérdidas a corto plazo. Los inversores, por ejemplo, suelen invertir poco en activos de mayor riesgo porque temen sufrir pérdidas a corto plazo. Sin embargo, esto puede llevarles a perder a largo plazo, ya que las inversiones más arriesgadas tienen mayores rendimientos.5

Fuera del mundo de las finanzas, la aversión miope a las pérdidas significa perder de vista nuestros objetivos a gran escala porque nos preocupan los costes de trabajar para conseguirlos. El estudiante universitario que se esfuerza por sacar un sobresaliente en su asignatura puede querer mejorar de verdad, pero el sufrimiento inmediato que supone leer los comentarios del profesor (y ser consciente de sus defectos) es mayor en su mente que el orgullo que sentirá en el futuro. Esta dinámica suele dar lugar al efecto avestruz: La gente suele preferir ignorar felizmente la información que le resulta difícil de digerir, aunque esa información pueda ser útil a largo plazo.

Nos inclinamos por lo positivo

En general, los humanos tenemos una marcada preferencia por la información positiva. Este sesgo es muy profundo y afecta a procesos automáticos que, en su mayoría, escapan a nuestro control. Tendemos a hacer predicciones optimistas y a tener expectativas optimistas; es más probable que recordemos los acontecimientos positivos que los negativos; y, lo que es más importante para el efecto avestruz, prestamos más atención a la información positiva.6,7 Del mismo modo, nuestro excesivo optimismo nos lleva a menudo a restar importancia a la información negativa y a rechazar las previsiones más pesimistas sobre cómo podría desarrollarse el futuro.8 Este sesgo está en el centro de otras innumerables distorsiones cognitivas, como la falacia de planificación, el efecto Dunning-Kruger y los sesgos egoístas.

Nuestra preferencia por lo positivo es una de las principales razones por las que la gente no se autocontrola. En un estudio realizado por Betty Chang y sus colegas, en el que se pedía a los participantes que pensaran en situaciones en las que habían evitado supervisar sus progresos y que después dijeran las razones por las que no se habían supervisado más a sí mismos, una de las explicaciones más frecuentes fue que las personas experimentaban emociones negativas cuando pensaban en trabajar para alcanzar su objetivo.9 Las personas también afirmaron que les preocupaba recibir comentarios negativos o que les dijeran que sus progresos no eran buenos. La ansiedad de enfrentarse a un reto suele ser suficiente para disuadir a la gente de intentarlo de verdad.

Intentamos proteger nuestro ego

Más allá de nuestra aversión general a la negatividad, el efecto avestruz está impulsado en gran parte por nuestro deseo de mantener una determinada imagen de nosotros mismos. Tenemos una necesidad muy arraigada de sentirnos bien con nosotros mismos y, en consecuencia, solemos distorsionar un poco nuestra percepción de la realidad para proteger nuestro ego. Es lo que se conoce como "motivo de autoenaltecimiento".10

Los motivos de autovaloración pueden sesgar nuestra cognición de forma sorprendente, ayudándonos a centrarnos en nuestros éxitos y a minimizar el impacto de nuestros fracasos. Un estudio, por ejemplo, reveló que la mayoría de las personas se consideran conductores por encima de la media. Este hallazgo por sí solo demuestra que la gente infla sus percepciones de sus propias habilidades, ya que es matemáticamente imposible que todo el mundo esté "por encima de la media" en algo. Pero lo más sorprendente es que la gente sigue insistiendo en que conduce mejor que la mayoría incluso desps de haber provocado un accidente y haber sido hospitalizada.11

Está claro que nuestro afán de superación personal puede influir poderosamente en la forma en que nos vemos a nosotros mismos, incluso poniéndonos en contradicción con la realidad. Este motivo también guía nuestro comportamiento a la hora de buscar feedback o información orientativa. Aunque sepamos, a cierto nivel, que no estamos haciendo un buen trabajo en algo, puede ser psicológicamente doloroso enfrentarse a esta posibilidad. Por eso tendemos a evitar las situaciones que amenazan con confirmar las creencias negativas que tenemos sobre nosotros mismos.

Así lo demostró un estudio en el que los estudiantes resolvían anagramas difíciles (por ejemplo, TAUCYI-Acuity) o fáciles (por ejemplo, ZYIDZ-Dizzy). Las personas a las que se les daban los anagramas más difíciles probablemente saldrían de esta tarea sin sentirse demasiado bien consigo mismas, mientras que las personas a las que se les daban los fáciles probablemente se sentirían bastante bien. Una vez terminada esta tarea inicial, se les dijo a los participantes que tenían que elegir otros anagramas para resolver de entre una serie de pruebas diferentes, y se les dio información sobre cómo solían rendir en cada prueba los estudiantes de alta y baja capacidad.

Los alumnos que habían recibido anagramas difíciles eran menos propensos a elegir pruebas muy diagnósticas, es decir, pruebas con una gran diferencia entre el rendimiento de los alumnos de alto y bajo rendimiento. En su lugar, eligieron pruebas en las que los alumnos de alto y bajo rendimiento tenían un rendimiento similar, porque la puntuación de una persona en este tipo de pruebas no dice nada útil sobre sus capacidades. Al rechazar comentarios significativos, los participantes evitan que se confirmen sus inseguridades.12 El efecto avestruz puede nacer de este mismo instinto de preservar nuestro ego.

Tenemos miedo de cambiar nuestras creencias

En la misma encuesta mencionada anteriormente, la principal razón que dieron las personas para no supervisar su propio progreso fue que temían que la aplicación de la retroalimentación requiriera un cambio en sus creencias o en su comportamiento. Esto puede indicar simplemente una falta de voluntad de esforzarse para tener éxito, y en algunos casos puede influir, pero hay algo más.

El deseo de coherencia psicológica es un factor determinante de nuestro comportamiento. Está detrás de uno de los efectos más sólidos de la psicología, la disonancia cognitiva, que describe cómo las personas mantienen sus creencias existentes rechazando la información nueva, racionalizándola o ajustando sus percepciones.

La idea central, propuesta por primera vez por el psicólogo social Leon Festinger en la década de 1950, es que las personas experimentan un intenso malestar psicológico cuando mantienen cogniciones (básicamente, creencias o sentimientos) contradictorias.13 Cuando surge esta tensión, nos sentimos profundamente ansiosos hasta que podemos resolverla. Festinger ilustró el poder de la disonancia cognitiva metiéndose en una secta catastrofista que había predicho que el fin del mundo se produciría en un día concreto. Cuando el apocalipsis profetizado no se materializó, en lugar de darse cuenta de que se habían equivocado, los miembros de la secta redoblaron sus creencias, hicieron proselitismo y reclutaron a nuevos miembros.14

Cuando estamos comprometidos con una idea o con una forma concreta de ver el mundo, hacemos todo lo posible por aferrarnos a nuestras creencias. Podría decirse que el efecto avestruz es una derivación de la disonancia cognitiva: nos permite evitar la información que contradice nuestra visión establecida del mundo. Estamos especialmente predispuestos a rechazar la información que contradice nuestros conceptos establecidos de nosotros mismos, un impulso que se conoce como motivo de autoverificación.10

Por qué es importante

Numerosos estudios, en campos muy diversos, han encontrado pruebas del efecto avestruz. La tentación de esconder la cabeza bajo el ala es probablemente mayor cuando hay mucho en juego, lo que también significa, por desgracia, que el efecto avestruz puede tener consecuencias muy graves, tanto a nivel individual como social.

Tomemos, por ejemplo, el caso de los pacientes diabéticos y el control de la glucemia. Para los diabéticos, es esencial asegurarse de que la cantidad de azúcar en sangre se mantiene dentro de unos márgenes determinados. Para ello, existen herramientas baratas y fáciles de usar que les ayudan a controlar sus niveles de glucosa en sangre. Y, sin embargo, los estudios han revelado que la mayoría de las personas con diabetes no se autocontrola regularmente el nivel de azúcar en sangre.2 Las finanzas personales, como ya se ha mencionado, también son un ámbito en el que el efecto avestruz puede causar estragos. Según una encuesta británica, sólo el 10% de las personas que declaraban tener ansiedad financiera controlaban sus finanzas al menos una vez al mes.2

El efecto avestruz también puede frenarnos a la hora de abordar problemas a mayor escala, como el cambio climático. Hay consenso científico en que el cambio climático es un problema real, provocado por el hombre, y que requerirá una acción inmediata y decisiva para evitar sus consecuencias más desastrosas. Y, sin embargo, muchos políticos han respondido a esta amenaza ignorando y suprimiendo información al respecto. En 2012, por ejemplo, los legisladores de Carolina del Norte declararon ilegal basar las políticas costeras en las últimas predicciones científicas sobre cuánto subiría el nivel del mar debido al cambio climático.15 Los ciudadanos de a pie también son culpables de enterrar la cabeza en las arenas bituminosas, ya que el 18% de los estadounidenses cree que el clima no está cambiando o que la actividad humana no tiene nada que ver con el cambio climático.16

Cómo evitarlo

Aunque puede resultar tentador huir de las críticas constructivas, a la larga casi siempre es mejor saber dónde estamos y cómo podemos mejorar. Aunque puede requerir un poco de determinación, es posible evitar el efecto avestruz.

Centrarse en el panorama general

Tanto si estás tratando de mejorar tu salud como si intentas decidir cómo invertir, es útil intentar adoptar una mentalidad a largo plazo. Cuando sientas que te atascas en contratiempos y decepciones temporales, intenta recordarte a ti mismo tu objetivo final y céntrate en las razones por las que decidiste hacer esto en primer lugar. Aunque las derrotas sigan doliendo más, esto puede ayudar a compensar el dolor de recibir comentarios constructivos.

Intenta ser consciente

La atención plena ha sido un tema candente en los últimos años. La mayoría de las veces, la gente parece hablar de la meditación consciente como una herramienta para mejorar la concentración y la productividad. Pero en el fondo, la atención plena consiste en prestar atención a las experiencias a medida que se desarrollan, observando sin prejuicios lo que ocurre dentro de la mente. La atención plena se utiliza a menudo como herramienta para interrumpir patrones nocivos en los que la gente ha caído: en lugar de seguir ciegamente una respuesta emocional o un instinto, la gente puede simplemente darse cuenta de que el impulso existe, y luego dejarlo.

El mindfulness puede ayudarnos a combatir el efecto avestruz permitiéndonos distanciarnos de nuestra ansiedad por recibir feedback.10 Si nos tomamos un segundo para examinar cómo nos sentimos y qué pensamos, podremos reconocer que nuestra resistencia a este tipo de información no es necesariamente racional y que puede estar frenándonos. Muchos estudios han aportado pruebas empíricas de que la práctica de mindfulness mejora el autoconocimiento de las personas.10

Sé amable contigo mismo

Un elemento clave de la atención plena es que no evalúa ni juzga.10 No se trata de reprenderse o castigarse por flojear. Al fin y al cabo, nadie es perfecto y no hay por qué avergonzarse de los fallos. No sólo es innecesario ser duro con uno mismo, sino que además es contraproducente y probablemente sólo contribuya a aumentar las emociones negativas que rodean a tus objetivos y a recibir feedback.

Cómo empezó todo

El efecto avestruz fue acuñado por primera vez por los economistas israelíes Dan Galai y Orly Sade, en un artículo de 2006 sobre el comportamiento de los inversores. Le dieron ese nombre basándose en la creencia común (y, decepcionantemente, falsa) de que los avestruces intentan evitar a los depredadores simplemente metiendo la cabeza en la arena.

Galai y Sade se inspiraron en los trabajos de los economistas conductuales Daniel Kahneman, Amos Tversky y Richard Thaler. Kahneman y Tversky, dos de los "padres fundadores" de la economía conductual, desarrollaron el concepto de aversión a las pérdidas en la década de 1970, demostrando que "las pérdidas son mayores que las ganancias "4. Thaler, que colaboró frecuentemente con Kahneman y Tversky, es conocido por su trabajo sobre la contabilidad mental, que describe cómo las personas asignan un valor subjetivo al dinero dependiendo de la situación. Thaler también acuñó la aversión miope a las pérdidas, junto con otro economista, Shlomo Benartzi.3

Ejemplo 1 - Rendimiento en el trabajo

Recibir críticas constructivas de compañeros y superiores es un elemento importante de cualquier trabajo, y esencial para que los empleados mejoren en su labor. Sin embargo, debido al efecto avestruz, muchos empleados no buscan feedback, lo que les perjudica tanto a ellos mismos como a sus organizaciones.

Las investigaciones han demostrado que el afán por proteger el propio ego suele frenar a la gente a la hora de pedir opiniones en el trabajo. El mismo estudio demostró también que, en entornos en los que no se tiende a buscar la crítica constructiva, las personas se muestran reacias a pedir opiniones porque les preocupa cómo puedan juzgarles los demás por hacerlo. Estos resultados subrayan la importancia de crear una cultura en el lugar de trabajo que anime a la gente a pedir opiniones sobre su rendimiento.17

Ejemplo 2 - Consumo de energía

A mucha gente le preocupa el problema del cambio climático, pero dada su complejidad, es difícil saber cómo abordarlo. Desgraciadamente, las investigaciones han descubierto que sentirse desconocedor de un tema puede dar lugar al efecto avestruz, sobre todo cuando el problema es urgente.

En un estudio, los participantes leyeron un breve pasaje sobre una posible escasez de petróleo. Para un grupo, el texto decía que EE.UU. tendría petróleo suficiente para otros 240 años; para el otro grupo, decía que el petróleo empezaría a agotarse en 40 años. Después de leer el pasaje, los participantes rellenaron un cuestionario en el que se evaluaba su interés por saber más sobre el tema. Las personas que se sentían menos informadas sobre la gestión de los recursos energéticos se mostraban más reacias a aprender más sobre el problema, pero sólo habían leído la versión del texto que presentaba la escasez de petróleo como un problema urgente.18 Este hallazgo sugiere que, aunque las personas sean más conscientes de la gravedad de la amenaza del cambio climático, esto podría no impulsarlas a actuar y, en cambio, podría conducir a una mayor evasión.

Resumen

Qué es

El problema del avestruz describe cómo las personas suelen evitar enterarse de información negativa o buscar comentarios sobre su rendimiento.

Por qué ocurre

La gente se inclina por la información positiva y también está motivada para proteger su propio ego. También influye el deseo de coherencia psicológica.

Ejemplo 1 - El problema del avestruz y el rendimiento laboral

La gente suele abstenerse de pedir opiniones en el trabajo, en gran medida para proteger su ego y porque les preocupa cómo les percibirán los demás.

Ejemplo 2 - El problema del avestruz y el cambio climático

Cuando la gente siente que desconoce un problema, y ese problema es urgente, es probable que evite aprender más sobre él. Esto tiene implicaciones para el modo en que enfocamos la educación sobre el cambio climático.

Cómo evitarlo

Para evitar el efecto avestruz, practica algunos ejercicios de atención plena e intenta recordar tus objetivos a largo plazo.

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