Teoría del riesgo como sentimiento

La idea básica

Los seres humanos somos reacios al riesgo: la posibilidad de perder algo puede disuadirnos de adoptar determinados comportamientos. A primera vista, nuestro deseo de evitar comportamientos de riesgo parece racional. ¿Por qué íbamos a ponernos en situaciones que podrían tener resultados negativos? Sin embargo, percibimos más riesgo del que realmente existe y reaccionamos con más aversión de la justificada. Nuestro miedo a perder puede nublar nuestro juicio e impedir nuestra toma de decisiones.

Es probable que tenga más miedo a volar en avión que a viajar en coche. Un estudio reveló que entre el 33% y el 40% de las personas experimentan ansiedad cuando se trata de volar -una proporción enorme de la población-, pero el riesgo de viajar en avión es muy pequeño. Entre 2012-2016, las probabilidades de morir en un avión eran de una entre 3.370 millones. Incluso si un avión se estrella, más del 98 % de los accidentes no provocan víctimas mortales.1 Comparemos esas estadísticas con las de los accidentes de coche: Un informe de Esurance, una compañía de seguros de automóviles, descubrió que las probabilidades de sufrir un accidente de coche durante un viaje de 1000 millas es de 1 en 366.2 ¡Mucho más peligroso que volar! De hecho, en 2019, se descubrió que las probabilidades de morir en un accidente automovilístico eran de 1 en 107 en los Estados Unidos, mientras que se registraron muy pocas muertes por accidentes aéreos como para siquiera calcular las probabilidades.3

La decisión de evitar el riesgo percibido de volar y hacer en su lugar un viaje por carretera no es una decisión racional. Emociones como la ansiedad y el miedo son lo bastante poderosas como para mermar nuestra capacidad de decisión racional y hacernos elegir un medio de transporte más peligroso. Las emociones que influyen en nuestros procesos de toma de decisiones constituyen un fenómeno conocido como la teoría del riesgo como sentimiento.

Incluso las personas que no padecen fobias en toda regla suelen sentir un miedo intenso ante situaciones que consideran muy improbables (como los accidentes de avión) o que no son objetivamente terribles (como hablar en público); en cambio, muchas sienten poco miedo ante peligros que son más probables y probablemente más graves (como los accidentes de coche).


- George Loewenstein, pionero de la ciencia del comportamiento, en su artículo "El riesgo como sentimiento "4

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