Adhocracia
La idea básica
Imagina que entras en tu oficina sobre las 10 de la mañana, en vaqueros y camiseta, y ni siquiera es viernes. Te sientas en una mesa común en lugar de un escritorio designado y empiezas a trabajar. En un rincón, ves a tus colegas con sus portátiles sentados en pufs y a otros compañeros aprovechando la barra de cereales del desayuno. Uno de tus jefes se te acerca, también en vaqueros y camiseta, y te recuerda el torneo de ping-pong que se celebra este viernes. Te dice que acaba de llenar la nevera de cervezas del viernes para preparar el evento.
Este escenario puede sonar muy diferente a su propia experiencia de ir a trabajar (en una época prepandémica), pero esos entornos laborales existen para algunos. El ambiente relajado, similar al de una startup, suele ir de la mano de un tipo particular de estilo de gestión empresarial: la adhocracia.
La gestión adhocrática hace hincapié en la iniciativa individual, lo que significa que hay una formalización limitada de las expectativas de comportamiento de los empleados.1 Por eso se puede permitir a los empleados vestir con lo que se sientan cómodos, trabajar las horas que se adapten a su ética laboral y que un jefe se sienta más como un colega que como un superior.
En una época en la que todos intentamos seguir el modelo de las empresas de increíble éxito de Silicon Valley, cada vez son más las empresas que encarnan la adhocracia. Es lo contrario de la burocracia, que se basa en normas y jerarquías claramente definidas. Se cree que es la forma de gestión más adecuada para nuestro acelerado y cambiante mundo moderno.