"¿Debería tu Uber autoconducido infringir las normas de tráfico para incorporarse a la autopista? ¿Hasta qué punto son los algoritmos tan propensos como los humanos a patrones discriminatorios de pensamiento y cómo podría un organismo regulador tomar esta determinación? Y lo que es más importante, a medida que se delegan más tareas en máquinas inteligentes, ¿hasta qué punto podremos influir en sus decisiones quienes no participamos directamente en el desarrollo de estas tecnologías? Con estas preguntas en mente, nos complace haber adaptado el siguiente artículo para su publicación en TDL. - Andrew Lewis, redactor jef
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Nos encontramos en un momento decisivo para el vasto y desconocido futuro digital de la sociedad. Una poderosa tecnología, la inteligencia artificial (IA), ha resurgido de sus propias cenizas, gracias en gran medida a los avances en las redes neuronales modeladas libremente a partir del cerebro humano. La IA puede encontrar patrones en conjuntos masivos de datos no estructurados y mejorar su propio rendimiento a medida que dispone de más datos. Puede identificar objetos con rapidez y precisión, y hacer cada vez más y mejores recomendaciones, mejorando la toma de decisiones y reduciendo al mínimo la interferencia de seres humanos complicados y políticos. Esto plantea grandes interrogantes sobre el grado de elección e inclusión humana en las próximas décadas. ¿Cómo participarán y estarán representados los seres humanos de todos los niveles de poder e ingresos? ¿Cómo gobernaremos este nuevo mundo de máquinas meritocráticas?