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Por qué las máquinas no nos sustituirán

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Nov 26, 2017

Últimamente, hemos recibido bastantes peticiones para que expliquemos con más detalle por qué es improbable que la inteligencia artificial (IA) y los robots dejen a los humanos sin trabajo pronto. Puede que sea una postura contraria, pero somos optimistas sobre el futuro y creemos que el desplazamiento de la mano de obra no será tan sombrío como muchos especulan. A pesar de los interminables discursos sobre la amenaza de las máquinas para los empleos humanos, lo cierto es que, si bien hemos perdido puestos de trabajo en algunos ámbitos, los hemos ganado en otros. Por ejemplo, la invención de los cajeros automáticos, introducida en la década de 1960, debería haber eliminado la necesidad de muchos empleados de banca en Estados Unidos. Sin embargo, con el tiempo, el sector no sólo ha contratado más personal, sino que el crecimiento del empleo en el sector es, de hecho, mejor que la media [1].

¿A qué se debe esto? La respuesta se encuentra en las películas de Hollywood. En la película de 1957 Desk Set, todo el departamento de investigación de audiencia de una empresa está a punto de ser sustituido por una calculadora gigante. Sin embargo, es un alivio para el personal descubrir que la máquina comete errores, por lo que conservan sus puestos de trabajo y aprenden a trabajar junto a la calculadora. Avancemos hasta la película de 2016 Figuras ocultas. Los "ordenadores" humanos de la NASA están a punto de ser sustituidos por el nuevo ordenador central de IBM. La protagonista, Dorothy Vaughan, decide aprender Fortran, un lenguaje informático, para mantenerse al día. Acaba dirigiendo un equipo para garantizar que la tecnología funcione según lo previsto.

Hechos y no fantasías

No se trata de meras fantasías urdidas por los estudios cinematográficos. Es cierto que, siendo realistas, muchos trabajos, sobre todo los que implican acciones repetitivas y rutinarias, pueden sucumbir definitivamente a la automatización. Pero las películas citadas nos animan a no sobrevalorar a los ordenadores e infravalorar a los humanos. Profundizando en esto, creemos que hay varios elementos que sustentan este mensaje.

  • Sólo los humanos pueden realizar tareas no estandarizadas. Mientras que los trabajadores de las cadenas de montaje tradicionales van a ser sustituidos por la automatización, es poco probable que el personal de limpieza de los hoteles se enfrente a la misma perspectiva en un futuro próximo. Los robots son buenos en tareas repetitivas, pero pésimos en situaciones variadas y únicas. Tareas como el servicio de habitaciones requieren flexibilidad, reconocimiento de objetos, destreza física y coordinación motora fina; habilidades como éstas están -al menos de momento- fuera del alcance de las máquinas, incluso de las consideradas inteligentes.
  • Las máquinas hacen que las habilidades humanas sean más importantes. Es posible imaginar que una actividad -como una misión o la producción de bienes- se compone de una serie de pasos entrelazados, como los eslabones de una cadena. En estos pasos intervienen diversos elementos que aumentan el valor de la actividad, como el trabajo y el capital; el cerebro y la fuerza física; las ideas nuevas y excitantes y la aburrida repetición; el dominio técnico y el juicio intuitivo; la transpiración y la inspiración; el cumplimiento de las normas y el uso ponderado de la discreción. Pero, para que la actividad global funcione como se espera, cada uno de los pasos debe realizarse bien, igual que cada eslabón de una cadena debe hacer su trabajo para que la cadena esté completa y sea útil. Por tanto, si conseguimos que uno de estos pasos o eslabones de una cadena sea más sólido y fiable, el valor de la mejora de los demás eslabones aumenta [2]. En este sentido, la automatización no hace necesariamente superfluos a los humanos. Al menos no de manera fundamental, sino que aumenta el valor de nuestras competencias. A medida que surgen la IA y los robots, nuestra experiencia, capacidad de resolución de problemas, criterio y creatividad son más importantes que nunca [3]. Por ejemplo, un estudio reciente analiza una startup tecnológica californiana. A pesar de que la empresa ofrece un servicio basado en la tecnología, se encuentra con un crecimiento tan rápido que, a medida que los sistemas informáticos se hacen más grandes y complejos, está contratando constantemente a más humanos para supervisar, gestionar e interpretar los datos [4]. En este caso, las tecnologías no hacen sino aumentar el valor de las competencias humanas.
  • Los aspectos sociales importan. Tal vez una de las lecciones más reveladoras de la subestimación del poder de las interacciones humanas se encuentre en los cursos masivos abiertos en línea (MOOC). Hasta hace poco, la opinión generalizada era que el auge de las herramientas digitales de enseñanza restaría relevancia a los profesores humanos, o incluso los haría superfluos. Sin embargo, no ha sido así en el caso de los MOOC. Por el contrario, han demostrado que los profesores humanos pueden ser más eficaces con el uso de herramientas digitales. El auge de los programas híbridos, en los que las herramientas en línea se combinan con una presencia física, ha reducido sólo parcialmente el número de horas presenciales de los profesores, al tiempo que les ha liberado para implicarse más en el diseño del plan de estudios, la grabación de vídeos y la redacción de evaluaciones. En última instancia, es esta combinación de interacciones humanas y ordenadores la que campea [5].
  • La resistencia humana no es inútil. Muchos de nosotros hemos sido testigos de cómo proyectos informáticos aparentemente prometedores acababan en fracaso. Pero, muy a menudo, no es el resultado de deficiencias tecnológicas. Más bien, son los usuarios humanos los que se interponen en el camino. Las interfaces desconocidas, el trabajo adicional de introducción de datos, las interrupciones de las rutinas y la necesidad de aprender y comprender los objetivos que intenta alcanzar el sistema recién implantado, por ejemplo, suelen causar frustración. La consecuencia es que la gente puede oponer una enorme resistencia a la adopción de nuevas tecnologías, por mucho que los nuevos sistemas les beneficien a ellos y a la empresa. Es poco probable que esta tendencia a rechazar los nuevos sistemas cambie a corto plazo.

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Más unidos

No hay motivo para pensar que la IA y los robots nos dejarán sin trabajo. Se prevé que en 2025 habrá 3,5 millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero en Estados Unidos, de los cuales 2 millones no se cubrirán porque no habrá suficientes trabajadores cualificados [6]. En conclusión, en lugar de debilitar a los seres humanos, es mucho mejor que nos planteemos cómo mejorar nuestras cualificaciones y aprender a trabajar junto a las máquinas, ya que coexistiremos inevitablemente, pero no nos rendiremos ante ellas.

References

[1] Bessen, James. Aprender haciendo: La conexión real entre innovación, salarios y riqueza. Yale University Press, 2015.

[2] Se trata de la teoría o principio de la junta tórica, propuesta por Michael Kremer en 1993. El nombre proviene del desastre del transbordador espacial Challenger en 1986, causado por el fallo de una sola junta tórica. En este caso, una junta tórica de goma, barata y aparentemente intrascendente, de uno de los cohetes propulsores falló tras endurecerse y agrietarse durante el gélido clima de Florida la noche anterior al lanzamiento.

[3] Autor, David. "¿Por qué sigue habiendo tantos empleos? The History and Future of Workplace Automation", Journal of Economic Perspectives, 29(3), 3-30, 2015.

[4] Shestakofsky, Benjamin. "Algoritmos de trabajo: Software Automation and the Future of Work", Work and Occupations, 44(4), 2017.

[5] Tett, Gillian. "How robots are making humans indispensable", Financial Times, 22 de diciembre de 2016. https://www.ft.com/content/da95cb2c-c6ca-11e6-8f29-9445cac8966f

[6] Instituto de Fabricación y Deloitte, Skills Gap in US Manufacturing, 2017. https://www2.deloitte.com/us/en/pages/manufacturing/articles/skills-gap-manufacturing-survey-report.html

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