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La ciencia detrás de la curiosidad

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Sep 02, 2020

Cuando era pequeño, tal vez 7 u 8 años, recuerdo haber leído un cuento divertido. Se llamaba "El elefante blanco". Decía así:

Hace mucho tiempo, en una tierra lejana, vivían un jardinero muy trabajador y su mujer. Una noche, el jardinero volvía a casa del trabajo, cuando oyó un crujido en los arbustos. Se escondió, se asomó entre los arbustos y, para su sorpresa, encontró un elefante blanco. El elefante pastó silenciosamente en la hierba durante algún tiempo, y luego despegó volando hacia el cielo justo antes del amanecer.

Por curiosidad, el jardinero corrió y se colgó de la cola del elefante. Unos instantes después, se encontró en un extraño jardín. Todo era enorme: tomates, manzanas, pepinos, de todo. El jardinero empezó a recoger alegremente algunas frutas y verduras para llevárselas a casa. Unas horas más tarde, el elefante blanco reapareció y empezó a volver a la tierra. Nuestro hombre se agarró a la cola y se apresuró a volver a casa con el botín.

Le contó la aventura a su mujer. Ella no pudo contener su emoción y se lo contó a sus amigos. Como si de una noticia falsa se tratara, la historia se extendió y todo el mundo pidió ir a la aventura. El día elegido, todo el pueblo se escondió detrás de unos arbustos. Cuando el jardinero corrió a coger la cola del elefante, los aldeanos le siguieron y formaron una larga cadena, colgándose de las piernas de los demás.

Todo iba bien y el grupo iba camino del huerto hasta que la última persona no pudo contener más su emoción y preguntó a la persona de arriba exactamente cuánto podía medir una sandía en este huerto. La pregunta se transmitió y llegó hasta el jardinero. Éste se enfadó y gritó: "son ASÍ de grandes", abriendo mucho las manos. Todas cayeron al suelo.

Recuerdo haberme reído mucho con esta historia. Pero, por desgracia, como científico del comportamiento, ahora me cuestiono los detalles. ¿Por qué el jardinero tuvo que agarrarse a la cola del elefante? ¿Qué hizo que su historia se difundiera como una noticia falsa? ¿Por qué todo el mundo se moría por vivir esta aventura?

Pero no se trata sólo de esta historia. ¿Por qué vemos binge-watch cliffhangers? ¿Por qué nos importa si 2 extraños al azar terminaron casándose entre sí en reality shows? Por qué nos importa si un iPhone X se puede mezclar? (Alerta de spoiler: sí, se puede mezclar hasta convertirlo en un polvo fino).

En pocas palabras, todos somos lo que Herbert Simon denominó en el título de su conferencia en Carnegie Mellon en 1992: "El gato que la curiosidad no pudo matar".1

References

  1. Gobet, F. (2016). De la racionalidad limitada a la pericia. En Mentes, modelos y entornos (pp. 151-166). Springer.
  2. Borowske, K. (2005, abril). Curiosity and motivation-to-learn. En Comunicación presentada a la ACRL Twelfth National Conference.
  3. Berlyne, D. E. (1954). Un estudio experimental de la curiosidad humana. British Journal of Psychology, 45(4), 256.
  4. Day, H. I. (1971). La medición de la curiosidad específica. En H. I. Day, D. E. Berlyne & D. E. Hunt (Eds.), Intrinsic motivation: A new direction in education. Ontario: Ontario Institute for Studies in Education.
  5. Loewenstein, G. (1994). La psicología de la curiosidad: Una revisión y reinterpretación. Psychological bulletin, 116(1), 75.
  6. Heath, C., y Heath, D. (2007). Made to stick: Por qué algunas ideas sobreviven y otras mueren. Random House.
  7. Bruce W. A. Whittlesea y Lisa D. Williams, "The Discrepancy-Attribution Hypothesis II: Expectation, Uncertainty, Sur- prise, and Feelings of Familiarity", Journal of Experimental Psychology: Learn- ing, Memory, and Cognition 27 (2001): 14-33.
  8. Figuras de la ilustración: Peeps abiertos

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