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El negacionismo científico no es sólo un problema de los conservadores

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Oct 25, 2016

¿Cree en el cambio climático y en que el ser humano ha contribuido a él? Si se inclina hacia la izquierda, lo más probable es que la respuesta sea sí. Los científicos han contado a menudo con liberales y demócratas para apoyar sus causas políticas, como la legislación sobre el clima, la investigación con células madre y la enseñanza de la evolución en las escuelas.

Sin embargo, puede sorprender a muchos liberales reconocer que la negación de la ciencia no es puramente un síntoma de la derecha política.

Por ejemplo, gran parte del debate sobre los organismos modificados genéticamente (OMG) enfrenta a científicos y liberales. Aproximadamente la misma cantidad de científicos cree que el cambio climático se debe principalmente a la actividad humana (87%)* que cree que los alimentos modificados genéticamente son seguros para el consumo (88%), pero los científicos se enfrentan a una ardua batalla para convencer a sus aliados políticos habituales sobre la ciencia de los OMG.

¿A qué se debe este cambio con respecto a los partidarios tradicionales de una política fundamentada científicamente? Parte de la razón, como escribí en mi último post, es el razonamiento motivado. Las mismas narrativas ideológicas -como la "protección del medio ambiente" y "mantener a raya a las corporaciones"- pueden llevar a los demócratas a creer en la ciencia sobre el cambio climático pero a rechazar la ciencia sobre los OMG. Preferimos las historias cohesivas y que reafirman nuestra identidad más que las verdades complicadas y matizadas, por lo que a veces descartamos datos y argumentos legítimos cuando no apoyan nuestras creencias previas.

Un factor relacionado que alimenta el negacionismo científico es la creciente desconfianza en expertos y figuras públicas. La confianza en muchas instituciones estadounidenses está en mínimos históricos o cerca de ellos. Aunque esta desconfianza puede estar justificada, con demasiada frecuencia contribuye a que creamos saber más de lo que realmente sabemos. Al intentar protegernos de la desinformación, nuestra desconfianza puede llevarnos a ignorar información importante y a aferrarnos a creencias incorrectas.

¿Podemos corregir las percepciones erróneas?

Una de las razones por las que la gente se manifiesta en contra de los OMG es que creen que modificar el ADN de un organismo no tiene precedentes ni es ético. Si bien es cierto que la falacia naturalista contribuye a confundir a la gente en este asunto, lo cierto es que llevamos miles de años modificando genéticamente nuestros cultivos. Por ejemplo, alimentos como el maíz no existirían si nuestros antepasados no se hubieran dedicado a la ingeniería genética, aunque fuera de forma inconsciente. Aunque los métodos modernos son sin duda más avanzados y pueden considerarse controvertidos, el proceso básico es algo que ha permanecido inalterado durante milenios.

Aunque podamos esperar que la difusión de los hechos aumente el consenso, la realidad es que abordar las falsas creencias de los partidarios suele ser contraproducente. Corregir las percepciones erróneas de los hechos sobre cuestiones políticas puede no convencer a quienes estaban mal informados y a veces influye en que la gente se endurezca en sus creencias incorrectas. Así, es posible que los científicos no puedan persuadir a demócratas o republicanos de sus ideas erróneas.

¿Qué podemos hacer para que la gente cambie de opinión? Parece que corregir a los demás puede ser mucho menos eficaz que hacer que la gente se enfrente a su propia falta de comprensión.

Ilusión de profundidad explicativa

Para poner a prueba esta idea, Fernbach et al. (2013) pidieron a los participantes que indicaran sus niveles de comprensión y apoyo a estas seis propuestas políticas:

(a) Imponer sanciones unilaterales a Irán por su programa nuclear

(b) Aumento de la edad de jubilación en la Seguridad Social

(c) Transición a un sistema sanitario de pagador único

(d) Establecer un sistema de límites máximos y comercio de emisiones de carbono

(e) Instaurar un impuesto nacional a tanto alzado

(f) Aplicar una remuneración basada en los méritos para los profesores

A continuación, se asignó aleatoriamente a algunos participantes la tarea de dar explicaciones precisas, paso a paso, sobre cómo se aplicarían dos de estas políticas y cómo afectarían al cambio. Tras redactar sus explicaciones, se pidió a los participantes que volvieran a valorar su comprensión y preferencia de las dos políticas e indicaran hasta qué punto se sentían seguros de sus posiciones.

Los resultados mostraron que, tras intentar explicar las políticas, los participantes declararon una menor confianza en su comprensión y posiciones más moderadas sobre las cuestiones que evaluaban. En comparación con los participantes que explicaban por qué apoyaban una política, los que explicaban cómo funcionaba una política eran menos extremistas y seguros en sus posiciones finales.

Enfrentarse a su propia ignorancia y romper lo que los autores llaman la ilusión de la profundidad explicativa humilló a los participantes y les hizo más abiertos a otras perspectivas. Los autores sugieren que intentar explicar cómo funcionan las políticas hizo que la gente se sintiera insegura sobre cuánto entendía el tema, por lo que esos participantes expresaron menos certeza y extremismo en sus opiniones. Por otra parte, a quienes se les pidió que explicaran las razones de su apoyo no se les llevó a cuestionar su comprensión de los temas, por lo que su certeza no cambió porque seguían creyendo que sabían lo suficiente para tener una opinión segura.

Equilibrar nuestros juicios con humildad intelectual

Estudios como el de Fernbach et al. (2013) ilustran la necesidad de que cultivemos la humildad intelectual para recalibrar nuestras evaluaciones políticas excesivamente confiadas. La humildad intelectual se ha definido como "la perspicacia sobre los límites del propio conocimiento, marcada por la apertura a nuevas ideas; y... la capacidad de presentar las propias ideas de manera no ofensiva y recibir ideas contrarias sin ofenderse" (Davis et al., 2014). Al igual que los participantes que se dieron cuenta de que no podían explicar adecuadamente las políticas sobre las que escribían, tenemos que aceptar que no siempre poseemos la información necesaria para estar definitivamente seguros de nuestras opiniones.

Reconocer nuestras limitaciones nos obliga a confiar en los demás si queremos obtener conocimientos, y los datos preliminares de Davis et al. (2014) sugieren que la humildad intelectual está efectivamente relacionada con la confianza. Los científicos de la psicología apenas están empezando a estudiar cómo influye este rasgo en la visión del mundo y la toma de decisiones, pero parece claro que cuando confiamos en los demás, especialmente en quienes tienen más conocimientos que nosotros, tenemos más oportunidades de llegar a conclusiones válidas sobre el estado del mundo.

Dicho esto, cultivar la humildad intelectual no nos obliga a abandonar por completo el escepticismo. Clínicos, abogados y analistas políticos experimentados son todos susceptibles de cometer errores y tener prejuicios, y los expertos de todas las profesiones merecen nuestro escrutinio. Estas personas poseen seguramente conocimientos importantes que la mayoría de nosotros desconocemos, pero pueden ser parciales y demasiado confiados en sus apreciaciones, como el resto de nosotros. Mantener el escepticismo nos permite exigir a los demás el mismo grado de humildad intelectual que deberíamos exigirnos a nosotros mismos.

Así que, aunque los escépticos de los OMG deberían aceptar las pruebas actuales de que los OMG son seguros, no hay ninguna razón por la que no puedan exigir también una mayor supervisión y recopilación de datos hasta que se recojan más datos a largo plazo. Esta postura moderada, que reconoce las preocupaciones tanto de los escépticos como de los partidarios de los OMG, parece ser la mejor manera de avanzar en esta cuestión.

Los expertos, incluidos los científicos, merecen nuestro escepticismo, pero no es probable que solucionemos ninguno de nuestros complejos problemas políticos a menos que también apreciemos su perspectiva y sus ideas. Y, si los partidarios desarrollan más humildad intelectual, es de esperar que veamos una mayor aceptación de los hechos a ambos lados del pasillo.

*Es importante señalar que el 97% de los climatólogos, frente al 88% de los científicos en general, están de acuerdo en que el cambio climático se debe sobre todo a la actividad humana. Esta diferencia debería recordarnos que los expertos también se olvidan de los límites de sus conocimientos.

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