Imagina que eres estudiante. Cada vez que te sientas a abrir tus libros, tu teléfono zumba o tu portátil hace ping. Se puede acceder a películas y series de televisión enteras con sólo pulsar un botón. Famosos, amigos y familiares publican continuamente actualizaciones sociales en casi todas las plataformas imaginables. La tecnología moderna ha sido diseñada para exigir toda nuestra atención, todo el tiempo, y las tácticas para conseguirlo son cada vez más sofisticadas. La tentación de dejar el trabajo para más tarde es más irresistible y más fácil que nunca.
La procrastinación (del latín, pro: para, cras: mañana) es un caso especial de nuestro sesgo más general hacia el presente: nuestra tendencia a dar más peso a los beneficios que están más cerca del momento presente a la hora de considerar compensaciones futuras [1]. Es un sentimiento común; todos hacemos planes nobles sobre cuánto vamos a estudiar, cómo vamos a entregar todas nuestras tareas a tiempo y cómo vamos a estar más concentrados y ser más productivos que nunca. Todo esto a partir de mañana, por supuesto. A la hora de la verdad, tendemos a elegir la gratificación instantánea de "sólo un vídeo más" de YouTube en lugar de pasar largas horas estudiando; lo cual, según nuestras preferencias informadas por los prejuicios actuales, nos parece difícil, aburrido y desalentador. La gratificación instantánea está muy bien, pero puede perturbar gravemente nuestros objetivos de estudio más racionales y a largo plazo. De hecho, parece que casi todos los estudiantes procrastinan más de lo que les gustaría.
Así que, en un mundo diseñado para explotar nuestras búsquedas de gratificación instantánea y cortos periodos de atención, ¿hay alguna esperanza para el estudiante? Bueno, la buena noticia es que los conocimientos sobre el comportamiento pueden ofrecer a los estudiantes estrategias más inteligentes para bloquear la tentación y centrarse en su trabajo.
References
[1] O'Donoghue, T., y Rabin, M. (1999). Hacerlo ahora o más tarde. The American Economic Review, 89(1), 103-124. Obtenido de https://www.jstor.org/stable/116981.
[2] Ariely, D., y Wertenbroch, K. (2002). Procrastination, Deadlines, and Performance: Self-Control by Precommitment. Psychological Science, 13(3), 219-224.
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[3] Fischer, C. (2008). La información sobre el consumo doméstico de electricidad: ¿una herramienta para ahorrar energía? Eficiencia energética, 1(1), 79-104.
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[6] Thornton, B., Faires, A., Robbins, M., & Rollins, E. (2014). La mera presencia de un teléfono móvil puede distraer: Implicaciones para la atención y el rendimiento de la tarea. Social Psychology, 45(6), 479-488. https://dx.doi.org/10.1027/1864-9335/a000216.
[7] Vohs, K., Baumeister, R., Schmeichel, B., Twenge, J., Nelson, N., & Tice, D. (2008). La toma de decisiones perjudica el autocontrol posterior: A limited-resource account of decision making, self-regulation, and active initiative. Journal of Personality and Social Psychology, 94(5), 883-898.