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Precompromiso y procrastinación: Herramientas conductuales para estudiantes

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Oct 12, 2017

Imagina que eres estudiante. Cada vez que te sientas a abrir tus libros, tu teléfono zumba o tu portátil hace ping. Se puede acceder a películas y series de televisión enteras con sólo pulsar un botón. Famosos, amigos y familiares publican continuamente actualizaciones sociales en casi todas las plataformas imaginables. La tecnología moderna ha sido diseñada para exigir toda nuestra atención, todo el tiempo, y las tácticas para conseguirlo son cada vez más sofisticadas. La tentación de dejar el trabajo para más tarde es más irresistible y más fácil que nunca.

La procrastinación (del latín, pro: para, cras: mañana) es un caso especial de nuestro sesgo más general hacia el presente: nuestra tendencia a dar más peso a los beneficios que están más cerca del momento presente a la hora de considerar compensaciones futuras [1]. Es un sentimiento común; todos hacemos planes nobles sobre cuánto vamos a estudiar, cómo vamos a entregar todas nuestras tareas a tiempo y cómo vamos a estar más concentrados y ser más productivos que nunca. Todo esto a partir de mañana, por supuesto. A la hora de la verdad, tendemos a elegir la gratificación instantánea de "sólo un vídeo más" de YouTube en lugar de pasar largas horas estudiando; lo cual, según nuestras preferencias informadas por los prejuicios actuales, nos parece difícil, aburrido y desalentador. La gratificación instantánea está muy bien, pero puede perturbar gravemente nuestros objetivos de estudio más racionales y a largo plazo. De hecho, parece que casi todos los estudiantes procrastinan más de lo que les gustaría.

Así que, en un mundo diseñado para explotar nuestras búsquedas de gratificación instantánea y cortos periodos de atención, ¿hay alguna esperanza para el estudiante? Bueno, la buena noticia es que los conocimientos sobre el comportamiento pueden ofrecer a los estudiantes estrategias más inteligentes para bloquear la tentación y centrarse en su trabajo.

Compromisos previos más inteligentes

En primer lugar, un clásico del estudio: las estrategias de precompromiso. Las estrategias de precompromiso consisten en bloquear algunas de nuestras elecciones futuras, sabiendo que no tendremos fuerza de voluntad para resistirnos a ellas más adelante. El resultado es que podemos hacer planes más coherentes con nuestros objetivos a largo plazo, sin sucumbir a la gratificación instantánea. Nada de esto es especialmente nuevo para el estudiante. Hay muchas herramientas que permiten a los usuarios de Internet, en sus momentos más racionales y orientados al futuro, bloquear el acceso a sitios web que les distraen; de modo que, en sus momentos más débiles, no puedan desviarse de su trabajo. Algunos ejemplos populares de estas herramientas son las extensiones "Block site" (para Chrome) y "SelfControl" (para Mac); esta última es especialmente difícil de desactivar para los estudiantes una vez configurada.

Curiosamente, la investigación ha demostrado que las estrategias de precompromiso autoimpuestas son menos eficaces que las externas para mejorar el autocontrol [2]. Por lo tanto, si los estudiantes realmente quieren que su comportamiento mejore mediante el precompromiso, será mejor que sean sus amigos quienes les fijen los plazos de precompromiso.

De hecho, incorporar pequeñas recompensas a nuestras estrategias de precompromiso puede mejorar aún más los resultados de nuestro autocontrol. La idea es que al asociar nuestros precompromisos con pequeñas recompensas, estamos más dispuestos a cumplirlos. Un buen ejemplo de este tipo de herramienta es "Forest", una aplicación que invita a los usuarios a bloquear los sitios que les distraen durante un periodo de tiempo determinado y, a continuación, muestra un gráfico de un árbol que crece en la pantalla, desde la semilla hasta la flor. Los usuarios tienen la opción de abandonar su compromiso, pero si lo hacen antes de que acabe el tiempo asignado, matan su árbol y lo ven marchitarse ante sus ojos. La función es sencilla, pero la idea es muy perspicaz: estamos incentivados a ver crecer nuestro árbol hasta su tamaño completo, por la satisfacción que nos da. Por el contrario, es doloroso verlo morir, sobre todo si hemos invertido mucho tiempo en cultivarlo.

La importancia de la información

Además, recibir información periódica sobre los hábitos de procrastinación podría ser clave para ayudar a los estudiantes a comportarse de forma más racional a la hora de trabajar. Evaluar nuestro propio comportamiento no es fácil, y a veces necesitamos ayuda. Una retroalimentación accesible hace que la información importante sea más destacada, lo que nos ayuda a tomar decisiones mejor informadas. De hecho, esta es precisamente la palanca que utilizan los contadores de energía inteligentes, cuyo objetivo es mostrar a los clientes (en términos monetarios accesibles) cuánto gastan exactamente en su consumo de energía [3].

Se pueden aplicar herramientas similares a las estrategias de autocontrol; si los estudiantes se recordaran a sí mismos con regularidad cuánto tiempo han pasado procrastinando (ese día, esa semana, ese mes, etc.) podrían tomar decisiones mejor informadas sobre cómo comportarse realmente cuando deberían estar estudiando. Esto es especialmente importante en el caso de la procrastinación, ya que se trata de un hábito sin sentido. Cuando, en lugar de trabajar, nos ponemos a mirar las noticias de Twitter, a menudo actuamos de forma casi automática, como si no tuviéramos ningún control sobre nuestros actos. El feedback periódico puede ayudar a los estudiantes a ser más conscientes del tiempo que pierden y a evitar caer en espirales de procrastinación de tres horas sin sentido. De hecho, la investigación nos dice que recibir feedback a largo plazo sobre una tarea puede ayudar a los estudiantes a comportarse de forma más racional al abordar tareas similares a largo plazo [4].

Una estrategia extremadamente eficaz en la lucha contra la procrastinación, por tanto, es llevar un registro de los hábitos de procrastinación. Los estudiantes deberían comprobar su historial de navegación y anotar cuánto tiempo pierden realmente cuando estudian (y, quizás, en qué). Si pueden, deberían llevar un registro de esta información; podría ser vital para ayudarles a comportarse de forma más racional y consciente cuando abordan su trabajo. Un ejemplo de herramienta que puede ofrecer a los estudiantes este tipo de información es Moment, que hace un seguimiento del uso que el usuario hace del teléfono y le avisa cuando lo utiliza demasiado.

Deje el teléfono en casa

Por último, los estudiantes harían bien en trabajar en una habitación distinta a la de sus teléfonos. En primer lugar, porque las notificaciones y las llamadas telefónicas -incluso las que se ignoran- pueden perturbar enormemente nuestro flujo de trabajo[5]. La investigación descubrió que una distracción de tres segundos (el tiempo que se tarda en silenciar el timbre de un teléfono) mientras se realiza una tarea básica de secuenciación es suficiente para perturbar significativamente la atención y provocar que, una vez continuada la tarea después de la perturbación, se cometa el doble de errores de los que se habían cometido antes.

Y lo que es aún más sorprendente, investigaciones recientes indican que la mera presencia de teléfonos (incluso apagados) puede reducir la capacidad cognitiva de los estudiantes [6]. La explicación de estos resultados es muy esclarecedora: las pruebas sugieren que nuestros recursos atencionales y cognitivos son finitos y se agotan en función de las exigencias de la tarea, una teoría conocida como "fatiga de decisión" [7]. La idea básica es que, cada vez que tomamos una decisión, agotamos parte de nuestros recursos cognitivos finitos, lo que afecta a la calidad de nuestras decisiones futuras. Cada vez que miramos el móvil y conseguimos evitar la tentación de encenderlo, dificultamos que nuestro yo futuro ejerza el mismo nivel de autocontrol. Al final, nuestra fuerza de voluntad y nuestra atención disminuyen y ya no podemos mantenernos concentrados. Una forma inteligente de retrasar la aparición de la fatiga cognitiva es minimizar el número de decisiones que tenemos que tomar cuando estudiamos; y eso incluye dejar el teléfono en algún lugar donde no pueda tentarnos.

Cada día, los estudiantes se ven obligados a luchar contra una enorme cantidad de distracciones y tentaciones. La realidad es que esta lucha no puede ganarse sólo con la fuerza de voluntad; las técnicas para captar la atención se han vuelto demasiado frecuentes y sofisticadas. Por suerte, los conocimientos conductuales pueden dotar a los estudiantes de estrategias de estudio más inteligentes, alineando sus hábitos diarios con sus objetivos académicos a largo plazo.

References

[1] O'Donoghue, T., y Rabin, M. (1999). Hacerlo ahora o más tarde. The American Economic Review, 89(1), 103-124. Obtenido de https://www.jstor.org/stable/116981.

[2] Ariely, D., y Wertenbroch, K. (2002). Procrastination, Deadlines, and Performance: Self-Control by Precommitment. Psychological Science, 13(3), 219-224.
doi:10.1111/1467-9280.00441.

[3] Fischer, C. (2008). La información sobre el consumo doméstico de electricidad: ¿una herramienta para ahorrar energía? Eficiencia energética, 1(1), 79-104.
doi:10.1007/s12053-008-9009-7.

[4] Asociación para la Ciencia Psicológica. (2008). Decisiones, Decisiones: La retroalimentación influye en la toma de decisiones. ScienceDaily. Obtenido de www.sciencedaily.com/releases/2008/11/081112124424.htm.

[5] Altmann, E.M., Trafton J.G., & Hambrick, D.Z. (2014) Momentary interruptions can derail the train of thought. Revista de Psicología Experimental, 143(1), 215-26.
doi: 10.1037/a0030986.

[6] Thornton, B., Faires, A., Robbins, M., & Rollins, E. (2014). La mera presencia de un teléfono móvil puede distraer: Implicaciones para la atención y el rendimiento de la tarea. Social Psychology, 45(6), 479-488. https://dx.doi.org/10.1027/1864-9335/a000216.

[7] Vohs, K., Baumeister, R., Schmeichel, B., Twenge, J., Nelson, N., & Tice, D. (2008). La toma de decisiones perjudica el autocontrol posterior: A limited-resource account of decision making, self-regulation, and active initiative. Journal of Personality and Social Psychology, 94(5), 883-898.

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