Hipótesis de similitud
La idea básica
Piensa en los amigos más íntimos que conozcas cuando vayas de mochilero al extranjero. Es probable que compartáis muchas similitudes; quizás la afición por la espontaneidad, las aficiones, el aprecio por la cultura, las preferencias musicales o la elección de alimentos. Durante el viaje, te encuentras interactuando sin esfuerzo con otros mochileros: compartiendo una ruta panorámica relativamente desconocida, una exposición local que visitar o el mejor alojamiento y desayuno de la ciudad. A menudo nos relacionamos y empatizamos fácilmente con personas similares, lo que es resultado de la hipótesis de la similitud.
La hipótesis de la similitud sugiere que tendemos a sentirnos atraídos por quienes se parecen a nosotros. Las semejanzas pueden referirse a actitudes y valores compartidos, así como a opiniones políticas, antecedentes culturales o incluso detalles minúsculos como la postura.1
La experiencia de interactuar con personas similares pone en marcha procesos cognitivos como el aprendizaje, la memoria, la atención y el razonamiento. Un aspirante a músico puede recordar todas las letras de los discos de su grupo favorito. Un empleado puede adquirir destrezas más rápidamente si cuenta con la ayuda de un mentor al que admira o con el que se identifica. Incluso cuando se trata de hacer comparaciones con los demás, tendemos a buscar individuos que compartan actitudes y creencias similares, porque puede ser difícil hacer comparaciones precisas cuando los demás son demasiado diferentes de nosotros.2