Norma social
La idea básica
Aunque muchos de nosotros solemos llegar tarde por las mañanas, a menudo no podemos evitar las prisas matutinas en nuestra cafetería favorita. En estas situaciones, nada nos impide irrumpir en la cafetería, ponernos a la cabeza de la cola y exigir al camarero que nos prepare un espresso doble de inmediato. Sin duda ahorraríamos tiempo y evitaríamos llegar tarde al trabajo o a clase. Sin embargo, imaginemos las posibles reacciones de la gente de la cafetería. Como mínimo, nos mirarían mal y quizá nos llamarían la atención. Y es que esperar el turno, ya sea para comprar un café, subir al autobús o sentarse en un restaurante, es una regla tácita de la sociedad, una norma social.
Las normas sociales son reglas informales que guían el comportamiento dentro de la sociedad. Por lo general, son un medio de restringir el comportamiento.1 Mientras que las leyes existen para prevenir delitos, las normas sociales existen para mantener el orden a menor escala. En lugar de que la gente entre caóticamente en una cafetería, se abra paso a la fuerza y grite su pedido al camarero, las normas sociales dictan que debemos ponernos en fila y hacer nuestros pedidos de uno en uno. Este sistema es más ordenado y eficaz.
Por supuesto, no todas las normas sociales son positivas. Las normas de género -la idea de que el comportamiento y la expresión vienen dictados por el sexo biológico- suelen ser limitadoras y problemáticas. Además, como las normas sociales son tan omnipresentes y rígidas, quienes se desvían de la norma a menudo se enfrentan a consecuencias que pueden ir desde la burla hasta el ostracismo.
Interiorizamos las normas sociales de nuestra cultura, y muchos de nosotros las aplicamos y participamos en ellas automáticamente. Aunque las normas sociales pueden ser herramientas útiles para guiar nuestro comportamiento e informar nuestra toma de decisiones, también pueden ser perjudiciales. Por esta razón, debemos aprender a aceptar las normas sociales sólo si hacen más mal que bien.