Afectar a

La idea básica

¿Tiene buena cara de póquer? ¿O es usted el tipo de persona que siente una pequeña sonrisa en la cara y mariposas en el estómago cuando recibe una buena mano de cartas? Cuando intentamos ocultar algo pero acabamos dándolo a entender a través de nuestro lenguaje corporal o nuestras expresiones faciales, nos enfrentamos al poder del afecto. El afecto, una faceta clave de la psicología social, describe a grandes rasgos la experiencia subjetiva subyacente de emociones, estados de ánimo y sentimientos internos cuando interactuamos con personas, situaciones o estímulos.

Es importante señalar que existe cierta confusión con respecto a la definición de afecto, ya que se utiliza como término general para hablar de estos procesos emocionales subyacentes y como abreviatura de manifestación de afecto. La manifestación del afecto es la encarnación física externa de estas emociones subyacentes, como el lenguaje corporal y las expresiones faciales. Volviendo a nuestro ejemplo del póquer, la emoción que se siente después de recibir una buena mano se llamaría afecto, mientras que la pequeña mueca o el movimiento nervioso de los pies sería una manifestación de afecto.

Los estímulos hacen algo más que despertar sensaciones; dan lugar a procesos de otro tipo, a "sentimientos" en un sentido especial; no nos limitamos a tomar las impresiones tal como vienen, sino que nos vemos afectados por ellas, las sentimos.


- Edward B. Titchener, psicólogo inglés

Términos clave

Afecto: Estado emocional interno de una persona como resultado de la interacción con su entorno. El afecto puede ser positivo, negativo o mixto.

Manifestación de afecto: La manifestación física externa del afecto. Puede observarse en las expresiones faciales, el lenguaje corporal, el tono de voz, los gestos con las manos, la risa o las lágrimas.

Teoría de los afectos: Teoría académica que promueve organizar los afectos en grupos similares y extrapolarlos para describir diversos fenómenos.

Historia

Los orígenes del estudio del afecto son casi tan antiguos como la propia psicología moderna. Wilhelm Wundt fue un fisiólogo y psicólogo alemán de mediados del siglo XIX conocido como "el padre de la psicología experimental" y uno de los padres fundadores de la psicología moderna. Alcanzó estos elevados títulos al abrir el primer laboratorio de psicología experimental de la historia, que utilizó para examinar los procesos mentales y emocionales subyacentes de las personas.

Al principio de su carrera como fisiólogo, Wundt creía que las emociones eran simplemente reacciones mentales a las sensaciones físicas del cuerpo. Sin embargo, a medida que se desarrollaba como psicólogo, empezó a creer que existían algunos fenómenos psicológicos comunes, como los pensamientos, las emociones y las creencias, que estaban causados por múltiples estructuras fundamentales dentro de la psique de una persona. Wundt acuñó por primera vez el término "afecto" para describir los sentimientos y emociones momentáneos causados por estas estructuras fundamentales cuando una persona experimenta una sensación, como oler una flor, que le saquen una muela o escuchar música. En pocas palabras, cada experiencia fisiológica va acompañada de una emoción, un sentimiento o un estado de ánimo. Sostenía que el afecto es un "sexto sentido" que nos permite procesar plenamente una experiencia con valor emocional. Wundt creía que la idea del afecto subyacente era "primitiva", es decir, esencial para nuestra experiencia de ser humanos.

Personas

Wilhelm Wundt

El "padre de la psicología moderna" que utilizó por primera vez el término "afecto". A Wundt se le asocia con la escuela del estructuralismo, que postula que los procesos mentales se componen de estructuras fundamentales.

Silvan Tomkins

En 1962, este psicólogo estadounidense llevó más lejos el estudio del afecto, extendiéndolo al ámbito más amplio de la teoría del afecto. Tomkins consideraba el afecto como una entidad biológica innata sujeta a influencias sociales, que intentó organizar en categorías bien definidas. Su trabajo dio lugar a nueve categorías distintas de afecto, que se utilizarían para sistematizar el comportamiento. La naturaleza sistematizada de la teoría del afecto ha permitido que éste se extienda ampliamente por múltiples campos académicos, desde la literatura hasta la medicina.

Robert B. Zajonic

Psicólogo social estadounidense de origen polaco, conocido por su amplia contribución a diversos descubrimientos sociocognitivos. Uno de ellos fue su relación entre el afecto y la toma de decisiones en 1980. Zanjonic teorizó que el afecto era el factor primario y constante en la percepción de un estímulo, lo que significa que inicialmente percibimos todo a través de una lente emocional, antes e incluso a pesar de que otras funciones cognitivas se pongan en marcha. Este descubrimiento sentó las bases de la heurística del afecto.

Consecuencias

Como seres humanos, nuestras emociones tienden a desempeñar un papel dominante en cómo nos sentimos, nos comportamos y funcionamos en sociedad. Por eso es importante comprender las ventajas y los inconvenientes de los afectos para prepararnos para el éxito.

Los estudios han demostrado que el afecto positivo reduce el estrés, mejora el sueño y aumenta la longevidad. Mantener un afecto positivo también mejora la vida interpersonal de las personas, ya que puede aumentar la sociabilidad, el comportamiento servicial y la apertura mental. Como era de esperar, mantener un estado emocional positivo también es clave para vivir una buena vida, ya que el afecto positivo está estrechamente relacionado con la satisfacción vital, la felicidad y el bienestar.

Más allá de los beneficios personales, se ha demostrado que fomentar el afecto positivo es útil en el lugar de trabajo. Un afecto positivo ayuda a los individuos a manejar bien la información emocional, a resolver problemas y a hacer planes más eficaces y conseguirlos. Por lo tanto, fomentar el afecto positivo en el lugar de trabajo puede aumentar los sentimientos de apoyo organizativo, lo que permite a los empleados debatir sus puntos de vista más abiertamente y disminuir su distanciamiento del proceso de toma de decisiones. Por otra parte, en los lugares de trabajo hostiles y cargados de emociones negativas, los estudios han demostrado un aumento de la desviación en el lugar de trabajo y una disminución de la eficacia.

Otra área de nuestras vidas en la que el afecto desempeña un papel clave es la toma de decisiones. A menudo, cuando tomamos decisiones, utilizamos atajos mentales para acelerar el proceso. Uno de estos atajos es la heurística del afecto, que se produce cuando confiamos en nuestras emociones para tomar decisiones rápidas. Como nuestra primera respuesta a una situación suele ser emocional, ya que los estímulos pasan primero por nuestra amígdala (la estructura cerebral responsable de las emociones), es más fácil confiar en las emociones para guiar nuestra toma de decisiones. La heurística del afecto altera nuestra percepción del riesgo en función del afecto que tengamos en ese momento. Si tenemos un afecto positivo, tendemos a subestimar el riesgo y a centrarnos en la recompensa, mientras que si tenemos un afecto negativo, generalmente sobreestimamos el riesgo y despreciamos la recompensa.

Del mismo modo, inducir un afecto positivo o negativo a través de la publicidad, los mensajes públicos y otras plataformas de comunicación puede ayudar a llevar a la gente a la acción. Por ejemplo, la decisión de utilizar el miedo o el estímulo en los mensajes puede dar lugar a resultados muy diferentes en la publicidad y la salud pública. Normalmente, los mensajes basados en el miedo son útiles para inducir comportamientos a corto plazo, pero son menos útiles a largo plazo, mientras que los mensajes positivos son potencialmente menos útiles para cambiar comportamientos rápidamente, pero son mucho más sostenibles a largo plazo.

Controversias

Aunque el afecto está increíblemente bien investigado, sigue habiendo críticas a la tendencia de la teoría del afecto a extenderse a otros campos académicos. Los críticos consideran que el uso exclusivo de la teoría del afecto es reduccionista cuando se utiliza para abordar cuestiones muy complicadas de la ciencia política o la historia. Por ejemplo, uno podría describir los resultados de la Crisis de los Misiles de Cuba como causados por el afecto personal de JFK ese día, ignorando la multitud de factores sistémicos que también podrían haber desempeñado un papel clave. En esencia, las personas son complejas, y atribuir los resultados de una situación exclusivamente al afecto personal de un individuo, sin tener en cuenta los factores de confusión, puede considerarse simplista. A pesar de este exceso de celo, rara vez se cuestiona la validez psicológica del afecto.

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