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Desconexión moral y lenguaje eufemístico
El Dr. Albert Bandura, eminente investigador en psicología, señala que los procesos psicológicos mencionados distan mucho de ser las únicas formas de desvinculación moral que se manifiestan en las operaciones militares. Para Bandura, la desvinculación moral abarca los procesos personales, conductuales y ambientales por los que los individuos se permiten violar sus propias normas morales sintiéndose bien al hacerlo.
Los efectos de la despersonalización
Por ejemplo, la mayoría de nosotros sentiríamos culpa o remordimiento si robáramos dinero de la mano de alguien. Pero es mucho más fácil justificar la piratería de música en línea desde sitios de "intercambio de archivos" porque podemos convencernos más fácilmente de que nadie sale realmente perjudicado por nuestras acciones. La naturaleza despersonalizada de las interacciones en línea, la naturaleza abstracta de la víctima y muchos otros factores contribuyen a que este último escenario parezca moralmente más ambiguo que la naturaleza personal y concreta de robar un bolso o una cartera.
Frases sin agente frente a frases con agente
Otro mecanismo de desvinculación moral que se encuentra tanto en contextos civiles como militares es el uso de un lenguaje eufemístico. En su nuevo libro, "Moral Disengagement: How People Do Harm and Live with Themselves", Bandura examina la literatura sobre el lenguaje eufemístico y cómo se utiliza a menudo para "despersonalizar a los hacedores de actividades dañinas" (2016). La investigación ha demostrado que la aceptabilidad de ciertas acciones está influenciada por cómo se llaman esas acciones, y el uso de términos desinfectados, sin agente y técnicos en lugar de frases claras, con agente y comunes nos permite hacer cosas con las que de otro modo no nos sentiríamos cómodos. "Compartir archivos" parece más justificable que robar, del mismo modo que "servir al objetivo", "visitar un lugar de interés" y "diplomacia coercitiva" parecen más justificables que bombardear.
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El lenguaje eufemístico de la política de drones
Además de su preocupación por la naturaleza despersonalizada y abstracta de las operaciones con drones, a Bandura le preocupa que el uso de una jerga sin agentes, como "vehículos aéreos no tripulados", contribuya a la falta de responsabilidad individual de la que se informa en las operaciones con drones. Sin embargo, el uso más preocupante del lenguaje eufemístico en las operaciones con drones, revelado en The Drone Papers, proviene de la forma en que los objetivos sobre el terreno son clasificados por oficiales militares a miles de kilómetros de distancia:
"Los documentos muestran que los militares designaban como EKIA - "enemigo muerto en combate"- a las personas que mataban en ataques selectivos, aunque no fueran los objetivos previstos del ataque. Según la fuente, a menos que aparecieran pruebas póstumas que demostraran que los hombres muertos no eran terroristas ni "combatientes enemigos ilegales", seguían siendo designados EKIA. Ese proceso, dijo, "es una locura. Pero nos hemos acomodado a él. La comunidad de inteligencia, el JSOC, la CIA y todos los que ayudan a apoyar y apuntalar estos programas, se sienten cómodos con esa idea."
Sopesar la rectitud moral y el éxito operativo
Desde un punto de vista moral y ético, clasificar a víctimas potencialmente inocentes como "enemigos" por defecto es censurable; sin embargo, desde un punto de vista operativo tiene todo el sentido. Los operadores dudarían mucho más a la hora de apretar el gatillo si fueran plenamente conscientes de la frecuencia con la que han matado a civiles inocentes durante sus misiones. Bandura y otros señalan el estrés que sufren los operadores de drones a pesar de estar alejados del frente y que "tener que apagar y encender la propia moralidad, día tras día, entre los letales ataques aéreos y la prosocial vida doméstica dificulta mantener un sentido de integridad moral" (2016). Los funcionarios de la comunidad de inteligencia pueden justificar el uso de estas designaciones como una forma de proteger la ya de por sí tensa psique de sus equipos de drones.
El bucle de retroalimentación de la falta de compromiso moral en la política de drones
Una consecuencia no deseada de estos eufemismos es el mensaje implícito que se ha transmitido en la cadena de mando: los daños colaterales no son una preocupación. El ex operador e instructor de drones Michael Haas afirma que fue castigado cuando suspendió a un alumno en una misión de entrenamiento en la que el alumno insistió en que sus objetivos eran sospechosos a pesar de no tener pruebas que respaldaran su opinión:
"Corto de operadores", sus superiores le pidieron que explicara su decisión. "No quiero a una persona en ese asiento con esa mentalidad y con las manos en esos gatillos", dice Haas. "Es un escenario peligroso para todos tener a alguien con esa sed de sangre". Pero la perspectiva desapegada del estudiante no era tan importante como la formación de nuevos reclutas. Al final, Hass fue sancionado por suspender al alumno y se le prohibió dar clases durante 10 días."
En algún nivel, los superiores de Haas seguramente quieren limitar la cantidad de civiles muertos en sus ataques, pero el lenguaje eufemístico con el que se calibran sus objetivos políticos les permite desestimar las preocupaciones de Haas y seguir entrenando a un recluta potencialmente peligroso. Cuando los daños colaterales son una estadística oculta, no hay razón para preocuparse al mirar la hoja de estadísticas: la desinfección del lenguaje de la guerra permite continuamente que se pasen por alto o queden impunes errores fatales.
Resulta problemático que los individuos que forman parte de las burocracias de los aviones no tripulados se desvinculen moralmente mientras trabajan y mantengan el statu quo político, pero el mayor problema es que las políticas y los sistemas de la guerra con aviones no tripulados generan internamente este tipo de desvinculaciones morales que, de otro modo, no surgirían.
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