¿Por qué no tiramos de la palanca del carro?

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Sesgo de omisión

explicó.
Bias

¿Qué es el sesgo de omisión?

El sesgo de omisión se refiere a nuestra tendencia a juzgar las acciones perjudiciales como peores que las inacciones perjudiciales, aunque tengan consecuencias similares.

Dónde se produce

Imagina el siguiente escenario.

Estás dando un paseo cuando ves un tranvía desbocado que se precipita por las vías del tren. Un grupo de cinco personas se encuentra en la trayectoria del tranvía y no puede apartarse a tiempo para escapar. Ves que hay una palanca cerca de ti que puede cambiar la dirección del trolebús a otro juego de vías. Sin embargo, te das cuenta de que hay un hombre parado en las otras vías que tampoco podría escapar si tiraras de la palanca.

Te encuentras en un dilema moral con dos opciones. Puedes A) no hacer nada y que el tranvía mate a cinco personas o B) tirar de la palanca y matar a una persona para salvar a cinco. ¿Qué es lo correcto?

Aunque ninguna de las dos opciones es óptima, la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que la opción B es la más sólida desde el punto de vista moral. Sin embargo, es posible que la acción de tirar de la palanca y matar a una persona te infunda más culpa que la inacción que provoca la muerte de cinco personas. Aunque las consecuencias de elegir la opción A sean peores, nuestro deseo de abstenernos de cualquier acción perjudicial (y la consiguiente culpa) puede anular la elección más ética. Este famoso experimento mental, apodado "el problema del carrito", demuestra el sesgo de omisión en acción.1

Efectos individuales

En general, la mayoría de la gente quiere hacer el bien y evitar causar daño en su vida cotidiana. Nos gusta sentirnos altruistas y compasivos. Aunque a menudo hay zonas grises, intentamos escuchar nuestro barómetro interno de moralidad y actuar en consecuencia. Sin embargo, a veces los juicios morales que hacemos se basan en un pensamiento sesgado. El sesgo de omisión hace que consideremos las acciones peores que las omisiones (casos en los que alguien no actúa) en situaciones en las que ambas tienen consecuencias adversas e intenciones similares.

Sin embargo, muchos filósofos creen que la distinción entre omisión y acción es más arbitraria de lo que nos gusta pensar. El filósofo Jonathan Bennett sostiene incluso que hay muchas más formas posibles de ejecutar una omisión que una acción.2 Según Bennet, hay muchas formas en las que podríamos evitar tirar de la palanca del tranvía y menos formas en las que realmente podríamos tirar de la palanca para salvar a las cinco personas. Así, Bennett sostiene que las diferencias morales que atribuimos a la acción frente a la omisión no son tan definitivas.

Como resultado, el sesgo de omisión puede manifestarse en un juicio pobre en nuestra percepción de los demás y permitir nuestros propios comportamientos negativos. Cuando evaluamos la integridad de los demás, el sesgo de omisión puede hacer que infravaloremos mentalmente la insidia de la inacción en determinadas situaciones. Al interiorizar estos juicios, a menudo nos sentimos moralmente protegidos en nuestras propias omisiones y podemos racionalizar el daño diciendo: "Bueno... ¡yo no hice nada!". En el problema del tranvía, podríamos pensar: "¡No fue culpa nuestra! Además, ¡no podíamos hacer daño al hombre que estaba en el otro juego de vías!" y no reflexionamos sobre nuestras propias discrepancias morales.

Efectos sistémicos

Los juicios individuales de moralidad y las evaluaciones del daño se amplifican a nivel de grupo, especialmente dentro del sistema judicial. En el "derecho de daños", las víctimas pueden demandar a los causantes de daños para compensar sus pérdidas. Un estudio de los investigadores en ciencias del comportamiento Jonathan Baron e Ilana Ritov halló pruebas significativas del sesgo de omisión en los juicios de los sujetos sobre indemnizaciones y sanciones.3 Por ejemplo, propusieron un caso en el que una mujer queda estéril por tomar anticonceptivos. A continuación, propusieron escenarios alternativos: A) la lesión se produjo como efecto secundario del anticonceptivo o B) la lesión se produjo porque una empresa no sacó al mercado un anticonceptivo más seguro que se consideraba menos rentable. Una cantidad significativa de participantes afirmó que la mujer debería recibir una mayor indemnización por ser víctima de acciones perjudiciales (hipótesis A) frente a omisiones perjudiciales (hipótesis B). Baron y Ritov afirman que estos resultados reflejan problemas de parcialidad en el sistema general de derecho de responsabilidad civil.

El sesgo de omisión también tiene importantes repercusiones en el campo de la medicina. Por ejemplo, podemos observar cómo influye el sesgo de omisión en los índices de donación de órganos4 . Con este sistema, en el año 2000 había más de 60.000 estadounidenses a la espera de un trasplante de órganos. Para los estadounidenses, los daños causados por la omisión (no optar) pueden parecer "menos culpables". En cambio, en países como Bélgica, Austria y Brasil se presume el consentimiento o se aplica una política de "exclusión voluntaria". Con esta política, los países suelen tener una tasa de donación de órganos de entre el 86% y el 100%. En estos países, la exclusión voluntaria activa se percibe como un acto perjudicial, lo que hace que sea menos probable que la gente lo haga. Este ejemplo también demuestra el poder del encuadre en nuestra toma de decisiones, un fenómeno conocido como efecto de encuadre.

Por qué ocurre

A menudo hay situaciones en las que las acciones son más perjudiciales que las omisiones. En esos casos, nuestro juicio es imparcial y nuestra brújula moral apunta en la dirección correcta. Entonces, ¿qué desvía nuestra brújula moral y por qué?

Generalizamos en exceso

Como ya se ha dicho, hay muchos casos en los que nuestro juicio de que las acciones son peores que las inacciones es correcto. Esto se convierte en una heurística, o un "atajo" cognitivo, que utilizamos para evaluar la moralidad de los demás y guiar nuestras propias acciones. Cuando nos enfrentamos a situaciones en las que el resultado y la intención de las acciones e inacciones perjudiciales son los mismos, pero seguimos tratándolas de forma diferente, esta heurística se generaliza en exceso y resulta perjudicial.5 La generalización excesiva de una heurística puede compararse con la "transferencia inadecuada de reglas matemáticas", como utilizar el teorema de Pitágoras para determinar la longitud de un rectángulo.5

El filósofo y especialista en ética Peter Singer también sugiere que el sesgo de omisión también nos permite imponer un límite a nuestras responsabilidades morales.6 Si las acciones dañinas tienen más peso, podemos sentirnos indiferentes ante los daños infligidos por nuestras omisiones.

Somos reacios a las pérdidas

Otra explicación del sesgo de omisión es que valoramos más las pérdidas que las ganancias de la misma cuantía, lo que se conoce como aversión a las pérdidas. Si no actuamos y el resultado es malo, lo consideramos una oportunidad perdida de ganar. Si actuamos y el resultado es malo, lo consideramos una pérdida4.

Por ejemplo, supongamos que un inversor tiene acciones de la acción A y piensa en pasarse a la acción B, pero decide no hacerlo. Si la acción B se dispara, el inversor probablemente se arrepentirá un poco, pero no lo sentirá como una pérdida. Si otro inversor tiene acciones de la acción B y las vende por acciones de la acción A, cuando la acción B se dispare, lo sentirá como una gran pérdida7 .

Aquí podemos ver cómo tendemos a juzgar más negativamente a una persona cuando sus acciones provocan una pérdida, en contraposición a cuando sus inacciones le hacen perder una ganancia. Nuestra aversión a las pérdidas es poderosa y a menudo nos ciega. Si consideramos las acciones y omisiones dentro de un marco de pérdidas y ganancias, podemos profundizar en nuestra comprensión del sesgo de omisión.

Por qué es importante

El sesgo de omisión está arraigado en nuestro marco social, desde las prácticas jurídicas hasta las médicas.4 En nuestras relaciones personales, podemos ser víctimas del sesgo de omisión y sentirnos justificados para omitir la verdad porque consideramos que es mejor que mentir. Cuando evaluamos la "bondad" de una acción, no siempre es blanco o negro. Es lógico que queramos facilitarnos las cosas y tomar un atajo. Sin embargo, las formas en que la sobregeneralización puede tener un impacto costoso que no debe ignorarse.

Sin embargo, como vimos en el ejemplo de la donación de órganos, los responsables políticos tienen un inmenso poder a la hora de enmarcar las decisiones que tomamos como individuos. Al comprender los mecanismos que subyacen al sesgo de omisión, los responsables políticos tienen la oportunidad de aprovecharlo para el bien público. Imaginemos que determinados componentes de las energías limpias formaran parte de un sistema de exclusión voluntaria en lugar de inclusión voluntaria. Como en el caso de las donaciones de órganos, lo más probable es que se produjeran cambios importantes en los niveles de emisiones de carbono.

Cómo evitarlo

Evitar nuestros sesgos puede ser complicado, ya que están muy arraigados en nuestra forma de pensar. Antes hemos hablado de cómo el sesgo de omisión puede producirse por un exceso de generalización.

A veces, esta sobregeneralización se produce porque ni siquiera nos damos cuenta de que estamos utilizando una heurística para evaluar la moralidad. Esto nos impide pensar de forma crítica sobre las situaciones en las que puede aplicarse incorrectamente y da lugar a un pensamiento sesgado.5 Por tanto, un buen punto de partida es reflexionar sobre las formas en que reverenciamos las omisiones frente a las acciones en nuestra vida cotidiana. Pensemos en los casos en los que esta heurística está fundamentada y pensemos en los casos en los que podría no encajar. De cara al futuro, podemos intentar pensar en las consecuencias de nuestras inacciones, en lugar de considerarlas inconsecuentes.

Al igual que los responsables políticos, hay formas de enmarcar las cosas en nuestras propias vidas para trabajar con nuestro sesgo de omisión y tomar mejores decisiones. Por ejemplo, podemos reflejar el método opt-out al preparar un examen estableciendo un plan con los compañeros de clase para quedar en la biblioteca todas las noches a las 7. De este modo, aunque realmente no tengamos ganas de estudiar, sería necesaria la acción de cancelar para evitarlo. Por otro lado, si no nos comprometemos a nada, estamos utilizando un método opt-in. Esto nos da la oportunidad de evitar estudiar por omisión sin sentir que nuestras acciones están teniendo consecuencias negativas

Cómo empezó todo

El sesgo de omisión fue estudiado por primera vez por los investigadores en ciencias del comportamiento Mark Spranka, Elisa Minsk y Jonathon Baron, de la Universidad de Pensilvania, en 1990.5 En un estudio global, Spranka, Minsk y Baron administraron una serie de experimentos a través de cuestionarios pagados en línea en los que pedían a los participantes que emitieran juicios morales sobre actores en diversos escenarios. Por ejemplo, en su primer experimento, propusieron el siguiente caso:

John es tenista en un club de tenis. Es el mejor del club, pero no es bueno.

suficiente para jugar profesionalmente. Todos los años se celebra en el club de John un torneo con un premio de 20.000 dólares, que a veces atrae a grandes jugadores. John llega a la final, pero se enfrenta al tenista profesional Ivan Lendl por el premio. La víspera de la final, durante la cena, John recuerda que Ivan es alérgico a la pimienta de Cayena y que el club sirve un aliño de ensalada de la casa con Cayena. John sabe que Ivan tendrá problemas estomacales que interferirán en su rendimiento si come esto.

A continuación, se pidió a los participantes que calificaran la moralidad de John en una serie de posibles finales:

  • John recomienda el aderezo de la casa antes de que Ivan pida
  • John no dice nada cuando Ivan ordena vestir la casa
  • John recomienda cambiar al aliño de la casa después de que Ivan pida aliño italiano

Los resultados mostraron que el 65% de los participantes mostraban evidencias del sesgo de omisión, calificando "Juan no dice nada..." como menos inmoral que las otras opciones, aunque el resultado fuera el mismo. También descubrieron que los participantes consideraban que John debería tener una mayor penalización en los finales en los que recomendaba el vendaje. La mayoría de los participantes que mostraron el sesgo de omisión racionalizaron sus juicios morales diciendo que John "tenía un mayor papel causal".

Este trabajo de Spranka, Minsk y Baron aportó hallazgos cruciales en la investigación del sesgo de omisión al demostrar su prevalencia con datos experimentales y diseccionar los mecanismos cognitivos en juego.

Ejemplo 1 - Antivacunas

Un estudio realizado en 1994 por David Asch y sus colegas exploró cómo el sesgo de omisión afecta a las decisiones de los padres sobre si vacunar o no a sus hijos.8 Algunos padres deciden no vacunar a sus hijos contra la tos ferina (también conocida como "tos convulsa") por "temor a que la reacción a la vacuna en sí pueda provocar la muerte o lesiones graves". Los datos médicos demuestran que estos temores son insignificantes. En la Gran Bretaña de los años 70, se produjo un descenso de las vacunaciones contra la tos ferina que provocó un gran aumento de los casos y de las muertes relacionadas con esta enfermedad. Así pues, los investigadores utilizaron el ejemplo real de la vacuna contra la tos ferina para examinar estas decisiones con relevancia histórica.

Asch y su equipo administraron a los padres un cuestionario sobre la vacuna y varias preguntas para comprobar su sesgo. Sus resultados mostraron que los encuestados que afirmaron que no vacunarían a sus hijos eran "más propensos a creer que vacunar era más peligroso que no vacunar" y eran "más propensos a mostrar un sesgo de omisión". Aunque vacunar tenía muchas menos probabilidades de causar daños que no vacunar, los padres con el sesgo de omisión favorecían la inacción frente a la acción.

Ejemplo 2 - Deportes profesionales

En su libro Sportscasting, Tobias Moskowitz y L. John Wertheim explican cómo influyen los prejuicios en los partidos deportivos profesionales.9 Por ejemplo, analizan cómo el prejuicio de omisión hace que los árbitros eviten pitar jugadas que determinarán el resultado del partido.

En béisbol, un jugador pasa a primera base si el árbitro canta cuatro "bolas". Según Moskowitz y Wertheim, los árbitros tienen un porcentaje de error del 12,2% en las bolas fuera de la zona de strike. Sin embargo, cuando hay tres bolas, los árbitros tendrán un porcentaje de error del 20% para las bolas fuera de la zona de strike. Esto les permite evitar enviar a un bateador a la base.

Además, en el baloncesto profesional, hay pruebas de que los árbitros pitan menos faltas al final de los partidos ajustados. Los datos muestran que son especialmente menos propensos a pitar faltas que son "más a discreción del árbitro" cuando está terminando un partido igualado. El sesgo de omisión en los árbitros puede hacer que no piten faltas reales, para evitar la posibilidad de pitar una falta y alterar el juego.

Resumen

Qué es

El sesgo de omisión se refiere a nuestra tendencia a considerar que las inacciones perjudiciales son más moralmente correctas que las acciones perjudiciales.

Por qué ocurre

El sesgo de omisión se produce porque sobregeneralizamos la creencia de que las acciones causan más daño que las omisiones. Además, cuando actuamos y provocamos resultados negativos, lo consideramos una pérdida mayor que cuando no actuamos y provocamos resultados negativos.

Ejemplo 1 - Cómo influye el sesgo de omisión en la defensa de la antivacunación

Un estudio de David Asch y sus colegas descubrió que los padres que se negaban a vacunar a sus hijos contra la tos ferina mostraban el sesgo de omisión. Estos padres consideraban que no vacunar era la opción más segura a pesar de que la probabilidad de daños era mayor que si vacunaban.

Ejemplo 2 - Cómo afecta el sesgo de omisión a los deportes profesionales

Toby Moskowitz y L. John Wertheim informan de que los árbitros de deportes profesionales tienden a evitar las decisiones que alteran el juego debido al sesgo de omisión. En el béisbol, esto se manifiesta en que los árbitros evitan pitar la cuarta bola. En baloncesto, el sesgo de omisión hace que los árbitros eviten pitar faltas hacia el final de partidos ajustados.

Cómo evitarlo

Podemos reflexionar sobre cómo el sesgo de omisión sesga nuestra percepción y nuestras acciones. Podemos recordarnos a nosotros mismos que debemos tener en cuenta las consecuencias de nuestras omisiones. Además, podemos aprender a controlar el sesgo de omisión modificando el encuadre.

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Referencias

  1. Thomson, J. J. (1976). KILLING, LETTING DIE, AND THE TROLLEY PROBLEM. The Monist59(2), 204–217. JSTOR.
  2. Bennett, J. (1981). Morality and Consequences (S. McMurrin, Ed.; Vol. 2). University of Utah Press.
  3. Baron, J., & Ritov, I. (1993). Intuitions about penalties and compensation in the context of tort law. Journal of Risk and Uncertainty7(1), 17–33. https://doi.org/10.1007/BF01065312
  4. Baron, J., Bazerman, M. H., & Shonk, K. (2006). Enlarging the Societal Pie Through Wise Legislation: A Psychological Perspective. Perspectives on Psychological Science1(2), 123–132. https://doi.org/10.1111/j.1745-6916.2006.00009.x
  5. Spranca, M., Minsk, E., & Baron, J. (1991). Omission and commission in judgment and choice. Journal of Experimental Social Psychology27(1), 76–105. https://doi.org/10.1016/0022-1031(91)90011-T
  6. Singer, P. (2011). Practical Ethics. Cambridge University Press.
  7. Kahneman, D. (2013). Thinking, Fast and Slow (1st Edition). Farrar, Straus and Giroux.
  8. Asch, D. A., Baron, J., Hershey, J. C., Kunreuther, H., Meszaros, J., Ritov, I., & Spranca, M. (1994). Omission Bias and Pertussis Vaccination. Medical Decision Making14(2), 118–123. https://doi.org/10.1177/0272989X9401400204
  9. Moskowitz, T., & Wertheim, L. J. (2012). Scorecasting: The Hidden Influences Behind How Sports Are Played and Games Are Won. Three Rivers Press.
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