La navaja de Hanlon
La idea básica
Muchos conocen la frustración de tener un compañero de piso difícil. Cuando se vive con alguien que no se molesta en fregar los platos, sacar la basura o guardar silencio a altas horas de la madrugada, es fácil sentirse frustrado. Es posible que empieces a creer que tu compañero de piso es intencionadamente negligente, que tiene mala personalidad o que tal vez está intentando fastidiarte.
En situaciones como ésta, es importante dar un paso atrás y considerar algunas cosas. ¿Tiene tu compañero de piso algún motivo para no gustarte? ¿Tiene antecedentes de ser malintencionado con los demás? Si no es así, puede que no se dé cuenta de lo irritantes que son sus acciones o que, simplemente, no tenga los platos entre sus prioridades. Quizá nunca tuvieron que sacar la basura cuando eran pequeños. Tal vez no se dan cuenta de lo ruidosas que son sus conversaciones telefónicas a medianoche. ¿Les has comunicado tu frustración de forma eficaz o has dado por sentado que ya saben lo desconsideradas que son sus acciones? Si no les has comunicado tu frustración, puede que sus acciones desconsideradas no se expliquen en parte por una simple falta de conciencia.
Hacer este tipo de consideraciones es una forma de aplicar la Navaja de Hanlon, un recurso heurístico que nos dice que no debemos suponer una intención maliciosa detrás de las acciones cuando la falta de conciencia o conocimiento puede explicarlas adecuadamente. Douglas W. Hubbard expone sucintamente este principio:
"Nunca atribuya a la malicia o la estupidez lo que puede explicarse por individuos moderadamente racionales que siguen incentivos en un sistema complejo de interacciones.3"
Es fácil suponer que las acciones hirientes de los demás están diseñadas intencionadamente para perjudicarnos, sobre todo porque somos propensos a sesgos cognitivos como el efecto foco y el heurístico del afecto. En muchos casos, es posible que las otras personas de nuestra vida simplemente no posean la conciencia o los conocimientos necesarios para comprender el impacto de sus acciones. Reconocer la asimetría de la información puede ayudarnos a comunicarnos mejor y a mejorar nuestras relaciones: con nuestros amigos, compañeros de trabajo, parejas y, sí, con tu molesto compañero de piso.