Inercia
La idea básica
Si fuiste a clase de física en el instituto, puede que recuerdes haber aprendido sobre la inercia, la tendencia de un objeto a resistirse al cambio de movimiento.1 Si el objeto está en reposo, tiende a permanecer en reposo. Si el objeto está en movimiento, permanecerá a su ritmo a menos que lo interrumpa una fuerza externa. Sólo con una resistencia externa cambiará el estado del objeto.
Los seres humanos también experimentamos inercia.2 Preferimos seguir comportándonos como ya somos; nos quedamos con la opción por defecto a menos que estemos específicamente motivados para cambiarla. La inercia también se aplica a nuestras creencias; tendemos a resistirnos a los cambios en nuestra forma de pensar. Al fin y al cabo, confiar en modelos mentales predeterminados parece un método eficaz para gestionar comportamientos y decisiones.3 Sin embargo, confiar demasiado en estos modelos predeterminados entraña un peligro.
Antes de explorar la inercia, hay que hacer una distinción importante entre ella y la perseverancia en las creencias. La perseverancia en la creencia, también conocida como conservadurismo conceptual, es la tendencia a mantener una creencia a pesar de enfrentarse a información explícitamente contradictoria.4 5 La perseverancia en la creencia se basa en justificar la información invalidada y, por tanto, es la perseverancia de la creencia en sí, mientras que la inercia es la perseverancia de cómo se interpreta la información.2