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Mover las metas mentales: Por qué aspirar a "lo mejor" no siempre es la mejor estrategia

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Apr 16, 2021

Cuando hacemos nuestros propósitos de Año Nuevo o nos fijamos una lista de objetivos personales, a menudo pensamos en términos de máximos; los formulamos en términos como "quiero estar tan en forma como pueda", "quiero ganar tanto dinero como sea posible" o "quiero devolver a la caridad todo lo que pueda". Nuestros gobiernos suelen hacer lo mismo; por ejemplo, en muchos países, la retórica en torno a la pandemia de COVID-19 ha sido reducir al máximo la transmisión y las hospitalizaciones por el virus antes de, por ejemplo, abrir comercios o permitir concentraciones masivas.

Este tipo de objetivos se conocen como objetivos "maximizadores". Con ello queremos decir que no tienen un objetivo final concreto, sino que se trata simplemente de llegar a ser el mejor, o hacer todo lo que podamos. Desde el punto de vista cognitivo, requiere una exploración y un análisis constantes para garantizar que no se ha pasado por alto la "mejor" opción, y que siempre estamos optimizando nuestras decisiones y acciones para alcanzar este objetivo.

Uno de los problemas que plantea la maximización de objetivos es que, por su propia naturaleza, son extremadamente difíciles de alcanzar y completar. ¿En qué punto podemos decir que somos los más "aptos" que podemos ser? ¿Qué significa eso? ¿Seguro que siempre podemos estar un poco más en forma? Del mismo modo, ¿hasta qué punto hemos hecho lo suficiente para frenar la transmisión del COVID-19 antes de abrir peluquerías?

Sin un objetivo claro y orientado a la realidad, sino más bien una vaga determinación de mejorar o maximizar nuestra capacidad en un área, no sólo nos estamos exponiendo a la decepción, sino que también estamos malgastando tiempo y energía. Si no nos preguntamos adecuadamente si es necesario maximizar o no una ambición concreta, podemos gastar recursos innecesarios en convertirnos en los mejores en algo en lo que nos conformaríamos con ser bastante buenos.

A la luz de esto, la economía conductual sugiere que hay un tipo diferente de objetivos que podemos, y debemos, fijarnos rutinariamente: los objetivos de satisfacción. Los objetivos satisfactorios son aquellos en los que buscamos una opción o un objetivo que sea "suficientemente bueno". Resulta especialmente útil cuando tenemos información incompleta, cuando nos enfrentamos a sistemas que implican altos niveles de incertidumbre o cuando no disponemos de los recursos necesarios para invertir en la búsqueda de todas las alternativas potenciales con el fin de maximizar.

Para ayudar a entender la diferencia entre un objetivo maximizador y un objetivo satisfactorio, tomemos el ejemplo de la forma física.

Maximizar: Quiero estar lo más en forma posible.

Satisfacción: Quiero estar en forma para correr 5 km sin parar.

Otro ejemplo, esta vez relacionado con la escritura:

Maximizar: Quiero escribir más este año.

Satisficing: Este año quiero escribir un artículo cada mes.

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El debate entre objetivos de maximización y de satisfacción en la teoría económica

La controversia entre maximización y satisfacción está muy arraigada en la economía. El debate fue introducido por Simon en 19551 y popularizado por Schwartz en 20022, y puede tener distintos significados según el contexto. En este artículo nos limitaremos a analizarlo en el contexto de la fijación de objetivos.

La investigación ha demostrado que quienes se sienten satisfechos disfrutan más de sus elecciones. También dedican menos tiempo y se estresan menos al elegir. Un artículo publicado en 2002 por Barry Schwartz y sus colegas2 investigó la toma de decisiones de estudiantes universitarios. En la primera fase de su estudio, entregaron a los estudiantes un cuestionario para determinar, en primer lugar, si tenían una personalidad más "maximizadora" o "satisfactiva" y, en segundo lugar, para evaluar su bienestar en una serie de ámbitos: satisfacción vital, felicidad, optimismo y autoestima.

Descubrieron que quienes maximizaban sus opciones y objetivos eran menos felices y tenían menor autoestima y satisfacción vital. Además, los maximizadores tenían más probabilidades de sufrir depresión y perfeccionismo. En otras ramas del estudio, descubrieron que los maximizadores eran más propensos a compararse socialmente con los demás y a arrepentirse.

Estos resultados se han repetido y ampliado a lo largo de las dos últimas décadas. En 2013, Peng3 demostró que, en un contexto profesional, los equipos que tenían tendencias satisficing presentaban mayores niveles de moral, satisfacción y mejores resultados a largo plazo en comparación con los que tenían tendencias maximizing. En 2012, Sparks et al. demostraron que quienes intentaban maximizar sus objetivos no solo eran menos felices, sino que también se mostraban más reacios a comprometerse con sus elecciones y objetivos.4 Se cree que estos efectos se amplifican en los entornos digitales, donde el abanico de opciones y las posibles comparaciones se multiplican.5

¿Maximizar es siempre malo?

En la sección anterior de esta discusión se ha omitido una métrica importante: los resultados. Aunque la bibliografía parece mostrar con bastante coherencia que los satisfechos muestran un mayor bienestar y autoestima a nivel individual, los datos que comparan el rendimiento y los resultados pintan un panorama ligeramente distinto.

Iyengar et al.6 estudiaron a estudiantes universitarios en otoño de su último año de carrera. Les administraron una escala que medía sus tendencias maximizadoras y posteriormente les hicieron un seguimiento a lo largo del año mientras buscaban trabajo. Los estudiantes con tendencias maximizadoras consiguieron empleos con salarios un 20% más altos que los que tenían tendencias satisfechas, aunque los maximizadores estaban menos satisfechos y tenían una actitud más negativa durante el proceso de búsqueda de empleo que los satisfechos.

Este resultado se reproduce en otros estudios, que muestran que, a pesar de ser más indecisos y tener peores resultados psicológicos, los maximizadores rinden igual de bien, si no mejor, que sus compañeros satisfechos.

Hacia un modelo mental sostenible

La solución no consiste en abandonar todos nuestros objetivos maximizadores -ya sea en nuestra vida personal o profesional o en el contexto de las políticas públicas- y sustituirlos por otros satisfactorios. Más bien, deberíamos acostumbrarnos a cuestionar nuestras ambiciones, evaluar su importancia y tomar una decisión racional sobre si debemos o no satisfacerlas o maximizarlas. De hecho, esto es algo que incluso podemos intentar modelar matemáticamente si nos apetece.7 Hacer esto no sólo eliminará el estrés cognitivo y la carga de un exceso de objetivos maximizadores, sino que también dejará espacio para los que más nos importan.

References

  1. Simon, H.A., A Behavioral Model of Rational Choice. The Quarterly Journal of Economics, 1955. 69(1): p. 99-118.
  2. Schwartz, B., et al., Maximizing versus satisficing: happiness is a matter of choice. J Pers Soc Psychol, 2002. 83(5): p. 1178-97.
  3. Peng, S., Maximización y satisfacción en díadas de toma de decisiones. 2013.
  4. Sparks, E.A., J. Ehrlinger, y R.P. Eibach, Failing to commit: Maximizers avoid commitment in a way that contributes to reduced satisfaction. Personalidad y diferencias individuales, 2012. 52(1): p. 72-77.
  5. Misuraca, R. y B. Fasolo, Maximizing versus satisficing in the digital age: Escalas disjuntas y el caso del "consenso de constructo". Personalidad y diferencias individuales, 2018. 121: p. 152-160.
  6. Andreatta, P.B., et al., Resultados a corto plazo e impacto a largo plazo de un programa de educación médica para estudiantes de medicina. Educación Médica, 2009. 43(3): p. 260-267.
  7. Hey, J.D., Y. Permana, y N. Rochanahastin, Cuándo y cómo satisfacer: una investigación experimental. Teoría y decisión, 2017. 83(3): p. 337-353.

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