Cuando hacemos nuestros propósitos de Año Nuevo o nos fijamos una lista de objetivos personales, a menudo pensamos en términos de máximos; los formulamos en términos como "quiero estar tan en forma como pueda", "quiero ganar tanto dinero como sea posible" o "quiero devolver a la caridad todo lo que pueda". Nuestros gobiernos suelen hacer lo mismo; por ejemplo, en muchos países, la retórica en torno a la pandemia de COVID-19 ha sido reducir al máximo la transmisión y las hospitalizaciones por el virus antes de, por ejemplo, abrir comercios o permitir concentraciones masivas.
Este tipo de objetivos se conocen como objetivos "maximizadores". Con ello queremos decir que no tienen un objetivo final concreto, sino que se trata simplemente de llegar a ser el mejor, o hacer todo lo que podamos. Desde el punto de vista cognitivo, requiere una exploración y un análisis constantes para garantizar que no se ha pasado por alto la "mejor" opción, y que siempre estamos optimizando nuestras decisiones y acciones para alcanzar este objetivo.
Uno de los problemas que plantea la maximización de objetivos es que, por su propia naturaleza, son extremadamente difíciles de alcanzar y completar. ¿En qué punto podemos decir que somos los más "aptos" que podemos ser? ¿Qué significa eso? ¿Seguro que siempre podemos estar un poco más en forma? Del mismo modo, ¿hasta qué punto hemos hecho lo suficiente para frenar la transmisión del COVID-19 antes de abrir peluquerías?
Sin un objetivo claro y orientado a la realidad, sino más bien una vaga determinación de mejorar o maximizar nuestra capacidad en un área, no sólo nos estamos exponiendo a la decepción, sino que también estamos malgastando tiempo y energía. Si no nos preguntamos adecuadamente si es necesario maximizar o no una ambición concreta, podemos gastar recursos innecesarios en convertirnos en los mejores en algo en lo que nos conformaríamos con ser bastante buenos.
A la luz de esto, la economía conductual sugiere que hay un tipo diferente de objetivos que podemos, y debemos, fijarnos rutinariamente: los objetivos de satisfacción. Los objetivos satisfactorios son aquellos en los que buscamos una opción o un objetivo que sea "suficientemente bueno". Resulta especialmente útil cuando tenemos información incompleta, cuando nos enfrentamos a sistemas que implican altos niveles de incertidumbre o cuando no disponemos de los recursos necesarios para invertir en la búsqueda de todas las alternativas potenciales con el fin de maximizar.
Para ayudar a entender la diferencia entre un objetivo maximizador y un objetivo satisfactorio, tomemos el ejemplo de la forma física.
Maximizar: Quiero estar lo más en forma posible.
Satisfacción: Quiero estar en forma para correr 5 km sin parar.
Otro ejemplo, esta vez relacionado con la escritura:
Maximizar: Quiero escribir más este año.
Satisficing: Este año quiero escribir un artículo cada mes.
References
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