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¿Afecta la emoción a nuestra capacidad de tomar decisiones racionales?

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Sep 02, 2016

La toma de decisiones es una de las actividades más comunes que realizamos a diario, desde cómo ponemos los ojos en blanco hasta la resolución de complicados dilemas éticos. También ha sido uno de los principales focos de atención de la economía tradicional. Los economistas dedican décadas a entender cómo toman decisiones los seres humanos. El pensamiento tradicional en este campo sugiere que las decisiones se toman de forma racional y óptima. En teoría, los resultados deberían ser predecibles.

Sin embargo, si es así, ¿cómo puede explicar la teoría económica tradicional sobre la toma de decisiones la confusión, la indecisión y la impulsividad?

Con la aparición de la economía conductual, cada vez más gente empieza a comprender la importancia de la racionalidad limitada en la toma de decisiones. Esto significa que nuestros cerebros no funcionan como ordenadores, sino que nuestras decisiones pueden verse afectadas por nuestras emociones y capacidades cognitivas. De hecho, los neurocientíficos llevan mucho tiempo intentando comprender las bases neuronales y conductuales de la toma de decisiones.

Los estudios han demostrado que, a la hora de tomar decisiones, el cerebro tiene en cuenta una serie de datos, como la equidad, las pérdidas y ganancias, los valores de recompensa, los riesgos, etc.

Cuatro niveles de toma de decisiones

Podemos tomar muchos tipos de decisiones, y en el proceso intervienen distintas regiones cerebrales en función de los tipos de decisión. Hu y Wang (2012) clasificaron las decisiones en cuatro niveles en función de su complejidad.

  1. Intuitivas - Representan el nivel más básico de decisiones y son aquellas en las que recurrimos a la familiaridad, las preferencias existentes y el sentido común para tomar decisiones.
  2. Empíricas - Son los tipos de decisiones que tomamos basándonos en el ensayo y error, la experiencia y la estimación.
  3. Heurísticas - Son decisiones que tomamos basándonos en teorías científicas, reglas empíricas y creencias.
  4. Racional - El nivel más complejo de la toma de decisiones, que puede dividirse en decisiones racionales estáticas y dinámicas. Son decisiones que tomamos basándonos en minimizar el coste y maximizar el beneficio.

Emoción y toma de decisiones de segundo nivel

Algunas de las decisiones más importantes que tomamos son las de segundo nivel. Estas decisiones suelen estar relacionadas con el consumo. Requieren que evaluemos los valores o los valores esperados de las opciones disponibles. Las investigaciones sobre neuroimagen muestran que el córtex orbitofrontal y el córtex prefrontal ventromedial del cerebro (O/VMPFC) están relacionados con este tipo de toma de decisiones. Se sabe que la O/VMPFC es responsable de la recompensa y el disfrute en el cerebro de humanos y primates. Se conectan a nuestro sistema sensorial de dos maneras. Una es una conexión directa y la otra es una vía indirecta que pasa por la amígdala. La amígdala del cerebro desempeña un papel fundamental en el procesamiento de las emociones, lo que sugiere que las emociones podrían estar implicadas cuando tomamos decisiones de nivel dos. Los estudios han demostrado que los pacientes con lesión del O/VMPFC muestran falta de expresiones emocionales y dificultades para tomar decisiones de segundo nivel (Hu y Wang, 2012).

Hipótesis especulativa: ¿Puede la inhibición de la toma de decisiones de nivel dos conducir a decisiones más racionales?

Esta cuestión se examinó con el Juego del Ultimátum, en el que la equidad es un factor importante que contribuye a la toma de decisiones. El Juego del Ultimátum es un experimento económico en el que el primer jugador recibe una suma de dinero y decide cómo repartirla. Este reparto se ofrece al segundo jugador, que tiene la opción de aceptar o rechazar la oferta. Si el segundo jugador rechaza la oferta, ninguno de los dos recibe dinero. En un estudio realizado en 2006 se comprobó si una lesión en determinadas zonas del cerebro afectaba a la capacidad de un jugador para aceptar una oferta injusta pero beneficiosa. En este experimento, el reparto era siempre injusto, en el que el primer jugador se quedaba con más dinero del que ofrecía al segundo. Así, por ejemplo, si se asignaban 100 dólares al primer jugador, éste podía repartirlos 80/20, ofreciendo al segundo 20 dólares, es decir, ⅕ de la cantidad total. El jugador 2, cuando se le ofrece un reparto injusto, suele rechazar la oferta porque la percibe como "injusta".

El córtex prefrontal dorsolateral derecho (DLPFC) ha demostrado estar relacionado con las decisiones que rechazan las ofertas injustas. El estudio realizado en 2006 sugirió que los participantes con lesiones en esta parte del cerebro conducían a la aceptación de la oferta injusta, pero aún beneficiosa. Aunque cualquier inferencia aquí es puramente especulativa, una cuestión interesante a explorar sería si el daño a esta parte del cerebro, que está implicada en la toma de decisiones de nivel 2, puede conducir a decisiones más racionales. En el juego del ultimátum, la decisión racional es aceptar la oferta injusta, ya que ganar algo de dinero siempre es mejor que nada.

Extender este concepto a los primates

Los humanos no sólo podemos experimentar la justicia, sino que los primates también se comportan como si entendieran el concepto. De hecho, los modelos animales permiten a los científicos realizar estudios más detallados y conocer los circuitos neuronales reales que intervienen en la toma de decisiones. Una investigación publicada en 2003 demostró que los capuchinos son capaces de detectar una paga desigual y decidir rechazar la recompensa inferior. Tras este estudio, más neurocientíficos se interesaron por saber cómo se codifica el "valor" en el cerebro. En 2005, Padoa-Schioppa y Assad publicaron un estudio en el que pedían a los monos que eligieran entre dos recompensas de comida desiguales mirando a izquierda o derecha en una pantalla. Registrando el movimiento ocular de los monos, descubrieron que algunas neuronas del córtex orbitofrontal (OFC) se disparan más rápido en respuesta a una recompensa mejor, lo que sugiere que estas neuronas codifican el valor económico. También se ha demostrado que la OFC desempeña un papel importante en el aprendizaje a partir de resultados inesperados y nos ayuda a modificar nuestro comportamiento cuando las decisiones salen mal (Takahashi et al, 2009).

Esto no es más que la superficie de lo que los científicos han podido aprender sobre la toma de decisiones a lo largo de los años. Está surgiendo todo un nuevo campo interdisciplinar relacionado con la neuroeconomía. Realmente me sorprende cómo una de nuestras actividades cotidianas más comunes y aparentemente fáciles puede ser tan difícil de explicar y comprender. Esperemos que con la ayuda de la tecnología avanzada podamos resolver este misterio abierto en un futuro próximo.

References

Jianfeng Hu, Tangsheng Wang (2012). La influencia de la neurociencia en la sociedad moderna. Prensa de la Universidad de Pekín

Knoch D, Pascual-Leone A, Meyer K, Treyer V, Fehr E (2006). Diminishing Reciprocal Fairness by Disrupting the Right Prefrontal Cortex. Science 314: 829-832.

Sarah F. Brosnan y Frans B.M. de Waal (2003). Los monos rechazan la desigualdad salarial. Nature 425: 297-299.

Camillo Padoa-Schioppa y John A. Assad (2006). Las neuronas de la corteza orbitofrontal codifican el valor económico. Nature 441: 223-226.

Takahashi YK, Roesch MR, Stalnaker TA, Haney RZ, Calu DJ (2009). El córtex orbitofrontal y el área tegmental ventral son necesarios para aprender de resultados inesperados. Neuron 62: 269-280.

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