La brecha de la empatía
La idea básica
Imagínese que usted es un fumador que está intentando dejar de fumar. Justo después de fumarse un cigarrillo, se dice a sí mismo que será el último. Dejar de fumar puede parecer fácil en ese momento porque acabas de conseguir una dosis y no sientes ansia ni síndrome de abstinencia. Tu confianza proviene de tu estado visceral actual, que es tranquilo y racional. Lo que no entiendes es que más tarde, cuando te encuentres en un estado visceral diferente y exacerbado, no necesariamente podrás actuar de la misma manera o tomar las mismas decisiones.
Esta situación describe la brecha de empatía, que se caracteriza por nuestra tendencia a subestimar el papel que los distintos estados mentales y emociones tienen en nuestro comportamiento. En consecuencia, tomamos decisiones basadas en estados de ánimo a corto plazo en lugar de tener en cuenta cómo se sentirá nuestro yo futuro. La brecha de empatía suele denominarse brecha de empatía caliente-fría porque nuestros errores de predicción suelen tener que ver con estar en un estado visceral "frío" (un estado mental racional y lógico) y subestimar cómo nos afectarán nuestras emociones cuando estemos en un estado visceral "caliente" (cuando nos influyen emociones fuertes como el hambre, el deseo o el miedo), o viceversa.
Aunque la brecha de empatía a menudo tiene que ver con la falta de empatía con nosotros mismos, también puede describir nuestra incapacidad para comprender las perspectivas o acciones de otras personas si no se encuentran en el mismo estado visceral que nosotros.2 Por ejemplo, si te enteras de un accidente en el que alguien se da a la fuga, puede que no seas capaz de entender qué tipo de persona sería capaz de huir en coche después de atropellar a alguien, pero es probable que estés juzgando basándote en un frío estado visceral y sin tener en cuenta cómo puede haberse sentido esa persona en ese momento.