Compartir las herramientas para acabar con la pobreza mundial
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Uno de los mayores retos a los que se enfrenta cualquier organización es la gestión eficaz del conocimiento (GC). Casi todos sabemos lo que es trabajar en un lugar con malas prácticas de gestión del conocimiento: te encuentras respondiendo a las mismas preguntas cientos de veces; las contraseñas se pierden y nadie sabe dónde encontrarlas; tus compañeros más veteranos juran que existe un documento o un mazo en alguna parte, así que sigue buscándolo, ¡seguro que aparece!
Pero una mala gestión del conocimiento es algo más que una molestia (aunque sin duda lo es). Nos impide crecer, como organizaciones y como individuos. El flujo de información entre personas y equipos es lo que permite a las empresas mejorar en lo que hacen: aprender de su experiencia pasada, actualizar sus métodos y amplificar su impacto.
Para organizaciones internacionales de desarrollo como el Banco Mundial, el intercambio de conocimientos tiene consecuencias aún más importantes. En esta línea de trabajo, lo que a algunos les parece una molestia administrativa puede ser en realidad la diferencia entre que una madre del sur de la India pueda enviar a sus hijos a la escuela o que los retenga para ayudar a la familia a llegar a fin de mes. La salud y las perspectivas de millones de personas dependen de que el Banco e instituciones similares puedan trabajar con la mayor eficiencia posible. Una sólida gestión del conocimiento es clave para cumplir la misión del Banco de acabar con la pobreza extrema y llevar la prosperidad compartida al 40% más pobre del mundo.
Nos asociamos con el Banco Mundial para desarrollar un nuevo marco de gestión del conocimiento personalizado, que se utilizaría en sus oficinas de todo el mundo. Creamos un conjunto de herramientas a medida para ayudar a fomentar una cultura de intercambio que permitiera que la valiosa información fluyera más libremente entre los 10.000 empleados del Banco Mundial que trabajan en 120 oficinas de todo el mundo. Al facilitar la transferencia de conocimientos, nuestro trabajo ayuda al Banco a mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Qué hace tan difícil la gestión del conocimiento
Las organizaciones son organismos vivos, sistemas complejos con muchas partes móviles. Hay un montón de obstáculos diferentes que pueden descarrilar la gestión eficaz del conocimiento, incluyendo tanto las barreras estructurales (como la falta de formación formal sobre cómo la información debe ser archivada y compartida) y las barreras de comportamiento (como la falta de normas sociales que animan a la gente a compartir información). Nuestro reto era crear un marco que tuviera en cuenta ambos aspectos.
Pasamos por un proceso de 13 fases para desarrollar el marco final & pilotos, incluyendo un diagnóstico masivo de comportamiento. Para ello, nos sentamos con 50 empleados del Banco Mundial para realizar entrevistas en profundidad, encuestamos a otros cientos de empleados, entrevistamos a las partes interesadas de 22 organizaciones externas sobre las mejores prácticas y realizamos una extensa revisión bibliográfica. Trazamos y visualizamos el proceso por el que tenían que pasar los empleados para compartir información, identificando los puntos clave de transferencia de conocimientos (KTP) antes de centrarnos en aquellos en los que pensábamos que tendríamos el mayor impacto potencial.
A partir de nuestro diagnóstico, creamos un marco de incentivos a medida, identificando 225 incentivos basados en pruebas para el intercambio de conocimientos. Por último, tradujimos este marco en 20 intervenciones piloto, estableciendo pasos concretos que los lectores podrían dar para garantizar una transferencia de conocimientos más fluida.
Los sesgos de comportamiento que impiden la gestión del conocimiento
La gestión del conocimiento puede parecer a menudo un proceso tedioso, y los empleados lo ven como una formalidad, algo que tienen que hacer sólo para poder marcar una casilla. No es de extrañar que los protocolos de intercambio de conocimientos se queden a menudo en el camino: a pocos de nosotros nos apasiona la documentación de los flujos de trabajo y la gestión de registros.
Pero, como hemos establecido, la gestión del conocimiento no es sólo un trámite burocrático: es una misión crítica. Se trata de construir un ecosistema de recursos cruciales para ayudar al Banco (y a cualquier otra organización) a amplificar su impacto. Esta desconexión puede atribuirse en parte a sesgos como el sesgo de saliencia y el descuento hiperbólico, que nos distraen de las implicaciones a gran escala del intercambio de conocimientos y nos mantienen centrados en sus inconvenientes más tangibles.
El reto consiste en ayudar a la gente a ver el vínculo entre el intercambio de conocimientos y sus valores superiores. En concreto, nuestra investigación ha revelado que, al fin y al cabo, hay tres factores principales que impulsan el intercambio de conocimientos: hacerlo más social, hacerlo más fácil y vincularlo al autodesarrollo. Por ejemplo, los directivos pueden fomentar la asimilación de la información explicando explícitamente cómo puede ayudar a los miembros del equipo a desarrollar las competencias que les interesan, o reconociendo públicamente a los empleados que han aprovechado los sistemas de gestión del conocimiento en beneficio de sus proyectos o colegas (vinculándolo al autodesarrollo, haciéndolo social).
Compartir conocimientos para acabar con la pobreza
Al fin y al cabo, la herramienta que produjimos tenía que ser práctica y práctica para los empleados del Banco Mundial de todo el mundo. Con este objetivo elaboramos nuestro informe final, en el que presentamos el marco junto con escenarios realistas que ilustran cómo utilizarlo en la vida laboral cotidiana. Nuestro marco y las intervenciones basadas en él, un completo conjunto de herramientas para el intercambio de conocimientos, proporcionan a miles de empleados del Banco Mundial formas concretas de hacer su trabajo de manera más eficiente y eficaz, un paso crucial para sacar de la pobreza a las personas más vulnerables del mundo.