Brecha intención-acción

Action intention gap illustration

La idea básica

"Mi propósito de Año Nuevo será hacer 30 minutos de ejercicio al día, cuatro veces por semana", piensas mientras comes galletas navideñas en el sofá y ves Love, Actually. Desgraciadamente, llega diciembre y no has cumplido el objetivo que te habías marcado. Pasan los meses y en enero vuelves a proponértelo. La mayoría de la gente ha experimentado un ciclo similar: fijarse un propósito y no cumplirlo.

Esta brecha intención-acción, también conocida como brecha valor-acción o brecha conocimiento-actitud-práctica, se produce cuando los valores, actitudes o intenciones de una persona no coinciden con sus acciones.1 A veces, la brecha es el resultado de un sesgo conductual que favorece la gratificación inmediata. Puede que sepamos que seguir una rutina de ejercicio físico nos aportará beneficios a largo plazo, pero ver el próximo episodio de nuestro programa de televisión favorito es más gratificante en el momento. Otra posibilidad es que el desfase entre intención y acción se deba a que somos demasiado ambiciosos. A menudo tenemos la intención de elegir la opción "correcta", pero hay algo en nuestro entorno o en la propia acción que nos impide llevarla a cabo.

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Un día te despertarás y ya no te quedará tiempo para hacer las cosas que siempre has querido. Hazlo ahora.


- Paulo Coelho, autor de El alquimista

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Historia

La teoría de la acción razonada (TRA) y la teoría del comportamiento planificado (TPB) se basan en el supuesto de que la mejor forma de predecir los comportamientos es a través de las intenciones, que están determinadas por las actitudes hacia las normas sociales relativas al comportamiento.

El TRA fue desarrollado por Martin Fishbein y Icek Ajzen a finales de la década de 1960 para comprender mejor las relaciones entre actitudes, intenciones y comportamientos.2 Los investigadores distinguieron entre la actitud hacia los objetos (es decir, la gente no quiere tener cáncer) y la actitud hacia el comportamiento con respecto a dicho objeto (es decir, la gente también suele retrasar la mamografía). Los dos factores principales del TRA son:

(1) Actitudes, basadas en las propias creencias y evaluaciones de los resultados del comportamiento;

(2) normas subjetivas, basadas en creencias normativas y motivaciones para cumplirlas.

Juntas, las actitudes y las normas subjetivas influyen en la intención de realizar un comportamiento, lo que da lugar a dicho comportamiento.

Como ampliación del TRA, Fishbein y Ajzen desarrollaron el TPB en 1985. En su nuevo modelo, añadieron la consideración del control percibido sobre la realización de la conducta.2 En otras palabras, el grado en que uno cree que puede controlar un resultado influirá en su disposición a comprometerse, en relación con sus creencias generales de control y su poder percibido en la situación. La TPB propone que este control percibido, junto con las actitudes y las normas subjetivas descritas en la TRA, influye en la intención de realizar un comportamiento. En conjunto, el TRA y la TPB proponen que los comportamientos deben estar correlacionados con las intenciones.

intention action chart

Los investigadores familiarizados con el TRA y el TPB observaron que las actitudes y las intenciones no siempre son fuertes predictores del comportamiento. Los ejemplos más obvios están relacionados con la protección del medio ambiente: aunque con el paso del tiempo las personas habían manifestado una mayor concienciación sobre cuestiones como el calentamiento global y una gran preocupación por el medio ambiente,3 no se observó un aumento notable de los comportamientos proambientales, como el reciclaje o la limitación del consumo de energía.4 Las observaciones de discrepancia entre actitud/intención y comportamiento dieron lugar al estudio de la brecha intención-acción.

Personas

Martin Fishbein

Nacido en 1936, el Dr. Fishbein es considerado el pionero de la Teoría de la Acción Razonada.5 Aunque es coautor de la TRA junto con Ajzen, fue la investigación de Fishbein la que condujo a su desarrollo. En concreto, su trabajo distinguía entre actitudes hacia un objeto y actitudes hacia un comportamiento con respecto a dicho objeto. El trabajo de Fishbein se ha utilizado ampliamente en los campos de la salud pública, la psicología, la comunicación y la publicidad.

Icek Ajzen

Ajzen, psicólogo social y profesor de la Universidad de Massachusetts Amherst, nació en 1942 y es más conocido por su trabajo con Fishbein.6 Ajzen ha sido clasificado como el científico individual más influyente dentro de la psicología social, en términos de impacto acumulativo de la investigación.7 Su trabajo se ha aplicado a la psicología de la salud, la publicidad y la psicología ambiental.

Consecuencias

La brecha entre intención y acción se ha convertido en uno de los temas más estudiados en las ciencias del comportamiento, ya que puede aplicarse a muchos ámbitos diferentes.1 La brecha entre intención y acción ha cobrado especial importancia para la elaboración de políticas, ya que un programa de concienciación pública puede fomentar el conocimiento y las intenciones de las personas, pero éstas seguirán sin cumplir sus nuevas intenciones. Estudiar cómo las personas procesan la información y cómo el contexto afecta al comportamiento puede ayudar a los responsables políticos a diseñar intervenciones más sólidas y eficaces que las personas acaten. La brecha entre intención y acción se ha aplicado a ámbitos como el cambio medioambiental8, el consumo ético9, los comportamientos saludables10 e incluso el uso de la tecnología11.

Es importante destacar que el reconocimiento de la prevalencia de la brecha entre intención y acción también ha estimulado la investigación posterior sobre cómo podemos eliminarla. Los dispositivos de compromiso están a la vanguardia de esta literatura.12

La intención de aplicación es un dispositivo de compromiso. Es una estrategia de autorregulación, introducida por Peter Gollwitzer en 1999. Una vez fijado un objetivo, la intención de ejecución corresponde a: "Tengo la intención de realizar la conducta X cuando me encuentre en la situación Y". De este modo, las personas se comprometen con un plan sobre cuándo, dónde y cómo pretenden trabajar para alcanzar sus objetivos. El control del comportamiento se transfiere de la persona a su contexto situacional. La intención de implementación implica un comportamiento automático, por lo que resulta fácil y útil para las personas que se esfuerzan por traducir sus objetivos en comportamientos. Además, el compromiso requiere definir objetivos concretos y trazar un plan claro.

Comunicar compromiso a alguien puede ser poderoso debido al deseo de mantener una imagen positiva de uno mismo. También se ha sugerido que la autoeficacia aborda la brecha entre la intención y la acción: en esencia, debemos fomentar la confianza de las personas en sus capacidades.13 Utilizando estrategias basadas en pruebas que salven la brecha entre la intención y la acción, también podemos mejorar nuestra vida personal y profesional.

Controversias

Las críticas en torno a la TRA y la TPB se deben al papel que desempeñan estas teorías en la conceptualización de la brecha entre intención y acción. Ambas teorías fueron criticadas por Neil Weinstein, psicólogo de la salud y profesor de la Universidad de Rutgers, como parte de una crítica más amplia a las teorías engañosas sobre el proceso de cambio de las conductas de salud (es decir, fumar, hacer ejercicio).14 En concreto, Weinstein sostiene que muchas pruebas de estas teorías de la conducta de salud se basan en datos correlacionales, que están sesgados y no pueden explicar necesariamente las conductas. Dado que la naturaleza de los datos correlacionales no puede confirmar la causalidad o la direccionalidad, Weinstein postula que cualquier prueba que utilice datos correlacionales nos dice poco sobre la validez de la teoría. Sin embargo, muchas intervenciones publicadas desde la crítica de Weinstein en 2007 han demostrado que el cambio de los factores de la TRA o TPB (es decir, creencias normativas, creencias de control, etc.) conduce a un cambio posterior en el comportamiento.15,16,17

Más allá de Weinstein, otros críticos han pedido que se retire la TPB.18 Por ejemplo, Sniehotta y sus colegas sostienen que factores como la autodeterminación y el arrepentimiento anticipado predicen el comportamiento futuro mejor que el control percibido. Así, estos investigadores están preocupados por la utilidad del modelo: aunque la teoría TPB llevó a identificar lagunas entre intenciones y comportamientos, los nuevos modelos teóricos deberían probar fenómenos que ayuden mejor a las personas a cambiar su comportamiento, en lugar de centrarse en factores preventivos.

Además, algunos críticos sostienen que los factores que influyen en el alcance de la brecha y su magnitud no han sido examinados sistemáticamente.19 La revisión de la literatura realizada por Hassan y sus colegas encontró que, específicamente para el consumo ético, pocos estudios habían evaluado tanto la intención como el comportamiento en contexto. En 2014, las pruebas empíricas para cuantificar la brecha intención-acción en el consumo ético eran limitadas.

Sin embargo, Hassan y sus colegas decidieron investigar por su cuenta esta cuestión y llevaron a cabo un estudio empírico de casos en el que examinaron las actitudes y los comportamientos hacia la ropa fabricada en fábricas explotadoras. Los resultados indicaron que existía una gran distancia entre la intención y la acción: muchos participantes demostraban su intención de consumir de forma ética, pero no la llevaban a la práctica a la hora de comprar. Además, las pruebas empíricas en el ámbito del consumo ético han aumentado desde la publicación original de Hassan en 2014.20,21,22

Estudio de caso

Agua potable limpia

Aunque la brecha intención-acción es frustrante en nuestra vida personal, puede ser fatal cuando se trata de saneamiento y salud, especialmente en los países en desarrollo. Un caso de 2010 mostró cómo cerrar la brecha intención-acción puede mejorar la salud y salvar vidas, mediante el aumento del acceso al agua potable utilizando un diseño basado en el comportamiento.23 Una de las formas más sencillas y rentables de garantizar agua potable limpia en las comunidades en desarrollo es tratar el agua con cloro. Sin embargo, la adopción de tratamientos con cloro tiende a ser escasa, ya que la gente se olvida de hacerlo o no está segura de cómo utilizarlo: una brecha entre intención y acción.

En respuesta, el científico del comportamiento Michael Kremer dirigió un equipo de Innovations for Poverty Action, encargado de diseñar una solución para una comunidad rural de Kenia.23 El equipo tenía que ayudar a las comunidades a integrar el uso del cloro en sus rutinas diarias, y el cloro tenía que ser fácil de usar. En otras palabras, tenían que salvar la brecha entre intención y acción aumentando la autoeficacia y convirtiendo el uso del cloro en un proceso automático.

Para hacer del uso del cloro un proceso automático y sencillo, el equipo instaló un dispensador en la fuente de agua de la comunidad local. De este modo, la nueva conducta de purificación se vinculó a la rutina ya establecida de recoger agua, una especie de estrategia "a cuestas". El equipo diseñó el dispensador en azul brillante para que llamara la atención. La ubicación del dispensador también lo hizo eficaz porque el tiempo de espera necesario para obtener agua tratada con cloro se completaba en parte automáticamente durante el camino de vuelta a casa.

Un ensayo controlado aleatorizado inicial reveló que entre el 50% y el 61% de los hogares con acceso a los dispensadores adoptaron el tratamiento con cloro, frente a sólo entre el 6% y el 14% del grupo de control23 . Desde entonces, la organización Evidence Actions ha ampliado esta solución, proporcionando acceso a agua limpia a 4 millones de personas en Kenia, Malawi y Uganda. Sorprendentemente, las tasas de uso siguen siendo comparables, por encima del 50%.

Consumo sostenible de alimentos

El interés por la producción y el consumo sostenibles ha aumentado en todos los niveles de la cadena agrícola. Agricultores y consumidores han aprendido que los productos sostenibles pueden reportar beneficios económicos, bienestar social y sostenibilidad medioambiental.24 En última instancia, el consumo sostenible se basa en un proceso de toma de decisiones que tiene en cuenta la responsabilidad social del consumidor, así como sus necesidades y deseos individuales.

Las prácticas de consumo cotidiano se rigen por la comodidad, la costumbre y el valor del dinero, y es probable que se resistan al cambio. Un estudio realizado en 2006 por Vermeir y Verbeke reveló que, aunque los jóvenes se declaran consumidores éticos, las iniciativas realmente éticas, como los alimentos ecológicos sostenibles y los productos de comercio justo, suelen tener cuotas de mercado inferiores al 1%. En otras palabras, identificaron una brecha entre intención y acción.

Tomando como muestra a 456 consumidores de entre 19 y 22 años, los investigadores manipularon los factores que influyen en la elección del consumidor mostrándoles anuncios de productos lácteos sostenibles.24 Encontraron dos factores que tenían un impacto significativamente positivo en las actitudes sobre la compra de productos sostenibles: el primero era estar implicado con la sostenibilidad y el segundo era la eficacia percibida por el consumidor. Ambos factores estaban fuertemente correlacionados con la intención de comprar productos lácteos sostenibles.

En cuanto a la implicación con la sostenibilidad, los consumidores están más influidos por sus valores que por las consecuencias de sus acciones. En este sentido, la implicación o relevancia personal percibida es un tipo específico de valor que puede motivar las acciones. La implicación se activa cuando un producto, un mensaje promocional o un servicio se perciben como importantes para satisfacer las necesidades y los valores propios. Para manipular la implicación, los investigadores presentaron a los participantes un artículo en el que se describían las ventajas de consumir productos sostenibles, como el aumento de la seguridad, los resultados para la salud y la mejora del sabor.

En particular, la eficacia percibida por el consumidor está relacionada con el control percibido en la TPB: se refiere a la medida en que los consumidores creen que sus esfuerzos o acciones pueden contribuir a resolver el problema.

La disponibilidad de productos sostenibles influye en el grado de control que un consumidor siente que tiene sobre sus decisiones de compra. Para motivar cambios de comportamiento, los consumidores deben creer que son capaces de comprar productos sostenibles y que sus acciones repercutirán positivamente en algo que valoran, como el medio ambiente o la lucha contra las desigualdades sociales. Para manipular la eficacia percibida por los consumidores, se presentaron a los participantes mensajes informativos sobre la disponibilidad de productos lácteos sostenibles y sobre cómo los consumidores podían contribuir a un mundo mejor.

Los investigadores sugirieron que la baja disponibilidad percibida de productos sostenibles podría explicar las diferencias entre intención y acción. Por otra parte, las normas sociales comprobadas mediante la presión de los pares explican las intenciones de compra; como la norma es comprar productos tradicionales, la gente tiende a adherirse a ellas mediante la presión de los pares. Los resultados del estudio mostraron que el aumento de la implicación, la eficacia percibida por los consumidores, las percepciones sociales y la disponibilidad percibida en torno a los alimentos sostenibles pueden salvar así la brecha entre la intención y la acción para el consumo sostenible. Estas conclusiones tienen importantes implicaciones para el diseño de políticas y estrategias de marketing, ya que las organizaciones centradas en la sostenibilidad siguen abordando estos factores en sus intervenciones.

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Fuentes

  1. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. (2017). Consumir de forma diferente, consumir de forma sostenible: Behavioural insights for policymaking. http://www.ideas42.org/wp-content/uploads/2017/11/UNEP_consuming_sustainably_Behavioral_Insights.pdf
  2. Montaño, D. E., & Kasprzyk, D. (2008). Teoría de la acción razonada, teoría de la conducta planificada y el modelo conductual integrado. En K. Glanz, B. K. Rimer, & K. Viswanath (Eds.), Health behavior and health education: Theory, research, and practice (pp. 67-96). Jossey-Bass.
  3. Banerjee, A., y Solomon B. (2003). Eco-labelling for energy efficiency and sustainability: A meta-evaluation of US programs. Energy Policy, 31(2), 109-123.
  4. Flynn, R., Bellaby, P., Ricci, M. (2009). The 'value-action gap' in public attitudes toward sustainable energy: The case of hydrogen energy. The Sociological Review, 57(2), 159-180.
  5. Ajzen, I. (2012). El legado de Martin Fishbein: El enfoque de la acción razonada. The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science, 640(1), 11-27.
  6. Ajzen, I. (1985). De las intenciones a las acciones: Una teoría del comportamiento planificado. En J. Kuhl & J. Beckmann (Eds.), Action-control: From cognition to behavior (pp. 1 l-39). Heidelberg: Springer.
  7. Nosek, B. A., Graham, J., Lindner, N. M., Kesebir, S., Hawkins, C. B., Hahn, C., Schmidt, K., Motyl, M., Joy-Gaba, J., Frazier, R., & Tenney, E. R. (2010). Cumulative and career-stage citation impact of social-personality psychology programs and their members. Boletín de Personalidad y Psicología Social, 36(10), 1283-1300.
  8. Kennedy, E. H., Beckley, T. M., McFarlane, B. L. y Nadeau, S. (2009). Why we don't" walk the talk": Understanding the environmental values/behaviour gap in Canada. Human Ecology Review, 151-160.
  9. Hassan, L. M., Shiu, E. y Shaw, D. (2016). ¿Quién dice que existe una brecha entre intención y comportamiento? Assessing the empirical evidence of an intention-behaviour gap in ethical consumption. Journal of Business Ethics, 136(2), 219-236.
  10. Mohiyeddini, C., Pauli, R., & Bauer, S. (2009). The role of emotion in bridging the intention-behaviour gap: The case of sports participation. Psychology of Sport and Exercise, 10(2), 226-234.
  11. Bhattacherjee, A., y Sanford, C. (2009). The intention-behaviour gap in technology usage: The moderating role of attitude strength. Behaviour & Information Technology, 28(4), 389-401.
  12. Adam, A. F., y Fayolle, A. (2015). Reducción de la brecha entre intención y comportamiento empresarial: The role of commitment and implementation intention. International Journal of Entrepreneurship and Small Business, 25(1), 36-54.
  13. Sniehotta, F. F., Scholz, U., & Schwarzer, R. (2005). Bridging the intention-behavior gap: Planificación, autoeficacia y control de la acción en la adopción y el mantenimiento del ejercicio físico. Psychology & Health, 20(2), 143-160.
  14. Weinstein, N. D. (2007). Pruebas engañosas de las teorías del comportamiento sanitario. Anales de Medicina Conductual, 33(1), 1-10.
  15. Jemmott, J. B. (2012). El enfoque de la acción razonada en las estrategias de reducción del riesgo de VIH para adolescentes. The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science, 640(1), 150-172.
  16. Johnson, B. T., Scott-Sheldon, L. A., Huedo-Medina, T. B., & Carey, M. P. (2011). Intervenciones para reducir el riesgo sexual del virus de la inmunodeficiencia humana en adolescentes: un meta-análisis de ensayos, 1985-2008. Archivos de Pediatría y Medicina del Adolescente, 165(1), 77-84.
  17. Mosleh, S. M., Bond, C. M., Lee, A. J., Kiger, A., & Campbell, N. C. (2014). Eficacia de las invitaciones basadas en la teoría para mejorar la asistencia a la rehabilitación cardíaca: Un ensayo controlado aleatorizado. Revista Europea de Enfermería Cardiovascular, 13(3), 201-210.
  18. Sniehotta, F. F., Presseau, J., & Auraújo-Soares, V. (2014). Hora de jubilar la teoría del comportamiento planificado. Revista de Psicología de la Salud, 8(1), 1-7.
  19. Hassan, L. M., Shiu, E. y Shaw, D. (2016). ¿Quién dice que existe una brecha entre intención y comportamiento? Assessing the empirical evidence of an intention-behaviour gap in ethical consumption. Journal of Business Ethics, 136(2), 219-236.
  20. Jacobs, K., Petersen, L., Hörisch, J., & Battenfeld, D. (2018). Pensamiento verde pero ¿compra irreflexiva? Una extensión empírica de la jerarquía valor-actitud-comportamiento en la ropa sostenible. Journal of Cleaner Production, 203, 1155-1169.
  21. Longo, C., Shankar, A., & Nuttall, P. (2019). "No es fácil vivir un estilo de vida sostenible": Cómo un mayor conocimiento conduce a dilemas, tensiones y parálisis. Journal of Business Ethics, 154(3), 759-779.
  22. Dermody, J., Koenig-Lewis, N., Zhao, A. L., & Hanmer-Lloyd, S. (2018). Evaluación de la influencia de la autoidentidad proambiental en la compra y el recorte del consumo sostenible en los mercados emergentes: Evidencia de China y Polonia. Journal of Business Research, 86, 333-343.
  23. Kremer, M., Miguel, E., Mullainathan, S., Null, C., & Zwane, A. P. (2011). Ingeniería social: Evidence from a suite of take-up experiments in Kenya. Documento de trabajo inédito.
  24. Vermeir, I., y Verbeke, W. (2006). Sustainable food consumption: Exploring the consumer "attitude-behavioral intention" gap. Journal of Agricultural and Environmental Ethics, 19(2), 169-194.

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