Twitter logo

La profecía autocumplida de la indignación en Internet

read time - icon

0 min read

Jun 29, 2023

La polarización política se ha convertido en un gran tema de debate en los últimos años. La gran mayoría de los estadounidenses cree que el país está más dividido que en cualquier otro momento de su vida. Nuestra desconfianza hacia el "otro bando" también va en aumento: el porcentaje de estadounidenses que tienen opiniones negativas sobre personas de ideologías opuestas se ha duplicado en las últimas décadas.1

Teniendo en cuenta estas estadísticas, no es de extrañar que cuando investigadores de la UCLA reunieron recientemente a liberales y conservadores para mantener conversaciones políticas a través de Zoom, la mayoría de los participantes esperaban que sus discusiones estuvieran llenas de conflictos.2

Pero se equivocaron.

Los participantes informaron de menos conflictos durante sus conversaciones de lo que habían previsto. Sus discusiones fueron más agradables y menos estresantes, y sus interlocutores resultaron ser más simpáticos y lógicos de lo que habían imaginado.

Esto plantea una pregunta: ¿Por qué se presentaron estos participantes con expectativas tan pesimistas del "otro bando"? ¿En qué basaban sus juicios?

Las redes sociales distorsionan nuestras percepciones

Los investigadores de la UCLA señalaron que la forma más accesible para la mayoría de la gente de participar en debates políticos es a través de las redes sociales (especialmente en un país como Estados Unidos, donde las divisiones políticas suelen seguir líneas geográficas). Idealmente, las redes sociales ayudarían a reducir la polarización al exponer a la gente a una diversidad de puntos de vista. Pero cada vez hay más estudios que sugieren que no es así.

Por el contrario, las plataformas en línea pueden estar dándonos ideas inexactas sobre cómo piensan y sienten los demás. En concreto, estudios recientes han descubierto que las redes sociales nos hacen sobrestimar la polarización y la hostilidad.

[Cuando unos investigadores de la UCLA reunieron recientemente a liberales y conservadores para mantener conversaciones políticas a través del Zoom, la mayoría de los participantes esperaban que sus discusiones estuvieran llenas de conflictos. Pero se equivocaban.

Uno de estos estudios, publicado a principios de este año, descubrió que los participantes exageraban el grado de indignación que una persona expresaba en mensajes de contenido político.3 Los investigadores pidieron a los participantes que leyeran una serie de tuits de contenido político y, a continuación, valoraran lo feliz o indignado que creían que se sentía el autor. Al evaluar los mensajes negativos, los observadores imaginaban que el autor original estaba más enfadado de lo que realmente estaba.

Y lo que es aún más revelador: cuanto más recurrían los participantes a las redes sociales como fuente de información política, mayor era su percepción exagerada de la indignación.

¿Por qué ocurre esto? Es importante recordar que, aunque las redes sociales son un invento moderno, su diseño activa una serie de sesgos cognitivos que los seres humanos han desarrollado a lo largo de milenios.

Estamos predispuestos a la negatividad

Los investigadores observaron que los participantes no sólo midieron incorrectamente el nivel de indignación en las publicaciones individuales en las redes sociales, sino que también se basaron en gran medida en las publicaciones más indignadas a la hora de evaluar los niveles colectivos de indignación. En otras palabras, las publicaciones más negativas tenían una influencia desproporcionada en sus creencias. Esto puede deberse al sesgo de negatividad, nuestra tendencia a dar más importancia a los acontecimientos negativos que a los positivos.

Aunque existen varias teorías sobre la existencia del sesgo de negatividad, una posibilidad es que nuestro cerebro gaste más recursos cognitivos procesando sucesos negativos, con el fin de ayudarnos a tomar medidas para minimizar posibles consecuencias no deseadas. Como resultado, estos acontecimientos se vuelven más intensos desde el punto de vista de la experiencia y, por tanto, más memorables.

Podemos ver pruebas de este sesgo en el hecho de que los participantes no exageraron el nivel de felicidad en los mensajes positivos, ni los mensajes positivos tuvieron una influencia desproporcionada en sus creencias sobre la indignación colectiva.

Estamos predispuestos a buscar a nuestro intragrupo

En un artículo anterior para TDL, Paridhi Kothari esbozaba pruebas de que las publicaciones en las redes sociales que juzgan a grupos políticos opuestos tienen más probabilidades de captar nuestra atención. Explora cómo esto puede ocurrir debido a nuestro interés evolutivo en la identificación grupal, es decir, nuestra necesidad innata de distinguir entre grupos internos y externos. Es probable que esto se deba a instintos evolucionados de supervivencia, que nos animan a buscar seguridad alineándonos con un grupo más amplio.

Debido a esta preocupación, a menudo subconsciente, por conservar la pertenencia al grupo, es probable que tratemos con más dureza a los miembros de grupos externos que a aquellos con los que nos identificamos (lo que se conoce como prejuicio de grupo interno). Por lo tanto, nuestras actitudes hacia los demás y nuestro comportamiento con ellos pueden cambiar en función de cómo evaluemos la dinámica de grupo en una situación.

Por ejemplo, volvamos al estudio Zoom de la UCLA. La mayoría de los experimentos consistieron en un debate privado entre dos personas con puntos de vista opuestos sobre un tema político. Sin embargo, un subgrupo de las discusiones también incluía a un participante adicional de cada lado del espectro político que desempeñaba el papel de espectador silencioso durante la conversación. Los investigadores estaban interesados en averiguar si la presencia de un miembro del grupo cambiaba la forma en que interactuaban las personas.

Cuanto más recurrían los participantes a las redes sociales como fuente de información política, mayor era su percepción exagerada de la indignación.

La respuesta: las conversaciones que incluían a estas "audiencias del intragrupo" presentaban mayores niveles de conflicto que las que no. Los investigadores observaron mayores niveles de lo que denominaron tipos de conflicto "improductivos", como "frustración y discusiones de mala fe". Esto puede ser un indicio de que la presencia de un miembro del ingrupo creó más presión para que los participantes defendieran con valentía sus posturas con el fin de evitar ser percibidos como poco sinceros con su ingrupo. Mientras tanto, en las conversaciones sin público, los interlocutores podían estar más motivados y ser capaces de encontrar puntos en común.

Si la presencia de un miembro del público alteró notablemente el civismo en un experimento relativamente privado y de escasa repercusión, podemos especular sobre la influencia de estas presiones sociales en el dominio público de las redes sociales. Como dicen los investigadores de la UCLA: en las redes sociales, "en lugar de limitarse a publicar su opinión sincera o sus pensamientos sobre algo, [los usuarios] deben navegar por un complejo paisaje de compromiso con el grupo externo a la vez que señalan lealtad con su grupo interno".

Este tipo de hallazgos pueden ayudarnos a entender por qué la forma en que la gente se comunica y responde en Internet puede no ser una forma precisa de calibrar lo divididos que estamos realmente o lo capaces que somos de llevarnos bien.

Nuestra realidad imaginada se convierte en una profecía autocumplida

Sabemos que los algoritmos, la publicidad política selectiva y otras fuerzas externas influyen en lo que vemos y creemos en Internet. Pero incluso sin estos intentos intencionados de sesgar la opinión pública, las redes sociales pueden contribuir a una percepción excesiva de la indignación moral colectiva y el extremismo ideológico.

Nuestras creencias erróneas pueden aumentar nuestros propios niveles de hostilidad, ya que llegamos a creer que expresar indignación es una norma social. Nuestro miedo y desconfianza hacia los demás también pueden contribuir a evitar el debate, creando barreras que impidan entablar el tipo de conversaciones interideológicas reparadoras que pueden corregir nuestras percepciones erróneas sobre los demás.

Reflexiones finales

Los científicos y las organizaciones sin ánimo de lucro están librando una ardua batalla para contrarrestar los efectos negativos de la industria de las redes sociales, muy extendida y bien financiada. Afortunadamente, las últimas investigaciones permiten albergar la esperanza de que, si creamos las oportunidades y los incentivos adecuados para que la gente participe, aún seremos capaces de mantener un discurso respetuoso y de llegar a un entendimiento.

Los interesados en apoyar estos esfuerzos pueden tener en cuenta estas ideas:

  1. La negatividad está sobrerrepresentada. La prominencia del contenido negativo (y el hecho de que los algoritmos tiendan a potenciarlo) puede sesgar nuestra evaluación del colectivo. Pero aunque estas voces negativas dominen nuestras mentes y nuestras redes sociales, en realidad son solo una pequeña porción del pastel demográfico.
  2. Las discusiones cara a cara tienen una dinámica diferente. Los efectos nocivos de las dinámicas de grupo se reducen enormemente cuando hablamos con alguien en privado y directamente, en lugar de hacerlo en un foro público en línea. La videoconferencia puede ayudarnos a salvar distancias geográficas sin comprometer la seguridad psicológica.
  3. Es útil replantear las cosas. En lugar de abordar las conversaciones interideológicas como si fueran "debates" políticos que hay que ganar o perder, enmarcar las discusiones como "oportunidades para encontrar un terreno común" puede ayudar a crear normas sociales de civismo y capitalizar positivamente nuestro deseo de pertenencia.

References

  1. Yudkin, D., Hawkins, S., Dixon, T. (2019). La brecha de percepción: cómo las falsas impresiones están separando a los estadounidenses. Más en común. https://perceptiongap.us/media/zaslaroc/perception-gap-report-1-0-3.pdf
  2. Binnquist AL., Dolbier SY, Dieffenbach MC,. Lieberman, MD. (2022.) La solución Zoom: Promoting Effective Cross-ideological Communication Online. PLoS ONE 17(7): e0270355. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0270355
  3. Brady, W. J., McLoughlin, K. L., Torres, M., Luo, K., Gendron, M., & Crockett, M. (2022, 19 de septiembre). Overperception of moral outrage in online social networks inflates beliefs about intergroup hostility. https://doi.org/10.31219/osf.io/k5dzr

About the Author

Read Next

Notes illustration

Eager to learn about how behavioral science can help your organization?